(Por Emilia Racciatti) El amor como insistencia, la pareja como forma superior de la ficción y la literatura como una práctica que permite salir del rodeo y pasar a la acción son los ejes de "Un futuro anterior", el reciente libro de Mauro Libertella, un escritor que se atreve a ir a lo autobiográfico para saltar de la narrativa al ensayo sin dejar de hacerse preguntas, incomodarse y asumir contradicciones sobre los vínculos que nos constituyen y se vuelven irreversibles.
Para el escritor, editor y periodista cultural, hablar de amor es hablar de lenguaje y eso se cuela, sobresale y se impregna en sus libros. "El amor genera la ilusión de que el lenguaje es recíproco", se puede leer en "Un reino demasiado breve", que fue antecedido por "Mi libro enterrado" y "El invierno en mi generación" y algunos leyeron como una trilogía en la que primero el eje fue la muerte del padre, el segundo la amistad y el tercero las relaciones de pareja.
En "Un futuro anterior" la edición es de Sexto Piso y el lenguaje insiste: "Tenemos que encontrar las palabras para nombrar las formas de estar juntos. O quizás no. Quizás el lenguaje sea otra de nuestras supersticiones: una creencia a la que le asignamos una potencia desmedida". Esa reflexión deriva en la pregunta por cuándo una pareja se convierte en una familia.
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Sobre esta historia, dividida en tres partes, que comienza en un departamento ubicado en un tercer piso de la Ciudad de Buenos Aires en una noche de verano, el autor ya dijo que tiene elementos autobiográficos y, en diálogo con Télam vía Zoom, una tarde en la que prepara un viaje, dice que "fue un tema tabú muchos años, estaba guardado bajo la alfombra y este libro tuvo algo de 'dejemos de rodear de tan lejos el tema y veamos lo que hay'".
A partir de esa noche se incorpora Leticia en la vida del narrador de Libertella: la rodea, la comparten y también intentan tomar distancia, pero algo insiste y sobre eso toma impulso lo que se construye en las dos partes que siguen. Eso que defendió el autor ante editores que marcaron que la historia tenía que terminar antes.
-Télam: En la novela anterior habías ido a la tercera persona, después de dos en primera, y decías que te había permitido exagerar, ¿cómo fue volver ahora a la primera?
-Mauro Libertella: Fue una vuelta con muchas ganas, como volver al hogar después de haber atravesado el desierto sin cantimplora porque me costó bastante la tercera persona, no me sentí muy cómodo. Puede ser algo interesante pensándolo como salir de la zona de confort pero volví con muchas ganas y también siento que el libro anterior me tuvo muy encorsetado: un poco con miedo, con vacilación, con dudas. Ahora quiero ir a la primera persona y correr los límites en general, llevar mi experiencia en la escritura a un lugar más radical del que lo venía haciendo.
-T: Tus tres libros anteriores eran presentados como una trilogía. Por temática, ¿éste puede ser un lado B del tercer libro?
-M.L.: En ningún momento pensé en escribir una trilogía y la idea fue de la editorial y prometía que el libro siguiente debía ser sobre otra cosa. Y no pasé a otra cosa, entonces este libro podría ser muchas cosas al mismo tiempo: el cuarto de una serie, pero también una especie de reverso del libro anterior, un backstage de todo lo que venía escribiendo antes. Es un lado b del anterior pero también del libro sobre mi grupo de amigos del secundario que es el mismo que aparece acá, solo que antes era todo felicidad y ahora es más conflicto. También podría ser un lado B de mi primer libro sobre la muerte de mi viejo: cuento lo que estaba haciendo en esos días. Es un libro que incorpora a los anteriores.
-T: En "Un reino demasiado breve" había una pregunta por ese momento en el que un vínculo amoroso se vuelve irreversible y acá la repuesta parece ser que hay distintas etapas, parece haber respuestas a esa pregunta.
-M.L.: Escribo libros breves, siempre el último es un poquito más largo que el anterior. Quizás a los 90 años escriba algún bodoque de 600 páginas. Parte de mi potencia y también de mi debilidad es que me sale comprimir la escena al máximo y tal vez puede ser que este libro retome preguntas o escenas del anterior y las expanda. Este libro se podría haber llamado "Irreversible". Incluso hay una lucha del narrador personaje contra lo irreversible, todo el tiempo está ocurriendo algo y él trata de luchar contra eso y sin embargo, ocurre y ocurre. Es como que la realidad lo va avasallando. Él está con su neurosis, su culpa y sus problemas. "Esto está mal, no puede ser, es antiético" y finalmente gana lo irreversible.
-T: Hay una forma de contar lo sentimental que acerca esta novela a otra contemporánea: "Poeta chileno", de Alejandro Zambra. ¿Coincidís?
-M-L.: Zambra y sus libros me marcaron de un modo muy contundente. Lo admiro. Trabaja con la autobiografía de un modo muy sutil. Sus libros son más novelas, pero su coqueteo con la autobiografía es más sofisticado porque todo lo sentís autobiográfico y, al mismo tiempo, todo esta muy ficcionalizado. Está siempre bordeando lo cursi, que es uno de los riesgos de lo sentimental, es un material que está ahí, te tenés que acercar para que ilumine algo del texto pero si te acercás mucho, te quemás y el texto se arruinó. Él juega con ese límite y yo lo tengo mucho en la cabeza. Después hay algo que me pasa, y que suele pasar entre los hombres, y es que soy bastante pudoroso a la hora de hablar de mis sentimientos, cuando me junto con amigos nunca me junto a hablar de sentimientos. Con amigas se puede hablar un poco más, está más habilitado pero en general me cuesta mucho, soy tímido. Y cuando escribo me sale. Es loco porque escribo cosas muy autobiográficas pero cuando estoy escribiendo se me cae todo el pudor. A veces mi mujer me dice "no me contás nada, decime qué te pasa" y le dijo "bueno no sé, después te escribo un libro".
-T: Hay varias referencias al amor y a la literatura: la idea de proyecto, la pareja como una forma de ficción y lo que prima en los dos casos es el rodeo. ¿Cómo fue el rodeo para escribir esta historia?
-M.L.: La palabra rodeo está buena porque este libro intenta abordar una experiencia que yo estaba intentando hace mucho tiempo pero que nunca encaraba. Fue un tema tabú muchos años, estaba guardado bajo la alfombra y este libro tuvo algo de "dejemos de rodear de tan lejos el tema y veamos lo que hay. Esto es así, qué fue o no tan grave". La primera parte es el amor romántico, clandestino, el amor maníaco, desenfrenado, la segunda es una especie de puente y la tercera es la conformación de la familia. Sin ese puente no se entendería ese salto. Pero el libro también puede ser una gran metáfora de cómo se va construyendo una relación de pareja, a veces muy lentamente, a veces más rápido. Hay distintos tiempos.
-T: ¿Qué repercusiones te sorprendieron del libro?
-M.L.: De los nombrados en el libro no puedo contar nada. La lectura de Martín Kohan me hizo pensar mucho, ver el libro desde muchos lugares y de otro modo que jamás lo hubiera pensado. Después hubo dos constantes: hubo gente que la leyó muy rápido y eso no me lo esperaba, y otros me dijeron que les gustó la primera parte pero no la segunda y la tercera. Esa primera parte es más narrativa y en las otras dos es verdad que baja un poco el ritmo, es más ensayístico, tiene más reflexión, es más calmo. Uno de mis amigos implicados en la historia me dijo que leyó la primera parte y después se aburrió y lo dejó. Me quedé pensando en eso porque originalmente se iba a publicar por Random, que es donde venía publicando, y lo trabajé bastante con la editora Ana Laura Pérez que me había sugerido que el libro sea solo la primera parte. Dije que no. Finalmente cuando fui a Sexto Piso el editor me dijo lo mismo. Mantuve mi intención original. Pero me queda la duda.
Con información de Télam