(Por Claudia Lorenzón) Con prólogo de la escritora Camila Sosa Villada se acaba de reeditar "Furia travesti", de Marlene Wayar, un diccionario que a modo de manifiesto revela cómo sienten, piensan, viven y se sublevan las integrantes de la comunidad travesti-trans que, según la autora, ha sido "deshumanizada" por la sociedad y el Estado, para vulnerar sus derechos y exterminarla. "Siguen habiendo discursos odiantes que ocasionan que sigan sucediendo los travesticidios, que siga existiendo la impunidad de las fuerzas policiales", señala la autora.
En cada definición, Wayar selecciona, arbitrariamente, palabras para dar cuenta de ese universo que las define a ellas y a los demás: policías, chongos, clientes, miedo. actualiza el significado de "furia" en relación a las postergaciones y vulnerabilidades que hoy tienen, pero también desde el orgullo de pertenecer a ese colectivo, y homenajea la memoria de amigas de militancia y prostitución como Lohana Berkins y Diana Sacayán.
"Imagino a Marlene como una criatura que nombra las cosas por primera vez. Imagino los fulgores con que aparecen las palabras, los recuerdos, las injusticias, los dolores, las picardías, las cicatrices. Chispazos en el cielo que configuran un sentido a palabras que mezquinaban los diccionarios... Al leer este diccionario, me queda claro que no es posible universalizar nada con la presencia de las travestis", dice Sosa Villada en el prólogo, de la edición editada por Paidós.
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Activista, y recientemente incorporada al área educativa del Palais de Glace, Wayar, que además es psicóloga social y periodista, aborda en diálogo con Télam el universo que la contiene y denuncia que "siguen habiendo discursos odiantes que ocasionan que sigan sucediendo los travesticidios".
- Télam: "Furia travesti" se plantea como una forma de definición del colectivo al que pertenecen. ¿Qué aspectos considerás que la sociedad debe conocer del ser travesti?
- Marlene Wayar: Aspectos que tienen que ver con la conciencia absoluta de ciertas certezas sobre la mirada del mundo y el respeto que las personas travestis han tenido sobre esto. Poner en duda el mundo establecido en esta configuración, donde lo que construye la realidad son relaciones de poder, es válido que sea cuestionado, y es lo que hacen las travestis, aún desde el más absoluto despoder. Algunas cosas que derivan de esto, como la posibilidad de sostener la ingenuidad del mundo, la capacidad de sorpresa, de maravillarse, de apreciar, de buscar la belleza son subsidiarias, si se quiere, de esa primera convicción.
- T: En uno de los pasajes del libro decís que las mujeres travestis tienen entre 32 y 35 años de vida promedio. ¿Qué condiciones las llevan a esa situación?
- M.W: Las condiciones son muchísimas, pero tienen que ver con un maltrato social que parte de la familia, lo cual crea una subjetividad desconfiada de todo lo extracomunitario. El maltrato se reafirma, por ejemplo, al ir al hospital pensando que ahí se las puede contener, pero comprueban que en ese ámbito, donde son heterosexuales como su mamá y su papá que los violentó, sucede lo mismo. Esto reafirma su convicción de yo no valgo para este mundo heterosexual, no valgo en mi familia, en la escuela, en la salud, en la justicia. Hay una creencia que va haciendo que al momento de pedir ayuda por diferentes mecanismos de asistencia social, sanitaria o jurídica, las travestis no lo hagan.
Hay una compleja situación que se da además con la persecución policial, con el ejercicio de la prostitución y el estar en posibilidad de inequidad respecto de negociar el uso del preservativo y tener una sexualidad responsable, lo que conlleva a contraer enfermedades de transmisión sexual, que no van a ser atendidas, o van a ser atendidas tarde, en un contexto de un montón de carencias.
El sometimiento al estrés permanente por la persecución policial, los casos por causas de narcomenudeo, que terminan ocasionando la pérdida momentánea de la libertad, en situaciones carcelarias sumamente cruentas, donde la asistencia médica se ve quebrada nuevamente, en situaciones de frío, encierro y tristeza, llevan a algunas a optar por el suicidio. Otras se van deteriorando físicamente, muy lentamente, sin buscar ayuda en el sistema público de salud. Es sumamente compleja la situación, y lo que está por detrás, es una cuestión de educación formal pero también y, sobre todo, informal, una apuesta fuerte a la formación de la sociedad en los nuevos parámetros. Pero siguen habiendo discursos odiantes que ocasionan que sigan sucediendo los travesticidios, que siga existiendo la impunidad de las fuerzas policiales para actuar con violencia indiscriminada para con la comunidad, explotándolas.
Lo que está en el trasfondo es que el Estado, a problemas específicos de una comunidad, ofrece cupos en políticas públicas diseñadas para la familia y, sobre todo para la mujer en contextos familiares, y esto es un error tremendo. Las políticas deben ser pensadas para esas sujetas en situaciones particularísimas de vida: no es lo mismo aplicar políticas en centros urbanos progresistas que en provincias donde predominan los pensamientos fundamentalistas religiosos o la políticas conservadoras, y no es lo mismo en la ciudad que en el campo rural.
- T:¿Qué deudas tiene la legislación argentina con el universo travesti?
- M.W: La gran deuda que tiene Argentina con el colectivo travesti-trans, sobre todo travesti, tiene que ver con la Ley de identidad de género y la posibilidad de que esto sea una constatación: que cada quien pueda ser registrada en sus propios términos y no en el binario hombre-mujer y quedar nuevamente invisibilizadas en ese binario en donde, por ejemplo, para las políticas públicas nunca será fácil hacer un análisis desagregado de los números porque estamos simplemente en la fila de los hombres y de las mujeres de manera imperceptible. No hay por el momento una sigla travesti que hable de esa especificidad y que pueda generar la implementación para llevar adelante programas orientados a esa comunidad.
La otra gran deuda tiene que ver con los crímenes de lesa humanidad para con este colectivo, entendido en el estricto sentido que establece la Corte Penal Internacional y todos los tratados de derechos humanos respecto de lo que se concibe como genocidio y crímenes de lesa humanidad. La sociedad ha producido un genocidio travesti que nosotras, por su especificidad, llamamos identicidio, porque se nos busca exterminar de manera sistemática, por nuestra condición travesti identitaria.
Poder hacer que esta sociedad y el Estado trabajen para asumirlo, aceptarlo y puedan actuar en consecuencia es sumamente necesario porque desplegaría dos leyes paraguas: la de identidad de genero y Ley de reconocimiento del genocidio y los crímenes de lesa humanidad en contra de la comunidad travesti-trans. Esto desencadenaría acciones legislativas programáticas educativas que tiendan a preservar la memoria, para la no repetición, y la incorporación y reparación de los derechos negados de las sobrevivientes, sino nos quedamos en lo que hace a una visión católica, de dádiva permanente.
Al haber esta desconexión sigue habiendo propuestas paupérrimas y oposiciones acérrimas a este u otro tipo de políticas afirmativas de quienes tienen un pensamiento fundamentalista desde lo religioso, lo moral y creen que no han sido partícipes de eso y de que no hay una sistematicidad en la búsqueda de eliminarnos de la faz de la tierra, a partir de esa deshumanización que hace posible que nos arrebaten la posibilidad de poseer todos los derechos intrínsecos a la condición humana.
- T: En la definición de términos que hacés se cuentan historias dolorosas, pero también hay situaciones pícaras, graciosas y hasta arriesgadas. ¿Qué lugar ocupan las amigas travestis en sus vidas, sobre todo si se dedican a la prostitución?
- M.W: Las amigas travesti lo son todo porque son nuestra forma de organización incluso familiar más fuerte, son el nexo más fuerte sostenido a lo largo de la vida, son la gran deuda que también tiene esta sociedad de legitimar ese vínculo de amistad con la misma jerarquía del maridaje del amor romántico, de la maternidad y de otros vínculos solo legítimos en tanto son vínculos consanguíneos. De nosotros dependen nuestras amigas cuando están en situación de cárcel, enfermedad, y en la posibilidad de enseñarnos las unas a las otras, incluso de poder desahogar la bronca, la furia que tenemos un día y poder agredir a la otra y que la otra lo soporte, lo sostenga y lo perdone.
Entonces construimos esos vínculos con la fuerza de quienes carecen de todo y ahí es donde depositamos todo: es el único banco crediticio que tenemos, y también es la posibilidad de entendernos como seres espirituales y construir lazos que están más allá de la conveniencia capitalista de casarse. Estos vínculos están tan a la vista que no lo hemos podido ver en el momento de pedir el matrimonio igualitario, y nos perdimos la posibilidad de legitimar nuestros vínculos más importantes como el de la amistad y hacer un aporte al resto de la sociedad, porque no somos las únicas que constituimos en la amistad algo importante, y debe ser válido, legítimo y legalizado para los cuidados mutuos, y hemos dejado que se vaya en la desesperación por imitar las relaciones y los preceptos heterosexuales como idílicos.
Con información de Télam