Hallados en un armario después de su muerte, los diarios personales de la escritora estadounidense Patricia Highsmith fueron recopilados por primera vez en un libro que en Argentina se editará antes de fin de año, pero que ya circula en Estados Unidos y en Europa, donde críticos y medios lo definen como un gran "autorretrato del siglo XX", de tono "lacerante" y "demoledor", que alumbra capas de la vida privada de la sombría narradora de suspenso, quien mantuvo un gran secretismo de su intimidad.
"Era una persona mala, dura, imposible de amar y nada afectuosa. Nunca pude entender cómo un ser humano podía ser tan implacablemente desagradable. Pero, ¿sus libros? Brillantes", dijo una vez el editor Otto Penzler, en un artículo reproducido por el diario ABC de España. Patricia Highsmith (1921-1995) envuelve el mito de la monstruosidad, potenciado por el recelo con el que protegía su intimidad: ha sido acusada de misántropa, con tendencias racistas, de inmoral por los placeres crueles que elucubraba su narrativa, e incluso de misógina por sus relatos.
Pero ¿cómo se pensaba ella misma? Si escribir es una forma de dejar fluir la conciencia ¿qué voz dejaba andar cuando anotaba impresiones sobre sí misma y sobre lo que lo rodeaba? En uno de los pasajes de los cuadernos difundidos por la prensa internacional, la autora dice que escribe esos diarios porque "me interesa analizarme a mí misma, tratar de descubrir las razones por las que hago esto y aquello".
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Las críticas que llegan de los países que ya han accedido al inédito material aseguran que estos escritos son tan turbulentos como ya se podía adivinar intuyendo algo del imaginario que ronda a la figura detrás de la autora de la novela "El talento de Mr. Riplay". Escribe Highsmith, por ejemplo: "Las obsesiones son lo único que importa. La perversión, sobre todo, me interesa y es la oscuridad que me guía". Sostiene también que "matar es como hacer el amor, una forma de posesión".
Los diarios que pronto publicará Anagrama en nuestro país despliegan un ejercicio literario visceral que echa luz sobre las zonas más íntimas de la escritora, como suelen prometer siempre este tipo de registros sobre lo personal que se publican ya muertos sus autores y que revelan la intimidad biográfica que se solapa detrás de la ficción y la creación literaria, como formas de aproximarse a la complejidad del personaje real. En este caso, se tratan de textos que recorren su vida, desde su época de estudiante hasta su últimos años en Suiza.
Tras la muerte de Highsmith, su albacea Daniel Keel convocó a la editora Anna Von Planta a recopilar, ordenar y transcribir las más de ocho mil páginas manuscritas de anotaciones personales que encontraron escondidas en un armario en su casa. Fueron muchos años de trabajo porque primero hubo que descifrar la letra y para eso, según cuenta El País, hasta contactaron a una amiga del colegio Gloria Kate Kingsley Skattebol. Además los escritos no eran sólo en inglés también había en francés, alemán, italiano y español.
El resultado está a la vista: publicado en Estados Unidos, por estos días acaba de editarse al español con el título "Diarios y cuadernos. 1941-1995", con edición y prólogo de Von Planta. Todavía falta para que llegue a la Argentina por las dificultades de importación, aunque se calcula que será antes de fin de año. Mientras tanto los lectores y las lectoras de nuestro país deberán esperar para encontrarse con este retrato en primera persona donde -según editorial Anagrama- se "muestra visceral y descarnada, con una incansable pasión por vivir y escribir: una creadora con un mundo interior tormentoso y una mujer dolorosamente humana".
Para el sello a cargo de la traducción al español, aflora en este libro "la persona detrás de la escritora, con todas sus complejidades y contradicciones. La autora da rienda suelta a contundentes opiniones -no exentas de polémica-, aborda episodios cruciales de su vida y nos permite también adentrarnos en la ´cocina´ de su universo literario y comprobar que su más célebre creación, el sociópata Tom Ripley, es el fruto destilado de sus demonios interiores".
Cuando se publicaron los diarios en Estados Unidos, el crítico literario Dwight Garner, de The New York Times, sostuvo que todo el libro es "excelso. Highsmith es demoledora consigo misma y con todo lo que la rodea. Pero los primeros capítulos son especiales. Contienen uno de los relatos más minuciosos y fervorosos que he leído en mi vida de lo que significa ser joven y estar lleno de vida en Nueva York".
Para el mismo diario, la crítica Frances Wilson escribió: "Los lacerantes diarios y cuadernos de Patricia Highsmith van a quedar como uno de los grandes autorretratos artísticos del siglo XX". Mientras que Keziah Weir publicó en Vanity Fair que estos textos habilitan "un acceso sin precedentes a la mente de una autora célebre por su secretismo".
Highsmith (1921-1995) empezó a escribir esos diarios con 20 años y en ellos refleja las tensiones que marcaron su vida y una cuantiosa producción literaria que traspasó las barreras del papel y llegó al cine con adaptaciones de mercado exitosas como "Tirar a mamá del tren" y "Extraños en un tren", también traducida en español como "Pacto siniestro", cuyos derechos fueron comprados por el rey del suspenso, Alfred Hitchcock.
En los cuadernos se trenzan romances, vínculos tortuosos, infidelidades, sexo casual y muchos nombres, nada distinto a la escritora genial y torturada, lésbica, controvertida, libertina, con inclinaciones racistas, agresiva y terriblemente lúcida que fue. Será por eso que el diario La Vanguardia ha definido esas anotaciones como un "turbulento océano de confesiones, desahogos, pensamientos y teoría literaria" con "cruentos traumas tempranos" así como "una juventud marcada por la ambición profesional, el éxito a la primeras de cambio y la voracidad sexual".
Con información de Télam