La épica argentina: desde el gaucho en el siglo XIX a Maradona y Messi en el XX/XXI

13 de septiembre, 2023 | 15.45

Nicolás Suárez no es sólo el autor de un libro que alumbra el recorrido del gaucho, por los clásicos argentinos del siglo XIX, que raras excepciones lo tenía como protagonista, sino que también es director de una valiosa película que recuerda al cine de Leonardo Favio: "Hijos Nuestros", protagonizada por el mejor Carlos Portaluppi, pone en escena aquella soledad vivida en La Pampa, pero en el siglo XXI, en la figura de un hincha de fútbol.

Tanto con su libro "Cómo miramos el siglo XIX, relato y comunidad en la literatura y el cine argentinos" como en su opera prima, "Hijos nuestros", Suárez puede tocar el alma de la argentinidad, poniendo su voz para relatar la esencia de lo que ya buscaba Leopoldo Lugones en el Centenario de la Nación Argentina: una épica nacional.

-T.: ¿Cuál es la propuesta del libro "El payador" de Lugones?

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-N.S.: La propuesta de Lugones en esa obra consistía en leer el "Martín Fierro" como un poema épico nacional, cuyo valor para la cultura argentina sería comparable al de la "Odisea" para los antiguos griegos o al "Cantar de Mío Cid" para los españoles. Hacer de un gaucho rebelde, borracho, racista y pendenciero como Fierro el héroe épico de la nacionalidad argentina es una lectura osada, que requería muchas argucias retóricas. Esta lectura originó muchos de los malentendidos posteriores que rodearon el poema. Pero nadie puede negar la creatividad de la operación de Lugones. Despojó al texto de su sentido "original" de crítica social y le asignó nuevos sentidos épicos, acaso impensados para la época y para el personaje de un gaucho matrero.

-T.: Como director de una película sobre un hincha y jugador de fútbol, ¿consideras que el fútbol podría ser la nueva epopeya nacional?

-N.S.: Diría que sí, que el fútbol cumple con muchos de los requisitos de un relato épico, ya sea que se entienda la épica en un sentido aristotélico, lukácsiano, bajtiniano o el que sea. Aristóteles definía la épica como una narración heroica en verso que aborda las hazañas de un héroe individual o colectivo tomando como base las tradiciones orales de un pueblo. Sacale a esa definición el accidente del verso y se ajusta bastante bien a las historias de Messi y Maradona. Para Lukács, la épica era una representación total, coherente y no mediada de una cultura antigua, más simple, que se percibía como cerrada y socialmente homogénea, sin contradicciones. ¿No es un poco esa la historia del 86 o el cuento feliz del último mundial? Pero eso sí: Lukács dijo esto en el contexto de la Primera Guerra Mundial, como una crítica de la presencia de valores épicos en la época moderna, que para él más bien requería de la ironía sutil de la novela. Vivir épicamente una época que no lo es, para Lukács, suponía no solo un error estético sino también una forma de violencia. En ese sentido, no me parece desacertado afirmar que el fútbol (como manifestación de una cultura nacional) puede ser un sustituto moderno de la épica, con todo lo que implica en términos de las pasiones violentas y escapistas que moviliza.

-T.: Si tuvieras que elegir un clásico de la literatura argentina para llevar al cine, ¿cuál seleccionarías y cuál sería la razón detrás de tu elección?

-N.S.: Hace ya algunos años, estoy trabajando en una versión de "Sin rumbo" de Cambaceres. En mi opinión, una de las mejores novelas del siglo XIX argentino. Es un texto que para mí resuena mucho en el presente, por la crítica implícita a la explotación de los recursos naturales, los trabajadores, los niños y las mujeres; pero, a la vez, es una crítica tan brutal, narrada de un modo tan crudo y despiadado, que hoy resulta casi anacrónica. Me fascina esa tensión. Ojalá que dentro de algunos años podamos concretar el proyecto, si es que el cine todavía sigue existiendo y no nos fuimos todos a Tik Tok o a ver partidos de fútbol.

Con información de Télam