A veces el encuentro con una obra se da a partir del cruce con una línea o una frase que funciona como hilo para ir descubriendo un mundo que parece estar ahí para decirnos algo nuevo sobre nosotros mismos o el mundo en el que vivimos, pero también podemos ir en búsqueda de ese universo creativo y Alicia Genovese, Osvaldo Aguirre y Maruja Bustamente intentan dar claves para concretar el encuentro con las obras de Irene Gruss, Estela Figueroa y Susana Thénon.
Los tres cuentan también cómo y cuándo se cruzaron ellos con estas poetas a las que homenajearán estos días en el Festival Poesía Ya! y convocan a leerlas a partir de recomendaciones desde el entusiasmo y la celebración.
"A la poesía de Irene se podría entrar por cualquier parte, enseguida se hace reconocible su voz y produce su efecto. Hay una desolación que no se enuncia con lamentos, muchas veces lo hace con una ironía tan incisiva como convincente. Sin embargo, aparecen hendijas de luz, ciertas risas, cierto amor, una plantita, un pájaro desde la ventana, como una piedra suelta del espacio caída en el patio de tu casa y que hace dimensionar otra cosa", expresa Genovese sobre la autora de "Música amable al fin".
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Sin embargo, advierte que "no comenzaría a leerla por los últimos libros", sino que propone la lectura de libros como "El mundo incompleto" o "La calma", porque considera que es "cuando su voz se afianza".
"Hay también dos conjuntos muy interesantes para comenzar, la serie de poemas titulados 'óptica' que me parecen excelentes, incluidos dentro de 'En el brillo de uno en el vidrio de uno' y la serie 'Sobre el asma'. En estos libros su escritura ya está muy afirmada y esos poemas la ubicaban como una voz indiscutible, mayor, dentro de la poesía argentina", se entusiasma la autora de "El borde es un río".
Osvaldo Aguirre afirma que a quien vaya a leerla por primera vez a Estela Figueroa, le recomendaría que "lea la obra". "Lo que pueda suceder después no le compete a nadie, ¿no? Por otra parte, me pregunto, ¿por qué una figura como Estela, tan al margen de los movimientos, de las periodizaciones, de los panoramas, a partir de un momento es reconocida y homenajeada? Creo que es porque en su obra, como en las de otros poetas con trayectorias similares, reconocemos la poesía; la poesía despojada de las modas, de las roscas, de la hojarasca que tantas veces nos trastoca el juicio", remarca.
En ese punto reconoce que "la publicación de 'La forastera', a través de Ediciones Recovecos, la editorial de Carlos Ferreyra, en Córdoba, le dio un impulso, hizo que salieran reseñas en Diario de Poesía, en La Voz del Interior, en La Capital, amplió un circuito de lectores que hasta entonces era muy restringido".
Para el autor de "Tierra en el aire", "ese impulso se renovó con la aparición de 'El hada que no invitaron', la obra reunida que publicó Bajo la luna: finalmente la obra de Estela comenzó a ser leída en la ciudad de Buenos Aires. El homenaje en el CCK se inscribe en esa etapa de revaloración y de, diríamos, consagración que abrió la aparición de la obra reunida y que por suerte Estela pudo apreciar".
Sobre cómo llegó él a esa obra, fue a través de Virginia Russo, la hija mayor de la poeta, de quien era amigo. Había comenzado a colaborar en Diario de Poesía y a principios de 1991 la entrevistó. "Esa fue mi primera entrevista como periodista. Ella solo tenía un libro publicado, 'Máscaras sueltas', pero resultaba suficiente para apreciar una obra extraordinaria".
Así no solo comenzó a leerla sino que fue el inicio de "una amistad que transcurrió a través de encuentros bastante espaciados y sobre todo de correspondencia y de charlas telefónicas", rememora.
"Estela no se comunicaba con teléfono celular ni usaba el correo electrónico. Le encantaba escribir cartas, y con sus cartas siempre venía algo más, poemas, collages, ejemplares de La Ventana, la revista que dirigió y publicó la editorial de la Universidad Nacional del Litoral; y podía pasar horas en una conversación telefónica", relata el también poeta y periodista.
Maruja Bustamante interpela a quien no se encontró con Susana Thénon invitando a que "la lea y se deje pelear, acariciar y deprimir por ella. Que ría, porque es muy graciosa". "Tiene mucho humor y eso me fascina", señala.
En su caso, la llegada fue por la actriz y directora Helena Tritek, a quien define como su "maestra de teatro" y desde los 14 le abrió la puerta "al misterioso y abundante mundo de la poesía".
"Gracias a ella conocí a muchas poetas y muchos poetas. Entre ellas, Thénon. También me presentó a Fernando Noy y el me habló mucho de Pizarnik y de Thénon cuando era yo una adolescente. Tengo la obra completa", asegura.
Con información de Télam