(Por Ana Clara Pérez Cotten) - Con once textos encargados a autores de distintos estilos y generaciones como la colombiana Carolina Sanín, Tamara Tenembaum o Juan José Becerra, "El libro de las diatribas" propone un breve tratado para pensar los grandes temas desde la crítica y la oposición y, con planteos llenos de argumentos pero también de ira, cuestiona e ilumina tópicos como los superhéroes, el matrimonio, la cancelación o la bondad.
Convocados por los escritores Mauro Libertella y Joana D´Alessio, responsables del catálogo del sello Vinilo, los autores aportaron breves ensayos que, desde la crítica y por la negativa, terminan por definir una mirada del mundo.
La idea nació en plena pandemia, durante el verano de 2021. "Barbijos, omicrón, calor, etcétera. Caminaba con un amigo por la calle, pesadamente, en cámara lenta, como se camina en verano. Esa tarde hablábamos de pavadas, un tipo de conversación arbórea, sin punto fijo, que lleva años y que puede saltar de la euforia a la desesperación en media cuadra. En algún momento del recorrido pasamos por uno de esos muchos, de esos demasiados locales mezcla de cervecería, hamburguesas ostentosas y papas cheddar que pueblan nuestra ciudad y le digo a mi amigo: cómo odio esas banquetas altas que ponen en estos lugares. Lo dije así, con acento en la D: oddddio", recordó Libertella sobre cómo nació la idea.
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Después, explicó cómo la literatura lo ayudó a transitar ese odio y finalmente, convirtió esa idea en un proyecto editorial: "Creo que mi amigo no me escuchó, o por lo menos no me dijo nada, y seguimos caminando. Pero me quedé pensando: no puedo prohibir esas sillas porque no tengo la autoridad ni la potestad para hacerlo; no puedo refundar la patria porque no tengo la investidura ni la voluntad para hacerlo pero podría escribir un textito contra las sillas, así me saco las ganas y además despunto el viejo placer de la queja".
El entramado del libro propone un encadenamiento de temas que van desde el capricho de la inspiración hasta la agenda de cuestiones más "urgentes" en el debate cultural. Dolores Gil escribió contra el matrimonio; Rafael Spregelburd, contra los superhéroes, Tamara Tenenbaum, contra la nostalgia, Andrea Calamari, contra la cancelación; Osvaldo Baigorria, contra el trabajo; Mariano Tenconi Blanco, contra lo útil; Virginia Cosin, contra la sumisión; Juan José Becerra, contra el consumo o el consumismo; I Acevedo, contra la imaginación y Juan Sklar, contra la bondad). El último texto es de la escritora Ángeles Salvador, autora de las novelas "La última fiesta" y "El papel preponderante del oxígeno", quien falleció en junio. Su texto es uno de esos golpes de sentido que solo la literatura puede dar: publicado en forma póstuma, su diatriba es contra la muerte. Vinilo y los autores decidieron dedicarle el libro.
"Estaría bien resucitar: que cuando me muera, a la semana, se descubra un método para reactivar el proceso homeostático de mis células y que cicatricen y rejuvenezcan con diecinueve o veintidós años. Que me exhumen y la ciencia me dé el soplo vital. Que me tengan en un hospital hidratada con un suero. Que me miren asombrados. Y me digan que fui seleccionada entre un grupo selecto de muertos recientes para beneficiarse con los primeros ensayos de resucitación celular en occisos humanos y que conmigo han logrado el resultado esperado", comienza el texto póstumo de Salvador.
D´Alessio cuenta, en diálogo con Télam, cómo fue que ese texto se convirtió en parte del libro: "Siempre me gustó su tono espectacular y corrido de un estilo de la época. Cuando armamos el libro, quisimos sumarla y ella me pidió tiempo para pensar el tema. Un día me avisó que iba a escribir en contra de la muerte. Nos mandó una primera versión, se la devolvimos con algunas notas y ella mientras me pedía perdón por la demora en las correcciones porque, me contaba, estaba con problemas de salud. Y en determinado momento se cortó la comunicación. Nos enteramos que estaba internada, con el libro en la imprenta". Y a pesar de lo especular entre la diatriba y la realidad, para D´Alessio el texto de Salvador brilla porque escribe desde "un lugar muy fantasioso y divertido, no necesariamente autobiográfico o de quien sufre porque padece una enfermedad".
"A mí me costó mucho. Será porque no soy ensayista y porque cuando escribo teatro las voces no son las mías: es fácil meter bocadillos de enojo en personajes que no necesariamente tienen razón", confiesa sobre el formato Rafael Spregelburd quien escribió "en contra de cómo se construye la noción de humanidad a la sombra de la superhumanidad".
La escritora Virgiana Coisin emprendió contra la sumisión en su ensayo "De rotas cadenas". Con el tiempo me volví más paciente, más reposada. Intento no librar guerras que están perdidas de antemano ni armar escándalos ante cualquier inconformidad o discordancia. No siempre puedo. A veces no me sale", confiesa para luego contar las múltiples formas en las que logra sustraerse del deseo o la indicación de un otro.
"La cancelación es la incomodidad ante la diferencia, el reclamo de los ofendidos, una suma de declaraciones públicas, unos grititos en las redes", escribe Andrea Calamari, que se sumó convocada por Libertella, quien estaba interesado en su mirada sobre la literatura "on voice" que sostiene que una voz de minoría oprimida solo puede reproducirse desde la identificación y también por los textos en los que exploró el fenómeno de los "sensitive readers" en Estados Unidos.
En su diatriba, Calamari advierte que en la Argentina reina un tipo de cancelación "de cabotaje". "El fenómeno llega por oleadas y desconfigurado. Y está muy atravesado por las afinidades políticas e ideológicas. Hay sectores que alzan la voz contra algunas cosas y a favor de otras en función de su posición ideológica y no por los contenidos. En Argentina, prima el quién y después el qué", explica a Télam sobre el matiz que decidió darle a su planteo al recortarlo.
"Escribir en contra de algo es muy productivo. El odio es muy productivo como punto de partida: organiza los pensamientos y una lógica. Es algo que en general aparece en mi escritura", cuenta Dolores Gil, quien el año pasado publicó en Vinilo "Parte de la felicidad" y ahora se unió al seleccionado de escritores que escribió las diatribas.
Acepta que el matrimonio no fue el primer tema que tenía en la cabeza y que le inspiraba odio. "Me debatía entre escribir en contra del pánico o la resiliencia. Pero mi deseo no estaba ahí. Creo que aunque sea por encargo hay que encontrar el hilo del deseo para que la escritura se active", explica.
El tema, el matrimonio, lo encontró en las conversaciones que mantiene desde hace años con su mejor amiga y cuenta: "Después de los 40, hay como una mezcla un poco agridulce. El matrimonio es un tema que está muy presente en las mujeres de mi generación. Ya sea porque sostenemos la pareja con mucha dificultad, porque abandonamos la esperanza de tener un amor para toda la vida o porque nos separamos".
Pero ni el fracaso ni la incertidumbre la hicieron elegir un tono de convencida. "Quise hacer un texto matizado, dubitativo sobre el matrimonio. Creo que en el pensamiento hay movimiento e intenté que quedara plasmado en el texto", propone Gil y advierte que, aún después de una separación, los efectos de un amor siguen operando.
Con información de Télam