Entre homenajes, adaptaciones y traducciones, la obra de Hebe Uhart llega a nuevos lectores

20 de septiembre, 2023 | 18.14

(Por Ana Clara Pérez Cotten) Con la potencia y el deslumbramiento con el que las nuevas generaciones alcanzan un secreto bien guardado y también con la expansión creativa que implica trascender la geografía, la obra de la escritora Hebe Uhart cobra notoriedad, se resignifica y cosecha lectores a través de la relectura y adaptación de sus cuentos, de homenajes literarios y de la publicación de sus textos en el exterior, a pocos días de cumplirse cinco años de su fallecimiento.

Una obra de teatro basada en cuatro de sus cuentos, el título de un libro que encierra un homenaje y la publicación de uno de sus cuentos en The New Yorker son algunas de las señales de cómo la obra de Uhart ha comenzado a transcurrir nuevos caminos.

Uhart nació en 1936 en Moreno, en la provincia de Buenos Aires, estudió Filosofía en la Universidad de Buenos Aires; trabajó como docente, colaboró en distintos medios y recibió en 2017 el consagratorio Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas, que otorga el Estado de Chile a la trayectoria literaria. Falleció el 11 de octubre de 2018, a los 81 años.

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Su obra, vasta, es la que da sustento al redescubrimiento que se produce ahora. Publicó la novela "Mudanzas" (1995), los libros de cuentos "Dios, San Pedro y las almas" (1962), "La gente de la casa rosa" (1970), "El budín esponjoso" (1977), "La luz de un nuevo día" (1983), "Del cielo a casa" (2003), "Turistas" (2008) y "Un día cualquiera" (2013) y una selección de su obra narrativa en el volumen "Relatos reunidos" (2010).

Reconocida por su trabajo docente en sus talleres de escritura, fue también una gran narradora de viajes, temática a la que se abocó especialmente en los últimos años, a través de las crónicas "Viajera crónica" (2011), "Visto y oído" (2012), "De la Patagonia a México" (2015), "De aquí para allá" (2016) y "Animales" (2017), le gustaba conocer las cosas de primera mano.

La obra de teatro “Donde cae queda”, que se exhibe en el Cultural Morán todos los domingos hasta el 29 de octubre, está basada en cuatro singulares relatos breves de Uhart: “El juego de cartas”, “El budín esponjoso”, “Moreno” y “El recital de piano”. Las directoras, Ana Lucía Morón y Paula Schiselman, bucearon en la obra de la autora para dar finalmente con los textos escogidos, escritos entre las décadas del 70 y 80. Morón y Schiselman se conocieron en 2019 en el taller de puesta en escena de Rubén Szuchmacher y Graciela Schuster y, en el marco de una consigna que pedía trabajar con un texto literario para llevarlo a escena, eligieron el cuento “El budín esponjoso”. “No ingresamos a la obra de Hebe pensándola como una totalidad, sino que la fuimos conociendo a partir de ese cuento, como si fuera una semilla”, recuerda, en diálogo con Télam Paula Schiselman sobre el origen del proyecto. “Después de esa primera experiencia, nos dieron ganas de hacer algo más grande con la obra de Hebe. Entonces, nos pusimos a leerla de forma casi compulsiva durante meses. Y así llegamos a la selección de estos cuatro textos sobre los que trabajamos la adaptación”, relata y recuerda que pudieron contarle a la autora sobre el proyecto en un email y que ella, meses antes de morir, las contactó con Adriana Hidalgo -la editorial que publica gran parte de su obra- para resolver las cuestiones de derechos de autor. “Sus cuentos tienen algo muy profundo y muy superficial a la vez y eso opera, en definitiva, con un efecto de humor. El tono puede ser provinciano y coloquial y, al mismo tiempo, muy profundo, filosófico”, analiza Schiselman.

Finalmente, después del tiempo dedicado a la lectura, optaron por una selección que recorta genealogías de mujeres y basaron la adaptación en los recursos formales del texto: la multiplicidad de voces, el arte de recordar o las explicaciones sumamente cuidadas y detallistas. Ana Lucía Morón advierte que armar una obra de teatro con textos no teatrales “es complejo pero muy atractivo”: “Ver cuentos en teatro puede ser algo sumamente aburrido para el espectador. Nos interesó hacer una búsqueda en su obra y creo que algo que nos ayudó muchísimo fue su ejercicio casi obsesivo al observar. Hebe miraba todo con curiosidad. Es un poco como dice en el cuento `El recital de piano´: ´Donde ponía el ojo, ponía el entendimiento”.

Ilustrado con un dibujo de Chris W. Kim y traducción de Anna Vilner, el cuento “La secundaria” apareció publicado en el número de agosto de la mítica revista estadounidense The New Yorker, que preparó un suplemento especial estival dedicado al cuento corto. El cuento forma parte de “A Question of Belonging: Stories”, un libro que reúne 25 de sus crónicas traducidas al inglés y que será publicado por Archipiélago Books a principios de 2024. “Uhart revitaliza nuestro deseo de conectarnos con otras personas, de amar el mundo, de reírnos ante las malas intenciones y de volver a mirar más de cerca: desde las avefrías, las pedicuras al borde de la vereda y las conversaciones entre enfermeras y pacientes, a Goethe y la obra del director boliviano Jorge Sanjinés”, prometen los editores del sello norteamericano, con sede en Brooklyn. En sintonía con la publicación en The New Yorker, los editores decidieron abrir la preventa del libro que ya se puede comprar por Amazon.

“Unos ojos recién inaugurados”, el último libro del escritor Martín Felipe Castagnet, debe su título a la inspiración “Uhartiana”. En "Animales", la autora describe a un mono y dice: “Unos ojos luminosos, como recién inaugurados”. La expresión de esa sensibilidad animal al autor le recordó el gesto curioso de la mirada de su abuela Elsa, a quién recuerda en una semblanza que reconstruye al personaje y, al mismo tiempo, le permite al lector indagar en la complejidad y la riqueza de la relación abuela-nieto a lo largo de los años.

En verdad, el vínculo entre “Unos ojos recién inaugurados” y “Animales” es especular: Uhart recuerda allí una visita que hizo junto a Castagnet a la reserva de Horco Molle en Tucumán y anota “Martín le compró a su abuela un libro sobre aves argentinas”. ¿Fue un homenaje del joven escritor a la escritora consagrada? “El texto no tuvo título hasta que llegué al último párrafo. Mientras lo escribía tuvo dos títulos de trabajo: `Mi abuela Elsa´ y ´La vieja Inés´, dos textos crudos que fui fusionando a medida que avanzaba con el manuscrito”, cuenta Castagnet a Télam y confiesa que, aunque “ama el arte del título” nunca queda conforme con los propios. En un juego literario, encontró en la obra de la autora la respuesta a ese inconformismo: “Sabía que era algo que me faltaba: como dijo Duchamp, `el título es un color más´. Esta vez, por suerte, a medida que me aproximaba al final de mi historia me di cuenta de que me faltaba contar el fanatismo de Elsa por los libros de pájaros. Entonces recordé que Hebe había mencionado ese gusto de mi abuela en `Animales´, y al leer la crónica completa descubrí que terminaba con esa frase hermosa sobre los monos tití. Y en el primer párrafo de mi manuscrito, yo contaba la definición que hacía mi abuela sobre sí misma: un mono con medias. Entonces supe que había encontrado mi título, ya que además habla de la mirada curiosa de mi abuela hacia la vida, y de la mirada que yo hago de ella ahora que soy adulto”.

Castagnet vivió a una cuadra de la casa de Uhart durante muchos años, en Almagro, pero entabló con ella un vínculo de amistad recién años después, lejos de la comodidad de la cercanía: “Como suele suceder, la terminé conociendo cuando nos llevaron a ambos a muchos kilómetros de distancia, a San Miguel de Tucumán primero y Villa Mercedes después, en ese turismo entre lo laboral y lo vacacional que son las invitaciones a ferias y festivales. Esa vez en la Feria del Libro de Tucumán charlamos café de por medio, y hasta me dio consejos de pareja, pero ella le prestaba poca atención a sus colegas y menos todavía a las ´charlas de escritores´”. Recuerda que esa conversación pasajera contrastaba mucho con la atención que le prestó en la reserva de Horco Molle a la guía y a los animales: “Les había solicitado esa excursión a los organizadores para incluirla en su próximo libro sobre animales; en cuanto lo supe me apuré en sumarme, para conocer al cerro San Javier y para verla a Hebe en acción. Estaba muy compenetrada e interactuaba con los monos, que le respondían con gusto, y haciendo preguntas mientras las veterinarias de la reserva operaban el ala de un aguilucho, armada con su libretita y dos microfibras”. Aquel viaje compartido -que llegó a las páginas de dos libros, el de Uhart y el suyo- sigue siendo una suerte de oráculo literario, un lugar al que volver: “Reviso mi cuaderno de anotaciones de esa época: junto a los consejos de pareja, leo ´Washington soñaba megaterios (Hebe)´. Me pongo a googlear y descubro que no fue Washington sino Jefferson, cuya descripción del Megatherium le sirvió a Darwin para probar las formas intermedias entre los fósiles y los seres vivos, y por tanto la teoría de la evolución. Las observaciones de Hebe no dejan de resonar”.

Con información de Télam