El estadio de Argentinos Juniors, el santuario que concentra la liturgia maradoniana

24 de noviembre, 2021 | 17.40

(Por Mercedes Ezquiaga). Los homenajes a Diego Armando Maradona, el número uno del fútbol de todos los tiempos, se multiplican al cumplirse un año de su paso a la inmortalidad, pero sin dudas el epicentro de la devoción toma como escenario el club Argentinos Juniors, el estadio que lleva su nombre, que lo vio debutar en primera división a los 15 años, que distintos muralistas han intervenido y donde se ubica el santuario al que acuden sus devotos a dejarle toda clase de ofrendas.

Si Maradona es una religión, la capilla donde rezarle -el "Altar en homenaje a D10S", se ubica en la avenida Boyacá, en el barrio de La Paternal, construido por el club Argentinos Juniors en un espacio del predio donde antiguamente se guardaban las máquinas de cortar el césped, donde se alza un mural del artista Maximiliano Bagnasco, repleto de rosarios, camisetas, estampitas y toda clase de objetos dejados por sus fans.

Fue luego de aquel fatídico y triste día, en que miles de fanáticos se acercaron espontáneamente al estadio Diego Armando Maradona a dejarle velas, casacas, pelotas de fútbol y hasta la figura de una Virgen de Luján, en una de las paredes del estadio, que el club decidió construir en tiempo récord este santuario que abre de lunes a sábados para que los hinchas le rindan tributo en "La Paternal Tierra de D10S" como indica el letrero en el ingreso.

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"Acá lo pinté a Diego sonriente, con la pelota en la mano, en la época de Argentinos Juniors, disfrutando de sus primeros triunfos. El mural tiene más de dos metros de alto, y mientras la empresa constructora preparaba todo para dejar listo el santuario yo pintaba. Fue en menos de dos días. Como la gente venía y dejaba velas y toda clase de objetos en la calle decidieron ponerlo acá adentro, que tenga su lugar especial", cuenta el muralista Maxi Bagnasco a Télam.

De niño, Bagnasco se había acercado hasta Segurola y Habana con un dibujo del por entonces jugador de Boca junto a sus hijas, que le entregó en persona a Dalma. El día de su muerte posteó en sus redes: "Te dibujé también el día que te fuiste", con una de sus creaciones realistas de Pelusa. El posteo se viralizó y enseguida lo contactaron de medios de todo el mundo. Entonces Cristian Malaspina, presidente de Argentinos, lo llamó para encargarle el mural principal del santuario.

¿La mano de Dios? "Desde entonces no dejé de pintarlo. La gente empezó a querer la imagen de Diego en sus casas. Desde el 25 de noviembre de 2020 no hubo una semana que yo no pinté al Diego. Presenté una exposición de 19 imágenes en el Patio de los Lecheros, una cronología de su vida, y pronto voy a inaugurar otro mural en su homenaje. Me llamaron de medios de todo el mundo. Cada mural de Diego me hizo parte de lo que soy hoy. Puedo pintar cualquier cosa pero cuando pinto a Diego la respuesta es inmediata. Mi trabajo llegó a todo el mundo gracias a él", asegura Bagnasco.

Su mural, Pelusa con la casaca roja y el cuello blanco, custodia los cientos de objetos que sus fanáticos le han acercado, además de los numerosos rosarios, pulseras y velas. Hay estampitas de San Cayetano y del Gauchito Gil, de Evita Santa, figuritas de un álbum que retrata al Diez, estampas de Maradona con la leyenda "Patrono del pueblo" y "de la cultura popular". Hasta cigarrillos han dejado en este altar -frente a largos bancos de madera, como los de las iglesias-, camisetas de todos los colores, fotografías y tapas de revistas deportivas, cuadros pintados por sus fanáticos, una secuencia de imágenes que muestra "el gol del siglo" en México 86.

Pelotas de fútbol, flores, barbijos y dibujitos hechos por niños, muchos mensajes escritos de puño y letra "Diego vive", "Nacido para ser campeón", "Te voy a extrañar" y "Gracias". Todos los regalos tienen su espacio en este santuario para la pasión -que como dictan las reglas no tiene una explicación racional-. Destaca un libro, de Leopoldo Brizuela, "Inglaterra una fábula" intervenido con marcador: le borraron las últimas dos palabras al título y agregaron "llora", seguido de la grafía: "Dios es argentino", con marcador dorado.

"Cada vez que vuelvo hay más cosas, más regalos de la gente por eso me gusta venir. Hay cuadros, guantes de un boxeador, discos, botines, muñequitos del Diego", añade Bagnasco sobre esta meca maradoniana.

Pero además del santuario, todas las paredes de la manzana enaltecen a Maradona en diferentes momentos y edades, obra del muralista Marley Graffitis: Diego y sus rulos, con las manos en posición de rezo, abrazando a Claudio Paul Caniggia con la camiseta de Argentina, gritando un gol, con la campera de entrenador de la selección nacional, rodeado de sus padres Tota y Don Diego, y hasta un cebollita de mirada tímida. Hay stencils con el rostro de Diego en las casas aledañas y -además de otras leyendas del club- un Maradona en mosaico está por inaugurar, el 10, inmenso, blanco sobre rojo, en los escalones de la tribuna del estadio, uno de los clubes donde más goles anotó el ex astro del fútbol mundial.

Diego Ariel Vannucci, de 43 años, es el custodio del altar. Trabaja hace años en el club y desde diciembre se dedica específicamente a cuidar, mantener limpio o cerrar con candado la puerta del espacio, convertido en la meca del campeón del mundo en México 1986 y subcampeón en Italia 1990.

"Estoy a cargo del santuario -confirma con orgullo este otro Diego, en diálogo con Télam- Estar acá es todo. Cómo te puedo decir, no es fácil describirlo: hay de todo, gente que se emociona, que se despide a su manera, que uno va viendo. Todas las semanas hay cosas nuevas: los famosos botines Puma que usó toda su carrera. ¡mamita querida!", exclama el custodio Diego, en alusión al calzado con el que Maradona hacía jueguito, en la cancha. Los cordones desatados, jueguitos y magia para entretener a la tribuna. Y los botines que el 10 se anudaba dentro del estadio, cuando todas las cámaras lo estaban filmando: parte del contrato.

Diego Ariel no se reconoce "tan futbolero" pero, al año de nacer, sus padres le preguntaron al pibe de Fiorito si podía ser el padrino de su hijo: "Acá está la foto", muestra con orgullo la imagen enmarcada que él mismo acercó a esta capilla. "Yo de bebé, mi mamá, mi papá y Diego", señala. Es en la Sagrada Familia de El Palomar, el sacerdote, el agua bendita y el Diez, en una misma toma.

"Diego me consiguió laburo", agradece uno de sus devotos creyentes. Se acercó hasta la capilla de Paternal a agradecer. Lo cuenta el custodio: "Algunos vienen a pedir y otros a agradecer", confirma como si de un santo popular se tratara. Uno de los días más convocantes puertas adentros del santuario fue el 30 de octubre pasado, cuando hubiera cumplido 61 años.

Se respira 'Maradó' en cada rincón de esta manzana, dentro y fuera del club: en la sala de prensa empapelada con su cara, o en la esquina de Gavilán, donde el escultor Alejandro Marmo instaló un "Diego iluminado", similar a la Evita en el ex edificio de Obras Públicas. Sobre la pared, el calado en negro, iluminado detrás, para delimitar los rasgos de quien fuera entrenador de Gimnasia y Esgrima La Plata.

"Dicen que escapó de un sueño", reza una pared cercana al estadio del "Bicho", que muestra a Maradona con los colores de Argentinos, dos alas que le nacen de la espalda y una clara alusión a la canción de Los Piojos que con tanta eficacia capturó la esencia del ídolo que se convirtió en leyenda; del jugador que hacía poesía con el balón, del rebelde y carismático que se ubicó en la vereda de enfrente de los poderosos.

Y unas cuadras más allá, en la calle Lascano 2257, se ubica La casa de D10s, una suerte de museo, donde vivieron los Maradona entre 1977 y 1980, cuando Pelusa firmó su primer contrato profesional con la institución de La Paternal, el barrio que acunó al futbolista cuando era solo un joven con sueños.

Justo en el ingreso -que está cerrado y hay que reservar previamente- está parada Nicoletta, una periodista italiana, oriunda de Nápoles, sonriente y de ojos claros luminosos.

"Es mi primera vez en Buenos Aires. Vine por turismo, con mi novio Pablo, que es argentino. Lo primero que quise visitar fue la casa de Maradona por mi historia personal. Por eso estoy acá. Soy de Nápoles", insiste Nicoletta, pura simpatía, que -por si quedan dudas de su fanatismo- se está hospedando estos días en un piso que queda justo enfrente de la cancha de Argentinos, del estadio Maradona.

"Buenos Aires es como una ciudad que ya conozco, la siento muy cercana, por las costumbres, la manera de vivir y porque es tan parecida a Nápoles. Allá amamos a Diego. Su funeral duró varios meses. En todos los bares de Nápoles está su figura presente, para rendirle homenaje", asegura la mujer.

Mientras que el club propuso reemplazar el nombre de unas 30 cuadras que circundan el estadio, por el de "Diego Armando Maradona" y se especula también con la creación de un circuito turístico, deportivo y cultural, a cielo abierto, que sirva para rendir homenaje al exastro del fútbol, el santuario recibe a los fans de lunes a viernes de 8 a 16 y los sábados de 9 a 14. Desde el día de su muerte, algunos se animaron a describir a Maradona como "artista" y a decir que las fechas que marcan su paso por la tierra van de 1960 a la eternidad (1960-∞).

Con información de Télam