El costoso lado B de la autoficción: trabajan con la intimidad y enfrentan acciones y escándalos

03 de septiembre, 2022 | 13.40

En el territorio difuso pero fértil donde se desdibujan los límites entre ficción y la realidad, los autores que eligen la autoficción para contar secretos familiares, recuerdos y reelaboraciones tardías enfrentan después el costo de involucrar a otros y deben lidiar con los reproches, acciones legales y respuestas públicas, la contracara de la publicación que al parecer no solo trae premios y reconocimiento.

¿Venganza personal o deber literario? ¿Existe un límite ético a la hora escribir y usar como materia prima las aventuras amorosas, divorcios, enfermedades y conflictos familiares y, de esa forma, abrirle a los lectores la puerta a una intimidad que incluye a otros?

Varios de esos sinsabores familiares que puede traer aparejado el género salieron a la luz en los últimos días alrededor de la película que llevará al cine “El salto de papá”, el libro que en 2017 publicó el periodista Martín Sivak en el que a partir del suicidio de su padre Jorge Sivak y del secuestro y posterior asesinato de su tío Osvaldo Sivak, traza un recorrido de la historia familiar hilvanada con la del país.

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La coproducción entre Paramount, Viacom y Telefé anunció que eligió al reconocido actor Rodrigo de La Serna como protagonista y aclaró que se tratará de “una ficción inspirada en hechos reales”, una línea que no evitó que empezaran a surgir los problemas. Las hijas de Osvaldo Sivak expresaron su negativa a que se realizara sin que ellas tuvieran acceso previo al guion basado en el libro de su primo. Gabriel, el hermano del autor, también se opone: solicitó leer el guión y tras el rechazo, judicializó el tema. “Busco impedir la utilización del nombre de mi padre y el de mi familia en esta película producida en un contexto completamente carente de humanidad y de respeto que incurre en la ilegalidad”,

La escritora argentina Belén López Peiró narra en “Por qué volvías cada verano” la historia del abuso sexual que sufrió de pequeña en el ámbito familiar y no lo cuenta en primera persona sino que toma prestadas las voces adyacentes y familiares para que la historia pueda verse desde otros rincones. Es esa elección literaria la que le permite dar cuenta de la complejidad de la institución familiar, de ausencias, de abandonos y hasta de hipocresía. López Peiró acepta que fue difícil el proceso de escritura y la recepción familiar del libro. “Saberse padre o madre de una persona así… hay algo que te interpela sí o sí en relación al cuidado, las ausencias, las presencias… Creo que ellos entendieron que la escritura era parte de mi proceso. Pasó algo que creo que es importante y que va más allá de este caso particular, sucede a quienes escribimos no ficción: a veces la escritura va en contra de nosotras mismas. Ocurre cuando te das cuenta de que algo es importante y que el destinatario no puede ser nunca la familia, porque si vos escribís para tu familia, muy pocas veces vas a poder romper con los límites ya establecidos. Yo venía a contar esta historia y lo importante era esta historia, no todo lo demás”, contó la autora durante una entrevista con Vogue, cuando su libro se publicó en España. Durante una presentación en la Feria del Libro, la autora invitó a su madre, su padre y su hermano y leyó cinco voces, algunas eran ellos. “Sentí que algo de lo que había hecho ahí me había permitido volver a acercarme de nuevo a ellos, volver a poder construir ese lazo, reconstruir esa familia. Y ellos supieron entenderlo, lo cual es importante también”, relató después sobre esa veta familiar y reparadora que, en su caso, tuvo la escritura.

En los últimos años y tal vez a partir de cierta moda editorial de publicar textos de autoficción, escritores y críticos debatieron y cuestionaron el valor literario que tiene el género más confesional. Pero es poco lo que se dice sobre qué pasa con los otros, las personas-personajes involucrados que, muchas veces, se sienten sin potestad antes las decisiones literarias -no siempre claras- de los autores. En su recién diario, “Las palabras justas” (Anagrama), Milena Busquets -quien contó su vínculo con su madre en "También esto pasará" y un tramo de su adolescencia en "Gemas"- es categórica sobre lo artificial de la tabicación entre realidad y ficción y sobre lo inofensivo que es, en definitiva, para los terceros: “El término autoficción desaparecerá, de hecho, ya está desapareciendo, pero habrá servido para señalar una tendencia y un camino. Las intimidades más terribles que uno puede contar son siempre sobre uno mismo, no sé por qué los demás se preocupan tanto. En general, un escritor tiene más de suicida que de asesino”.

Pocas escritoras han tratado tantos temas ligados a la intimidad femenina de una manera tan cruda, lúcida y directa como Annie Ernaux. Un aborto adolescente, su matrimonio, su aventura con un hombre casado o el cáncer de mama son algunas de las ventanas a su propia vida que la autora francesa ha abierto sin tapujos. Narrado con aire de diario íntimo, en “Perderse”, uno de sus últimos libros traducidos al castellano, la autora cuenta su aventura con un diplomático ruso. Sin embargo, lejos de escribir para recordar o interpelar a aquel hombre, la autora usó la historia para contar otro capítulo de su biografía. “Tuve una relación con un hombre que estaba celoso de mi historia con `el ruso`y sabiendo que, además, había un diario íntimo de esos días, me pidió algo que me resultó muy violento, que lo guardara bajo llave. Reconozco que por debilidad (el amor a veces nos hace caer en eso) acepté sus demandas. Cuando rompí con él, decidí releer ese diario y me sorprendió mucho porque me parecía escrito por otra mujer. Tenía la impresión de leer una novela, aunque ya conociera el final. En ese momento, decidí publicarlo. Lo que me dio el valor para hacerlo fue el tiempo que había pasado de aquella historia”, confesó Ernaux y confirma el efecto reparador que a veces tiene el tiempo, algo que facilita la publicación de los secretos compartidos con otros.

El escritor noruego Karl Ove Knausgård edificó su fama durante una década, en los seis tomos de “Mi lucha”, la monumental saga autobiográfica de 4 mil páginas que comienza con la muerte de un padre muy autoritario y narra en desorden toda su vida familiar y el desarollo de su tarea como autor, con énfasis en algunos días, semanas o meses decisivos para la configuración de su personalidad y de su vocación literaria.

Tras “Mi lucha”, Knausgård retomó la autoficción en una tetralogía publicada este año por Anagrama en la que cada tomo asume el nombre de una estación. "En primavera", lejos de replicar aquellas ideas sobre el resurgimiento de la naturaleza o los días más largos y luminosos, relata la rutina de su familia numerosa cuando su mujer, la escritora sueca Linda Boström, cayó en una profunda fase depresiva de su trastorno bipolar. "Entre ese mundo exterior y la realidad interior en la que vivía tu madre apenas había relación. Se había roto. Lo que para ella era hermoso unas semanas atrás, ya no era hermoso, no era nada. Eso es porque lo hermoso y lo bueno adquiere sentido con la relación, con el intercambio, con lo que está abierto entre nosotros y el mundo. Las cosas y los sucesos no significan nada en sí mismos. Adquieren significado con la resonancia que provocan. Es la resonancia la que nos une con el mundo, y eso era lo que le sucedió a tu madre, el mundo ya no resonaba en ella. Esa relación se había roto, ella estaba excluida", describe al recordar esos días, en un relato dedicado a su hija por nacer. Aquel registro confesional y los detalles que dio sobre el largo tratamiento que recibió su mujer le trajeron algunos problemas tras el divorcio. "Karl es un buen escritor, que hace ficción con sus recuerdos de un modo algo narcisista. La mirada que ofreció sobre mí es muy limitada, me molestó porque es como si no me conociera", explicó Boström y meses después de la separación contó en una novela de clave autobiográfica su versión de los hechos. En “Niña de octubre” Boström recupera los días en la clínica donde fue sometida a terapia de electroshock, un tratamiento que la autora cuestiona desde la primera línea de su relato. “Escribo sobre el sentimiento de culpa que sienten muchas madres que son internadas, no sobre mis hijos. Y no uso sus nombres. Eso es… bueno, yo nunca haría eso”, afirmó en una frase que anida un cuestionamiento al recurso que usó su ex marido durante toda su carrera. “Uno tiene que cambiar cosas para tener más libertad y encontrar más ángulos; no muestras toda tu verdad íntima, porque tienes que protegerte”, explicó.

También la obra de Emmanuel Carrère se convirtió en material de disputa durante su divorcio con su ex esposa y madre de su hija menor, la periodista Hélène Devynck.

En “Yoga” contó su vínculo con la práctica y el tratamiento psiquiátrico con el que logró estabilizarse tras una suerte de crisis existencial. Como la mayoría de los libros que llegan a las librerías, fue reescrito varias veces antes de imprimirse aunque el autor aceptó que en vez de cambiar cuestiones estilísticas o de atender caprichos literarios, tuvo que acatar las amputaciones que le indicó su ex esposa. "Mientras estábamos juntos, leí y edité sus manuscritos. Era un trabajo invisible y gratuito, por supuesto", dijo Devynck en una carta pública que se dio a conocer en la revista Vanity Fair cuando apareció "Yoga" en agosto de 2020 . "Estoy pidiendo distancia. Ya no quiero ser su objeto literario. Solo quiero existir en otro lugar", sostuvo para dar cuenta del por qué del acuerdo de divorcio que habilitó ese "poder de tijera" sobre la obra de Carrère. Lo cierto es que aquel rol de “censor” que ejerció Devynck tiene un curioso impacto literario. Ocurre que la experiencia del lector que se adentra en las casi 400 páginas de "Yoga" está teñida del extrañamiento que provoca leer sobre una una crisis existencial fuertísima sin conocer nada de aquello que la detonó. Ese enorme vacío narrativo -generado en definitiva por Devynck- deja parte del libro una zona fantasmal sobre la que cada lector vuelca sus expectativas; como ocurre, en definitiva, en las historias de ficción.

Con información de Télam