La socióloga y economista mexicana, autora de Casas Vacías y Ceniza en la boca, abordó también el debate en torno a la literatura de la autoficción y el cuestionamiento del amor romántico como relación fundamental para las mujeres, un procedimiento que habilitó el fortalecimiento de otro tipo de vínculos como la amistad o la hermandad.
-Télam: En Ceniza en la boca hay una línea narrativa muy fuerte en torno al vínculo de la hermandad. ¿Qué encontrás, a nivel literario, en la exploración de la relación entre hermanos?
-Brenda Navarro: Me he dado cuenta que las mujeres de las nuevas generaciones ya no creemos que el amor romántico sea una especie de realización personal, tenemos otras perspectivas y nos hemos dado cuenta del poder tan grande que es tener una red de mujeres a nuestro lado. En este mismo sentido, la hermandad es de las relaciones más horizontales que tenemos, frente a los padres, que es un vínculo más vertical. Entre hermanos existe algo, que aunque la persona te pueda caer mal, terminas queriéndola. Puedes no hablar por años, pero tienes ese vínculo afectivo que sabes que va a estar ahí para lo que sea. Eso es para mí el cimiento de la humanidad, en esos vínculos hay respuestas a cosas que nos preguntamos, todavía, de manera dogmática.
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-T: Al escribir sobre migración y racismo es inevitable pensar en tu experiencia como persona nacida en México que vive en España. ¿Tu literatura habla de vos?
-B.N.: Una no se puede abstraer del lugar desde donde habla. Pero creo que la literatura es un puente para entender lo que pasa fuera de mí, y no lo que pasa dentro de mí. Me interesa el deseo, la maternidad o el suicidio afuera de mí. Cuando nos estamos preguntando siempre solo lo que nos sucede a nosotras y a nuestro alrededor, entonces perdemos nosotras en discusión política y pierde la literatura en la multiplicidad de voces.
-T: Entonces lo autobiográfico no te interesa...
-B.N.: Me da una flojera tremenda, ahora mismo, soy demasiado aburrida. Me parecen más interesantes los personajes inventados, porque como los estoy creando yo, puedo comprender sus contradicciones. Una, cuando habla de una misma, termina edulcorando o haciendo más rimbombantes algunas cosas; no me interesa el discurso individualista, al menos ahora. Quizás en veinte años, no ahora.
Con información de Télam