Aruguete y Calvo analizan la circulación de los discursos políticos en tiempo electoral

15 de octubre, 2023 | 13.19

¿Cómo circulan los discursos de los candidatos en este tiempo electoral en el que nos acercamos a definir al próximo presidente? ¿Cómo se imponen las agendas y quiénes quedan excluidos de la discusión política? Natalia Aruguete y Ernesto Calvo responden estos interrogantes en diálogo con Télam a propósito de la salida del libro "Nosotros contra ellos. Cómo trabajan las redes para confirmar nuestras creencias y rechazar las de los otros" (Siglo XXI).

-T: Retoman esta idea de que en una elección el ganador es que el que se amplifica, ¿cómo piensan esto en relación al debate público y la campaña? Por ejemplo casi no apareció la pandemia como tema.

-N.A.: Uno de los efectos que tuvieron los resultados de las PASO es que también otorgaron al ganador la capacidad de ganar la agenda y la opulencia con la cual pudo ganarla y usar incluso sus propios temas como provocación política y discursiva, ubicó a los otros candidatos a discutir sobre esa agenda. La verdad es que cuando uno se vuelve propietario de la agenda corre con mucha ventaja en términos discursivos porque todas las miradas están puestas ahí. Tu mirada empieza a expandirse producto de que tu agenda empieza a resonar en todos y los otros pierden esa agenda y encuadre porque lo que tienen que hacer es argumentar acerca de la agenda del otro, con críticas o tratando incluso de quien da más en esa agenda.

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Poco antes del debate quien fue logrando ocupar un poco más de espacio en esa agenda fue Massa a fuerza de medida tras medida, a fuerza de instalar políticas publicas, no solo una agenda discursiva. Se llegó al debate por una puja por acaparar esa agenda que en cierta medida, tal vez, también tuvo una expresión en el debate esa disputa por la agenda. Un debate que fue muy analizado en términos de ganadores y perdedores y fue una suerte de expresión de como quedó configurada esa agenda alrededor de la cual se discutía.

-E.C: En política, como en el fútbol, los memes los pone el ganador y en algún sentido cuando uno piensa en la agenda puede ver cómo el que gana es el que define cómo se habla. Ningún ganador pone memes. El énfasis en estos debates es quién es el que pone la información. Cuando uno ve que la mayoría de los candidatos mencionó a Milei y a Massa eso dice que el grueso de la información refiere a los dos candidatos que están picando en punta, eso quiere decir que la información que se estaba produciendo estaba mencionando a Massa y a Milei. Esa es una de las dificultades con los medios tradicionales que tiene esta elección porque no pueden evitar hablar de Milei.

Y cuando en los medios tradicionales mencionan a alguien automáticamente indican su relevancia política, le dan centralidad política. Cuando en redes sociales uno quiere desmentir una información falsa, es una regla que uno copia el mensaje pero no el link al mensaje. Uno trata de mostrar cuál es la información falsa pero no de dirigir el trafico hacia esa información falsa. En una campaña como esta hay una trampa que es que uno habla de los candidatos a los cuales les está yendo bien y al hacerlo les da viabilidad, espacio político y los ubica con un nivel de competitividad que los hace también aumentar votos. Entonces el debate lo que mejor mostró es que hay dos candidatos que ocuparon el espacio político y que las agendas de todos los otros candidatos quedan supeditadas a tratar de negociar la visibilidad de Massa y de Milei.

El principal problema de lo que vimos en el debate y el comentario de Milei sobre el terrorismo de Estado es que normalizan esto como si fuera una discusión, como si uno lo que tuviera que hacer es discutir cuales son efectivamente los crímenes cometidos durante la dictadura. Cuando uno normaliza este tipo de discursos la gente dice es una locura, la segunda vez dice si si, ya lo dijo varias veces, la tercera vez pasa a ser parte del lenguaje ordinario. Uno de los problemas más importantes con los discursos de odio es el acostumbramiento que permite cuando son repetidos y no son disputados socialmente pero de la disputa social a la sanción legal hay un trecho. No todo discurso de odio está tipificado como un crimen o incitación de un crimen.

Con información de Télam

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