Ariana Harwicz: "Los fascismos vuelven como un caldo de cultivo europeo que no se termina de ir"

11 de junio, 2023 | 14.11

A Ariana Harwicz el arte le permitió dejar de percibir el mundo desde una mirada única, "a pensar la posibilidad de que alguien que sea perverso y honesto a la vez", dice en lo que planteo como un ejercicio complejo y constante en su relación con la escritura: "Entender el odio y el amor al mismo tiempo. Lo único que hago cuando escribo es componer así", revela la autora de "Degenerado" y "La débil mental".

- T: En este libro hablás de la pérdida del sentido crítico y de la infantilización de los adultos en redes sociales. ¿Cuáles son las cosas que te preocupan de la relación entre la tecnología y el arte?

- A.H.: Lo que pasa es que vivo en una realidad campesina agrícola. Todas las mañanas para ir al colegio estoy atrás de los tractores, acá la gente trabaja la tierra, corta la madera y produce el vino. Elijo eso. Entonces todos mis textos tienen ese tipo de sello o signo desfasado epocalmente. No digo anti-epocal, porque la época está. Me corro, hago ese ejercicio transversal casi como si escribiera en 1920 o 1940, que es imposible, pero es un ejercicio. Lo demás, no sé, no me interesa. Para mí "La débil mental" sucede en 1945. Nunca lo dice, pero la atmósfera es la de la guerra. Yo me quedé como traumada en la época de la guerra, y viviendo en Europa esto se ve todo el tiempo. Los pueblos quemados por los nazis quedaron así, nada cambió mucho. Y las ideologías mortíferas, los fascismos y el antisemitismo vuelven como un caldo de cultivo europeo que nunca se termina de ir. No tenés mucha posibilidad de decir: "ah, eso pasó hace 70 años, no hay nada". Porque estás caminando sobre los muertos. En Argentina también, sobre las fosas comunes de la dictadura.

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- T.: En una entrevista dijiste que tu amor por la escritura se basó en la dualidad, en la posibilidad de pensar las cosas sin que una anule a la otra. ¿Cómo podemos profundizar en esta idea?

- A.H.: Cuando sos chica pensás una cosa y pensás esa única cosa. Cuando yo tenía 15 era comunista, quería vivir en Cuba, era seguidora del Che Guevara y fui miles de veces a Cuba. Y tenía una única opinión. Me enseñaron el Holocausto y tuve una sola opinión. Y de repente, y eso me parece que es entrar a la adultez, empecé a leer autores que pueden pensar en todo a la vez. La culpabilidad y la inocencia de Raskolnikov en "Crimen y castigo" al mismo tiempo. Ahora es una obviedad, pero a los 20 no lo es. El arte te enseña a pensar la posibilidad de que alguien que sea perverso y honesto a la vez. Y eso te educa en la mirada del arte. Eso me lo dio Nabokov, Kafka y Silvina Ocampo: mirar un personaje y no poder juzgarlo porque entendés su maldad y su bondad a la vez. Entender el odio y el amor al mismo tiempo. Y lo único que hago cuando escribo es componer así. Pero es muy difícil, es un ejercicio constante. Es elegir el camino difícil.

-T.: No te convence el show que hay, en general, alrededor de las obras artísticas hoy...

-A.H.: Se vuelve un show la literatura. Las redes sacan algo muy morboso de nosotros, lo veo en gente que admiraba mucho. Tenemos que exponer, mostrar y por ende gustar, y eso nos lleva a lugares poco inteligentes. Digo “nos” para no sacarme, porque estamos todo en eso: nos lleva a sobremostrar, una especie de striptease permanente. Nos vuelve patéticos a todos. ¿Qué necesidad? Se pierde el misterio, además. Ahora se estrena "Matate, amor" en Berlín. ¿Es snob o pelotudo poner en un clip que se estrena en un teatro del carajo en Berlín? No, porque tal vez un escritor o amigo en Berlín se entera por eso y va. Pero eso no entra en la novela, no escribo la novela mirando las redes. Cuando escribo es otro siglo, y cuando dejo de escribir, bueno… estamos en el siglo que estamos. Hay algo fatal en eso.

El dramatismo es que las nuevas generaciones escriban una novela o un poema mirando las redes. Esa fascinación por gustar engendra mal arte, eso es seguro. Una operación que es un poco artificial.

- T: Sos nostálgica de otra época, entonces.

- A.H.: En este sentido, sí. El 17 de agosto voy a estar con Mauricio Kartun en una charla en Libros del Pasaje. Voy a intentar pelearlo, yo siempre trato. No sé si va a funcionar.

Con información de Télam

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