A un mes de que se cumplan 10 años de Ley de Identidad de Género vigente en Argentina, Camila Sosa Villada se atreve a plantear necesidades aun no resueltas y deudas pendientes que el Estado y la sociedad tienen con la comunidad travesti, que no ha sido reparada y que todavía sufre los vestigios de la expulsión.
- T: Estamos a punto de cumplir 10 años de tener ley de identidad de género en Argentina. ¿Qué cosas cambiaron verdaderamente en términos de derechos y qué cosas nos quedan pendientes?
- CSV: Estamos atrasadísimos. Yo creo que fue el fin de una dictadura para las travestis. También resolvió a las que vinieron después, es decir, a las que nacieron en el marco de esa ley. El hecho de ir al banco y no tener que explicar quién es el del documento y quién estaba parada al frente, o a un hotel, o a un aeropuerto. Esos son los cambios concretos, pero ¿Cuántas de nosotras vamos a un banco, a un hotel o a un aeropuerto? Esa es la pregunta. Después, tienen que darles una reparación histórica a las travas viejas, les guste o no. Hay personas que les enseñaban a sus hijos y aun hoy lo siguen haciendo, a odiar a una persona por el sólo gesto tan boludo de decir: en vez de ponerme un pantalón y llamarme Carlos me quiero poner una pollera y llamarme Antonieta.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
Ese odio también se gesta en la televisión y en los medios de comunicación. Y eso provoca que haya personas que se exilian de sus casas a las 8 o 9 años, prostitutas de 15 o 16 expuestas a enfermedades, abandono por parte del Estado, violencia policial, expulsión absoluta del sistema de trabajo, que es lo único que asegura que una persona pueda vivir en lugar de morir.
Vivimos en el capitalismo, tenemos que poder trabajar. Y no solamente como prostitutas, sino de lo que queramos. Obligan a toda una porción de la sociedad a hacer y a vivir una historia tan solo por un gesto. Después podemos ahondar en la profundidad de esa travestidad, ese es otro tema: qué tan hondo es ese gesto. Pero a las travestis de los años 60, 70, 80 y 90 hay que repararlas. Es una fracción de sociedad muy pequeña, cerca de 12 mil personas. Y se hacen los repelotudos. Es un gesto que para el estado es económicamente muy pequeño, y para nuestra comunidad es muy grande. Salvarían vidas.
Con información de Télam