(Por Leila Torres) De compartir lecturas en espacios al aire libre a fundar una editorial, el proyecto "Tinkuy" aparece como un hallazgo novedoso que combina lo literario y lo lúdico en una oferta diversa de juegos de cartas para todas las edades, muchos de ellos ideados con la participación de escritores como María Teresa Andruetto, Laura Devetach y Nicolas Schuff, y también ilustradores como Pablo Bernasconi y Mariana Ruiz Johnson.
Los juegos de Tinkuy no tienen un reglamento duro: motivan a crear y a jugar según lo que acontezca. Están pensados para convocar a escribir historias a partir de consignas o de imágenes, para leer fragmentos epistolares o poemas pero, sobre todo, para servir de puente a los libros y a la lectura.
La esencia del proyecto está en el nombre, que significa "encuentro" en quechua, porque nace del deseo común de Gloria Claro (de 45 años) y Ariel Marcel (de 47) de promocionar la lectura, principalmente para las infancias, en reuniones donde los libros eran protagonistas. "Nosotros llevábamos los libros que teníamos en casa. Eran encuentros totalmente gratuitos, por amor al arte y para compartir lectura", cuenta Marcel a Télam sobre los inicios del proyecto en 2012.
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Con el tiempo, las consignas que guiaban la lectura en las juntadas, que se realizaban en su casa, en la biblioteca del barrio o en las plazas de Monte Castro y Villa del Parque -donde tendían una gran lona naranja para tirarse a leer- se llevaron a la radio. "Hablábamos sobre algún proyecto de promoción de la lectura, había una entrevista, hablábamos de reseñas de libros", recuerda el fundador.
La radio le dio un impulso a Tinkuy. Cuando llegaron a los 100 programas, Gloria y Ariel pensaron algo distinto: "Llevamos un bolillero con 100 números, cada número respondía a un programa y, como cada programa tenía una consigna, sacábamos (por ejemplo) el 54 y hacíamos esa consigna", cuenta Ariel.
"¿Qué libro tenés hoy en tu mesa de luz?" o "¿Con qué autor te gustaría tomar un café?" eran algunas de las preguntas que daban vueltas en el bolillero. "Esas preguntas se transcribieron a tarjetas en formato naipe. Seleccionamos 50 y armamos un juego de cartas en una caja de acrílico. Todo muy artesanal", cuenta el fundador.
"Nunca estaba pensada la idea de armar una editorial. Dijimos: 'fue solo un juego'. Lo compró la gente que escuchaba el programa y amigos", confiesa el editor. Esta iniciativa fue precursora del "Ping pong literario", un juego que Tinkuy tiene hoy en su catálogo. ¿Cuál es el objetivo? Generar una o múltiples conversaciones acerca de las preguntas que aparecen en las cartas e intercambiar experiencias sobre el recorrido lector de los participantes.
Después del "Ping pong literario" y a partir de la invitación de la editorial Calibroscopio, brotaron dos juegos más: "Palabrerío" y "Contame". El primero se asemeja al tutti frutti, el juego de mesa donde se elige una letra al azar y se establecen categorías para llenarlas con palabras. Según los creadores, esta versión en formato naipe es "sanamente competitiva". Acá las categorías son "temas poéticos". Mientras que el segundo es para armar historias combinando personajes, objetos, acciones y géneros literarios.
Durante la pandemia, Gloria y Ariel se las ingeniaron para garantizar los encuentros literarios a partir de streamings. "Súper difícil, tratábamos de hacerlo lo mejor posible con lo que teníamos", cuenta Ariel. Su percepción es que "la gente empezó a necesitar jugar, o tener más recursos para pasar el tiempo".
A Tinkuy comenzaron a conocerlos desde el rubro "jugón", como llaman a quienes son entusiastas de los juegos de mesa. Hoy se distribuyen tanto en jugueterías como en librerías.
"Para nosotros es como un puente entre los libros y los juegos. Es llevar autores de la literatura infantil al mundo de los juegos y a quienes les gusta mucho jugar, traerlos para este lado y decirles 'Miren que estos autores tienen toda esta obra detrás que es muy interesante'", explica Ariel.
El fundador de Tinkuy asegura también que la poesía aún carga con el estigma de ser "de nicho" o un interés para pocos, pese a la gran proliferación de publicaciones del género y la aparición constante de nuevos autores. "Siempre tiene un lugar súper reducido. Vas a una librería y tiene un lugar súper chico, está en el último estante, allá abajo", observa Ariel.
El catálogo de la iniciativa cuenta con cuatro juegos dedicados a la poesía: "Poesía a la carta" con la escritora abocada a la literatura infantil Laura Devetach, la poeta María Teresa Andruetto y el escritor Gustavo Roldán. Cuando Tinkuy se acerca a Devetach, la escritora les ofrece un libro en su momento inédito: "La señora de la calle Cangallo", publicado por Calibroscopio.
"Armamos el juego medio rápido. Con emoción y adrenalina. Ella decidió agregarles unos símbolos del I Ching. Así que el juego trae 40 cartas con poesía y 10 con el i Ching. Es una especie de oráculo poético. Salió a la venta y fue un éxito", cuenta Ariel sobre el proceso creativo de un juego para todas las generaciones.
"Hasta el día de hoy, que hacemos las liquidaciones mes a mes, Laura (Devetach) está sorprendida de cómo se sigue vendiendo", señala Ariel.
Unos años después se incorporó María Teresa Andruetto, autora de "Lengua madre" y "Los manchados" y ganadora en 2012 del premio Hans Christian Andersen, considerado el pequeño Nobel de la literatura. A la hora de trabajar con Tinkuy, Andruetto le pasó al equipo el archivo sobre sus distintos poemarios y ellos seleccionaron.
"La poesía también es juego de lenguaje, juego de lengua, muy serio por momentos también pero me parece que ese es el gran hallazgo de Tinkuy, unir la poesía al juego en un formato", señala la escritora en una entrevista a Télam.
El mazo de naipes de Andruetto tiene 40 cartas con poemas, 5 citas y 5 figuras del Tarot: "Lo del Tarot y el oráculo fue algo que fuimos encontrando en la conversación, pensando de qué modo armar las cartas. Conté que, de modo doméstico, casero, mi mamá nos tiraba el tarot cuando éramos chicas, jovencitas. Apareció ese recuerdo de mi madre y ellos buscaron y elegimos juntos distintas estéticas de cartas de Tarot", cuenta la autora de "Lengua madre".
"Hubo una confluencia entre el proyecto de Tinkuy, el hecho de que se tratara de naipes y esa conjunción que se dio con mi infancia/ juventud relacionada a mi madre. Una tirada de Tarot en casa era siempre en términos de juego y eso fue a parar a 'Poesía a la carta'", explica la escritora.
Del catálogo también participa el escritor Nicolás Schuff con un juego que se llama Efemérides, parte de un proyecto que ya había realizado junto a Mariana Ruiz Johnson en las redes sociales. "Me interesó el desafío de tener que escribir textos nuevos para un formato y una extensión predeterminadas. También me divertía la idea de que fuera a transformarse en un mazo de cartas", cuenta el autor.
A los creadores de Tinkuy los cautivaba el movimiento artístico surrealista por su apuesta a romper las reglas y convenciones a la hora de crear. La estética de esta corriente artística los llevó al artista argentino Pablo Bernasconi, destacado por sus collages e ilustraciones oníricas, a quien le propusieron armar un juego. "Dale, si genial. Yo me prendo", respondió el ilustrador y los fundadores de Tinkuy pusieron manos a la obra. El resultado fue "Bretón", en referencia al padre del surrealismo.
"Gloria hizo toda la parte de investigación del surrealismo, ahondamos un poco más en la investigación, y transformamos las técnicas en temáticas de juegos. "Pablo nos mandó el material que tenía. Juntos hicimos una selección de 45 ilustraciones y ahí salió", cuenta el editor.
El juego incentiva a escribir, a pensar temas en relación a los sueños, a crear collages con las ilustraciones de Bernasconi y a escribir todo lo que a los participantes se le venga a la mente a partir de una imagen sin parar y sin filtro.
"Nosotros no buscamos que sea pedagógico. Buscamos que sea un juego para sentarse a jugar por jugar, que esté la intervención de la poesía, armar historias", advierte el creador sobre la propuesta.
Sin embargo, muchos de los juegos son utilizados en el aula y en talleres por la docencia y también a la inversa: algunos juegos nacieron a partir de recursos utilizados en las aulas que se llevaron al formato naipe. Por ejemplo, "Versos desencontrados" que retoma la bibliografía de Alfonsina Storni.
"En los naipes están todos los versos por separado. La idea es tirar todos arriba de la mesa y empezar a armar una poesía nueva a partir de la obra de Alfonsina", explica Ariel y revela que se trata de un recurso que su esposa hacía en las aulas con palitos de helado.
"Los juegos tienen un estilo vintage, de nuestras infancias, de las cartas. Le das un naipe a un nene de 5 y lo miran como 'Qué raro'", reflexiona el fundador sobre este proyecto que, de cierta forma, recupera lo analógico porque los juegos -como dice en el estuche de las cartas- "no requieren Wifi".
En sintonía con recuperar lo analógico, como por ejemplo, la escritura a mano alzada aparece el juego "Posdata" que invita a escribir cartas a partir de distintas consignas, sentimientos y anhelos. Se trata de un juego que pone en jaque el dicho de que "a las palabras se las lleva el viento".
"Una Biblioteca en Virrey del Pino trabaja con las unidades penitenciarias en un proyecto que se llama 'Pabellones literarios' y llevaron a este juego. Es fuerte. Porque dicen que los presos escribían cartas y era 'para saltar el muro'. La carta sí podía salir y ellos no. A mí se me ponía la piel de gallina", recuerda Ariel y agrega que "este juego permite manejar la inmediatez" porque, a diferencia del Whatsapp, "con la carta tenés que esperar sí o sí".
"Parece que cuando uno crece, juega menos. Parece que el ocio está mal visto. Y a veces está buenísimo, es mucho mas productivo parar a jugar un rato", concluye el editor.
Con información de Télam