(Por Leila Torres) Miguel Gane, poeta rumano radicado en España desde los nueve años, empezó compartiendo sus poemas en Instagram y pronto logró cautivar a muchas personas. Este año publicó "Ojos de sol", un poemario que nace con la idea de que "todas las personas somos únicas" y busca "parar el tren en el que vivimos, donde solo vemos la vida pasar por la ventana" para así "bajar a tocar cosas, que es ahí donde está la esencia", según cuenta en una charla con Télam que tuvo lugar en el marco de su visita a la Feria del Libro.
Gane nació en Leresti, Rumania, en 1993 con el nombre de George Mihaita Gane, pero cuando emigró con sus padres a España con tan solo 9 años, cambió su nombre porque su pronunciación le resultaba muy difícil a los españoles. Con la ayuda de un profesor de idioma y escritor amateur llamado Rafael, se acercó a la poesía y comenzó a participar en convocatorias escolares de poemas. Luego, a partir de sus 18 años utilizó las redes sociales para difundir sus poemas. Aunque estudió abogacía, se alejó de la profesión en 2018 cuando la literatura ganó terreno en su vida. Fue finalmente en Instagram donde encontró el espacio propicio para llegar a numerosos lectores que se vieron identificados con sus poemas, donde hoy en día cuenta con 376 mil seguidores.
"Ojos de Sol", su último poemario fue publicado por la editorial Penguin Random House, stand donde el autor firmó ejemplares en la Feria del Libro y se encontró con sus lectores y lectoras. Además, participó de un jam de poesía donde leyó junto a los escritores reconocidos en el área como Juan Solá. En su último libro, Gané se dirige a una generación que es como "una flor que crece hacia adentro" porque debe conocerse a sí misma antes de abrirse al mundo, pero que ya está debatiendo temas fundamentales que el autor pone de relieve en el libro, tal como el feminismo y la inmigración.
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- Télam: ¿Cómo empezó tu relación con la escritura?
- Miguel Gane: Cuando vine a España, mis padres me pusieron un profesor particular que se llamaba Rafael para que me ayudara con el idioma y Rafael escribía de una manera muy amateur. De alguna manera, aprendí el idioma a través de los poemas de él porque lo que hacíamos muchas veces era leerlos y coger algunas palabras que nos interesaban y hablar sobre ellas. Venía a casa por las tardes, hacíamos los deberes, charlábamos y además de eso, él me regalaba un montón de libros y me incitaba mucho a participar de los concursos de poesía del instituto.
-T.: ¿Y cómo surgió "Ojos de sol"?
-M.G.: Nace de una idea de que todas las personas somos únicas, entonces lo que trato de hacer es encontrar una voz común de una cierta generación y eso lo hago hablando de temas muy puntuales pero también muy variados como es el feminismo, la salud mental, la inmigración... Lo que trato de hacer también es, de alguna manera, dar voz también a esas personas anónimas que nos rodean. A veces siento que vivimos la vida desde un tren y solo la vemos pasar por la ventana. Creo que lo que hace el libro es parar el tren y bajarse para empezar a tocar cosas, que es ahí donde está la esencia.
- T.: Aparece un tema muy interesante en el libro que es la infancia y lo familiar en la muerte de un abuelo, ¿qué fue lo que te convocó a escribir sobre estas etapas de la vida en tus poemas?
- M.G.: Los poemas relacionados con mi abuelo son porque lo perdí hace poco. Tenía conciencia de lo que era la muerte pero no la había visto en primera persona entonces. El hecho de estar tan pegado a ella y vivirla hace tener otra concepción de lo que es el mundo. Yo usé esos dos elementos para escribir poemas relacionados con el abuelo. En el tema de la niñez, hablo de ese paso a la vida adulta en el que estoy yo porque ya no tengo diecisiete años sino que estoy cerca de los treinta.
-T.: ¿Qué otras temáticas pueden encontrar los lectores en "Ojos de sol"?
-M.G.: Estoy un poco cansado de que todo el rato nos llamen generación de cristal, de que somos frágiles, una generación perdida. En el libro se hace una reivindicación de que realmente no somos una edad frágil. No es un cristal, es un espejo. Cargamos con todas las cosas que nuestros mayores no han podido resolver.
Nosotros estamos hablando sobre feminismo, inmigración segura, aborto, homosexualidad, sobre que a lo mejor no hay que casarse ni tener hijos para ser feliz, en fin: temas que antes eran tabú. Esos son uno de los grandes avances de nuestros tiempos, alimentados por nuestra generación y parece ser que además de eso nos tenemos que enfrentar a una sociedad donde todo cuesta más: porque los alquileres son caros y los salarios son baratos, sales de una universidad y entras a un master, estudias idiomas y luego sales a un mercado laboral que es bastante hostil. Te encuentras con una situación de bastante desesperanza y de rabia porque uno piensa "parece que hasta ahora me han engañado". La raíz de los poemas un poco insiste en esa rabia y frustración de que no somos una generación frágil sino que nos la han puesto muy difícil.
- T.: En uno de tus poemas trabajás la idea de "crecer hacia adentro", ¿qué significa esta metáfora?
- M.G.: "Soy una flor que crece hacia adentro" quiere decir que tratamos de tener conciencia sobre quiénes somos, qué identidad tenemos y cómo nos podemos construir para poder ser mejores personas sin dejarnos llevar por las cosas que ocurren sino analizarlas. Viene un poco de las charlas que tenemos con amigos que muchas veces son esenciales para avanzar en la vida, para hacerle frente a la realidad cotidiana. Cosa que antes no pasaba tanto: antes no se exteriorizaban los sentimientos. Ahora sabemos que para amar a otra persona, primero tenemos que saber amarnos a nosotros mismos. Somos flores que crecemos hacia adentro porque todavía no estamos preparados para crecer hacia afuera, nos queda mucho trabajo con nosotros mismos. Pero de la misma manera, sé que en cuanto empecemos a crecer hacia afuera vamos a llegar muchos más lejos que las generaciones anteriores.
- T.: Ciertamente hay un tono de denuncia en tus poemas, ¿considerás que esto conlleva también un tono rebelde?
- M.G.: Si la poesía no es rebelde, pierde un poco de su esencia. El poema "Vete al médico" nace justo cuando se hablaba en el Congreso de España sobre salud mental. Uno de los políticos del Partido Popular gritó al exponente de Más País "Vete al médico". Yo lo intenté reflejar diciendo que hay que ir al médico, que no pasa nada si se necesita ayuda.
- T.: ¿Por qué tocás el tema de la salud mental en tu libro?
- M.G.: Desde luego que lo toco desde un punto de vista poético, no como una ayuda que uno podría recibir en terapia. Mi libro no sirve para salir a flote, solamente trata de ser un espejo.
- T.: Hay un poema en tu libro titulado "Pandemia", ¿escribiste alguno de estos poemas durante la emergencia sanitaria?
- M.G.: Al poema "Pandemia" le puse ese título porque quería recordar que lo escribí en la pandemia. Yo no escribí sobre la pandemia, creo que no estoy en ese punto de mi vida y que sociólogos sobre todo, van a escribir muchas cosas y muy buenas. No quería escribir sobre la pandemia pero sí escribí durante la pandemia.
- T.: Entre las temáticas del libro también hay una reflexión sobre las redes sociales. ¿Qué pensás sobre cómo es nuestro vínculo con ellas?
- M.G.: Lo interesante es no tomarlas muy en serio y llegar a la conclusión de que las redes sociales muchas veces no son más que una pantalla a un mundo idílico y que en ocasiones no nos podemos permitir. El poema "Redes sociales" nació de un verano en el que yo estaba en mi casa en Madrid, tranquilamente tirado en piyama viendo una serie y cuando abrí Instagram parecía que todo el mundo se la estaba pasando bien. Me resultaba un poco llamativo porque yo también he viajado y parecía que todo era perfecto en las historias de Instagram de esas personas. El poema nace como una crítica a eso y a la necesidad absoluta que tenemos de compartirlo todo a todas horas.
- T.: En línea con las redes sociales, tu recorrido empezó un poco difundiendo tu escritura por estos medios, ¿cómo fue ese proceso?
- M.G.: Fue un proceso que se dio de manera bastante natural, al que no le puse más trabas y me dejé llevar por las cosas que ocurrían. No intenté forzar nada, simplemente escribía mis poemas, los distribuía en las redes sociales y la gente los compartía porque se identificaba con ellos. Empecé en un blog con cero lectores, luego seguí en Twitter con cero lectores y más tarde en Facebook de la misma forma. El último paso fue en Instagram. Al fin y al cabo, escribo un género minoritario como la poesía y creo que usar esta ventana que son las redes sociales es una manera interesante para abarcar a un público más grande.
- T.: Hay ideas que plantean que los libros nos pueden cambiar la vida en algún sentido, ¿qué opinas de esto y qué expectativas tenías con respecto al tuyo?
- M.G.: Creo que los libros te cambian y la poesía en general es un género capaz de removerle a uno la vida entera. Las novelas también tienen esa fuerza pero los poemas tienen un sentimiento mucho más común y fuerte en comparación. Es un género que me gusta mucho porque es una perpetua lucha en contra de la soledad. Muchas veces quien me lee se encuentra identificado con lo que escribo o se encuentra acompañado en esa soledad y entiende que hay gente a la que le pasan las mismas cosas. Y ese es un ejercicio muy bonito de autoconocerse para precisamente remover, cambiar y abrir el debate.
Con información de Télam