"Leviatán", una muestra para reflexionar sobre los 40 años de democracia y las deudas pendientes

31 de octubre, 2023 | 14.52

A cuarenta años del regreso a la democracia en Argentina, el cineasta Andrés Denegri retoma los edificios emblemáticos del poder político como la Casa Rosada, el Palacio de Justicia y el Congreso para ofrecer una propuesta interdisciplinaria que cruza cine experimental, fotografía y una instalación artística en "Leviatán", una muestra que se inaugura el sábado en Fundación Andreani y que pretende representar los aspectos en los que la democracia "aún no ha logrado saldar todas las deudas sociales que tenemos en el país", según apunta el artista.

Primero una cámara de cine Súper 8 se detuvo en los tres ejemplares arquitectónicos que son sede de los poderes del modelo político argentino: la Casa Rosada, el Palacio de Justicia y el Congreso. Luego, las imágenes captadas se trasladaron a diversos dispositivos para adulterar las fachadas, dando lugar -por ejemplo- a un Congreso fragmentado en miles de pedazos o a la escultura de la justicia con técnicas fotográficas que parecen darle vida.

Nacido en Buenos Aires en 1975, en la antesala de lo que sería la dictadura más despiadada de la historia argentina, Denegri es artista visual y trabajó principalmente en cine, video, instalaciones y fotografías. Se graduó en la Universidad del Cine de Buenos Aires. Dicta clases en la Universidad Nacional Tres de Febrero, donde creó y dirige Continente, un centro de investigación y producción dedicado a apoyar y difundir las artes audiovisuales.

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A lo largo de su trayectoria, recibió premios como el Gran Premio del Salón Nacional de Artes Visuales (2015), el Gran Premio del Concurso de Arte y Nuevas Tecnologías MAMBA / Fundación Telefónica (2009) y el Premio al Mejor Cortometraje en el Festival de Cine de Mar del Plata (2008).

Actualmente, Denegri vive cerca del Congreso y está atento a cómo el paisaje varía cuando hay manifestaciones. "Durante la pandemia empecé a trabajar con las imágenes del Congreso y era algo que tenía relativamente cerca, que podía trabajar sin moverme mucho. estaba bastante harto de trabajar cosas en el monitor y de manera digital, necesitaba salir a fotografiar o filmar analógicamente, que es un disfrute especial. Lo considero mi oficio, así como quien sabe pintar, o quien sabe esculpir, o quien sabe tallar, o quien sabe técnicas de grabado; yo sé filmar y fotografiar con película analógica y lo estaba necesitando", cuenta a Télam el cineasta sobre el inicio del proyecto.

"Me gusta mucho cómo todo el entorno del Congreso cambia según la protesta, la manifestación, el acto que se haya hecho, la fecha que se conmemore, como las pegatinas, las pintadas cambian el discurso, se podría decir, de las paredes y de esas calles en torno al Congreso. Quería trabajar algo por ese lado", dice el también codirector de la Bienal de la Imagen en Movimiento (BIM) y curador invitado de cine y video para el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.

De esta manera, comenzó a aplicar una técnica con la cual ya estaba familiarizado: tomar cuadro a cuadro la fotografía captada por la Super 8 fragmentando el espacio y después recomponiéndolo de manera digital en una imagen fija. ¿Por qué recurrir a la cámara para abordar esta obra? "Hay una poética especial del Súper 8, del cine analógico en general, del Súper 8 en particular", responde con seguridad Denegri.

"El Súper 8 me permite trabajar de una manera muy dinámica sin que esto suponga las características de inmediatez que tiene la imagen digital. Hay algo de misterioso cuando uno trabaja con soportes analógicos de fotografía o de cine. Misterioso en el sentido de que uno todo el tiempo está proponiendo la posibilidad de una imagen, pero no tiene la certeza de esa imagen hasta luego de haber pasado a por el revelado y el copiado. Y eso me interesa porque es una relación temporal diferente con la imagen", explica el artista.

A estos procesos se agrega que Denegri trabaja cuadro a cuadro. "Cada rollito de Súper 8 son cerca de 4.000 fotogramas, es decir que cada rollito de Súper 8 que saco son 4.000 fotos que saqué. Hay una incertidumbre sobre lo propuesto, sobre el resultado real de lo propuesto, y encima eso está atravesado por un esfuerzo inmenso, porque las imágenes del Congreso que se ven en la muestra o las imágenes del Palacio de Justicia son resultado de horas y horas y horas y horas de trabajo a ciegas, imaginando lo que uno está haciendo", especifica el artista.

Por ende, en esta obra hay cuerpo, entrega y sobre todo mucho tiempo en la producción de las imágenes. "El Súper 8 también tiene una carga semántica por ser una tecnología diferente a lo digital, y hoy traer esa tecnología supone unas preguntas diferentes del espectador frente a la obra, más allá de la sensación, de sentir, de ver diferente", reflexiona Denegri.

Al Congreso se le agregaron las otras dos sedes del poder en Argentina. "De manera casi directa, natural, mecánica, se podría decir, salió trabajar con la monumentalidad del Palacio de Justicia y trabajar con la monumentalidad de la Casa Rosada y marcando los tres poderes. Y la verdad es que cuando me puse a trabajar con los otros dos poderes saliendo del Legislativo para pasar al Ejecutivo y al Judicial, me pareció pobre aplicar la misma técnica. Y a partir de ahí fui a otra cosa", anticipa el artista sobre cómo estos dos espacios tienen una propuesta artística diferente.

¿Cómo dialogan estos tres edificios con los 40 años de democracia? Para el artista se trata de una "celebración con sabor amargo". "Es súper valioso que hayamos cumplido este período que, si no me equivoco, es el más extenso de democracia que tuvo nuestro país", dice Denegri, quien acoto: "Esta democracia no pudo saldar todas las deudas sociales que tenemos en nuestro país".

Entre estas deudas señala "generar las condiciones para que nuestra base económica no esté sujeta simplemente a la producción de materias primas, como siempre estuvo y como siempre nos pensaron como colonia" y "cuestiones vinculadas a la representación y al ejercicio del derecho al acceso a una justicia que es como bastante esquiva".

"Yo no soy panfletario, yo no soy discursivo. En mi trabajo no me interesa hacerlo, trato de esquivarlo, sobre todo manejando medios audiovisuales, que los medios audiovisuales están como condenados a comunicar y a narrar. Están pensados para el entretenimiento o para la comunicación de información. Me corro todo lo que puedo de eso", asegura Denegri.

En ese sentido, afirma que "no hay un discurso unívoco". "Estoy seguro que un peronista, un radical, no sé, un liberal o un libertario se paran adelante de mis trabajos y pueden tener un diálogo que resuene de diferentes maneras", dice. Por eso, la relación con el período democrático no puede condicionarse previamente. "Parece que la palabra del autor es la palabra autorizada, la única verdad de la obra y no creo que sea así. Pero con todos estos cuidados que estoy señalando, encuentro que hay una crítica a lo que es nuestro sistema republicano, que hay algo ahí que está fallado, que está monstruoso en un sentido de deforme", responde el creador del proyecto.

Para el artista la técnica de fragmentar la imagen "tiene que ver con quebrar un modelo de orden". "La cinematografía propone un sistema, que es filmar a 24 cuadros por segundo para fragmentar muy sutilmente un movimiento en imágenes fijas, que después es un movimiento que se representa cuando yo vuelvo a proyectar esas fotografías a 24 cuadros por segundo", explica Denegri.

"Me interesa posibilidad de generar sistemas diferentes de organización de este módulo mínimo que es el fotograma", concluye el artista sobre las producciones que aguardan a ser descubiertas en el último ciclo de exposiciones del año de la Fundación Andreani, ubicada en Av. Pedro de Mendoza 1987 en el barrio porteño de La Boca.

Con información de Télam