"La pez", una mirada de Gabriela Larralde que trae una nueva mirada sobre la colonización

05 de noviembre, 2023 | 15.43

(Por Leila Torres) Tras una serie de investigaciones, la escritora argentina Gabriela Larralde, autora de "Bestiario de niñas malas", descubrió que tanto en Occidente como en Oriente y en Latinoamérica la mitología en torno a las sirenas reunía siempre estas tres características: eran mitad mujer, mitad algún otro animal -porque no siempre fueron peces-, seducían con su canto y resultaban mortales para los hombres por lo que, a partir de su placer por nadar a contracorriente, se pregunta en su nueva novela, "La pez", cómo podrían haber sido realmente estas mujeres anfibias en las costas sudamericanas.

La escritora se remontó al período de la conquista de América porque ahí es donde se ubican los avistamientos de sirenas. "Cristóbal Colón, por ejemplo, con la transcripción que hace Bartolomé de las Casas de sus diarios, él dice que vio tres sirenas. Cuando los españoles venían para acá, claro, todo lo que era animal y vegetal que era desconocido para ellos, lo describían de la manera que podían, de manera primero muy escasa, muy pobre, muy torpe y a la vez muy colonizante", advierte la escritora.

En La Pez, Larralde reconstruye un territorio colonizado desde un lenguaje poético y único, que se acerca al guaraní, a los pueblos originarios que saben nombrar la flora y la fauna autóctona. El narrador es un almirante y aunque su visión se acerca a los vencedores de la historia del colonialismo, intenta comprender las tierras nuevas en las que se adentra. "Se pone un poco en evidencia la dificultad que tiene para nombrar, que es la dificultad que tenemos para nombrarnos nosotros hoy también", señala Larralde y remarca cómo "hoy seguimos colonizados" porque, dice, "en el lenguaje mismo está la colonización y la forma en la que nos vemos todavía tiene que ver con la forma en la que nos vieron".

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Durante la travesía en barco, la tripulación compra un indígena (Arami) para que se haga cargo de "La pez", raptada del río. "La forma que Arami tiene estar en el mundo es muy distinta a la forma de del Almirante. La forma en la que él trenza el metal, en la que él se comunica con ella, la forma en la que habita la avenida de una yarará, son distintas", apunta la escritora. La cosmovisión tiene un correlato en la manera de estar en el mundo.

-Télam: En la novela, la Pez resulta cautiva. Sin embargo, siempre presenta resistencia. ¿De qué manera relacionas esta actitud con una perspectiva de género?

-Gabriela Larralde: La Pez nunca es la pescada. Siempre es la Pez aún cuando está capturada, cautiva, amarrada, lacerada. La están llevando, la están alejando de su territorio, de sus pares. Ella igualmente siempre mantiene esa cualidad de no cautiva, resiste hasta último momento. Si hay esta interpretación sobre alguien que no se somete, en ese sentido creo que sí tiene que ver con el feminismo y con el feminismo en términos más amplio. Ella nunca termina de considerarse dominada. De todas formas, me llamó mucho la atención cómo que en las últimas lecturas que me hicieron o comentarios le ganó mucho más a la novela el tema de ser otra mirada sobre la conquista este o sobre el racismo más que el feminismo.

-T: Hay una tensión que atraviesa toda la novela sobre la civilización y lo salvaje, o trazando un paralelismo, como fue el discurso de la conquista acá: "Civilización o barbarie".

-G.L: Totalmente. Me parece que la que la novela lo que viene a traer es cuál es la civilización y cuál es la barbarie de estos mundos. Porque cuando uno lee al almirante y a los navegantes: ¿La barbarie sin duda está de su lado, no? Como cuando uno de los al principio de la novela que él va cortando todos los salvajes, no para poder llegar a encontrarlas a ella. Así que sí, hay una mirada de lo salvaje, lo animal, lo vegetal. Es muy negativa desde el lado de quienes están viniendo a descubrir. Tiene un punto de contacto con el feminismo socioambiental.

-T: Al final de la novela, se borra -de alguna forma- el registro de lo ocurrido. ¿Cómo relacionás esto con con la memoria y con esta lectura sobre una nueva forma o nueva visión sobre lo que fue la conquista?

-G.L: En principio creo que los registros que tenemos de esa época son registros bastante falsos. La gente no hablaba así como nosotros los hemos leído tantas veces. Busqué un registro verosímil, pero no caricaturizando esas maneras que he leído o que se han instalado, que son las supuestas de cómo se hablaba. No se hablaba así. El verosímil se construye en relación a la voz narradora. Digo, sin importar tanto dónde ponerse, el cómo armás la estructura de una oración. Y creo que que sin duda es una invitación a repensar cómo entendemos la conquista y qué presente y cómo se relaciona con el presente.

En varios de los discursos de post elecciones había unos cánticos que decían "patria o colonia". Qué nivel de actualidad tiene esto, ¿no? De seguir sintiéndonos colonia o seguir pensando en la colonización. Me parece que no es algo antiguo cuando pensamos que vienen de otros países a quedarse con nuestros recursos naturales, ¿no? Cuando escribí "El Paraná anda en bajada" y después a los dos días veía el diario y decía el Paraná anda en bajada: récord histórico Dije: "Esto sigue pasando, sigue siendo lo mismo". El racismo en Argentina es enorme y nos consideramos un pueblo no racista. Eso es muy interesante para pensar, porque cuando hablamos de racismo decimos "en Brasil son racistas", "en Estados Unidos", "en Francia", y acá en Argentina tenemos invisibilizadas todas las identidades marrones. Todavía creemos que bajamos todos los barcos, que no tenemos tanto de nuestros pueblos originarios, ¿no? En la forma en la que no nos vemos tan latinoamericanos también, los argentinos no nos consideramos latinoamericanos. Tenemos esta cosa más ligada a ser descendientes europeos. Falta una identidad que para mí es súper importante, de por lo menos, leer.

-T: Mucho de los mitos también fueron invisibilizados. Tenemos muy presentes los griegos o los egipcios, pero hay una mitología originaria que no tenemos presente.

-G.L: No sabemos nuestros personajes, no sabemos nuestra historia. Y por eso nuestra identidad siempre está trunca, a mitad de camino. Porque no somos ni una cosa ni somos la otra. Quien niegue sus raíces, su pasado y su territorio, de manera muy pobre va a poder construirse y construir futuro. Y eso es algo que se ve hoy en Argentina claramente. Mientras nosotros sigamos dándole la espalda a nuestra historia, a entender cómo fue esa conquista. ¿Cuánto hace que sacaron a Colón de la Plaza de la Rosada, no? No mucho. Y trajo un montón de revuelos. ¿Y si le preguntas a alguien hoy cómo se llama el 12 de octubre? Muchos no saben qué es el Día de la diversidad cultural. Todavía hay mucho camino por recorrer, por entender y producciones por hacer también.

-T: Tuve que rastrear varios de los animales que mencionás en el libro.

-G.L: Un montón de la fauna que aparece en el libro todavía existe. Son animales que vi en Islas de Apipé cuando viajé, que conocí en Corrientes, además de que investigué y bueno, no los conocemos y no sabemos cómo impactan en la vida, en la existencia. Los animales, esas plantas, esa abundancia.

-T: ¿Pensabas en darle visibilidad a toda esta flora y fauna que a lo mejor muchos desconocemos?

-G.L: Más que pensar en darle visibilidad para otros, yo la quería conocer. Para mí. En general las cosas que abordo, son de una gran curiosidad, casi bordeando una obsesión que es de cierto tema. Entonces empiezo a investigar sobre ese tema, me empiezo a meter, no sé, investigar islas. O sea, para llegar a Islas de Apipé estuve un montón de tiempo investigando islas de Argentina, de distintas provincias, distintas localidades. ¿Cómo era su flora, su fauna, dónde podía localizar mi historia? Hasta que encontré que era islas y viajé y empecé a conocer y todo lo que tengo para contarte. Islas de Apipé. Tal vez en la novela es muy poquito lo que queda de todo lo que investigué.

-T: ¿Te ayuda a construir la atmósfera de la novela?

-G.L: Sí, y construye algo en mí para que lo pueda después contar de otra manera. Todo lo que investigué de las sirenas no está en la novela, sin embargo construyó algo en mí, para que después pueda escribirlo. Tiene que ver con una idea de meterse uno de lleno en eso que le interesa a uno medio a tientas, sin saber bien a dónde se va, a dónde te lleva, pero confiando en que estás yendo a un lugar que está bien claro. Y después escribir y después de cansarte en investigar.

-T: Hay frases muy melódicas y poéticas en el libro. Por ejemplo: "El viento es cálido, seco y arremolinado, trae mala gota" o "El agua amansa guerras, que las hay las hay, no las vemos estos días, pero sabemos, los nativos se comen unos a otros porai gresca". ¿Cómo fuiste armando ese registro del Almirante?

-G.L: Fue una especie de exorcismo que tuve. Después de haber investigado y haber leído mucho y haberme metido mucho en tema, es como si te dijera que dejé todo eso. Fue pasando el tiempo y lo que me llegó es más lo que me pasa con la poesía. Diana Bellessi habla de una voz extraña que empezás a escuchar. Empecé a escuchar esa voz que tenía una forma de hablar con ciertas palabras, con frases muy cortas, trastocadas. Me apareció y fui escuchando y fui entendiéndola cómo se iba armando y la fui replicando, digamos.

Hay una búsqueda en el lenguaje en esta novela. Era imposible contar la conquista sin pelearme con el lenguaje, sin pelearme con la lengua, sin pelearme con la RAE. Cómo contamos el mundo tiene que ver con cómo armamos ese lenguaje y ese lenguaje que nosotros tenemos, que es el castellano. Es un lenguaje que está estructurado de los conquistadores. Entonces nuestra mirada ya está atravesada por esa conquista y la única forma de poder romper un poco con esa conquista y ese colonialismo es rompiendo la lengua heredada.

Con información de Télam

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