La creación de obras de arte NFT asociadas al ecosistema artístico impactan en la crisis y la contaminación del medio ambiente, una agenda acuciante y global, algo que se cuestiona y genera rechazo en algunos ámbitos creativos al momento de hablar de sus posibilidades, ante el impacto ambiental que provoca su usabilidad.
Si bien todo nuevo desarrollo y la opción de crear es una proyección interesante, algo que no está ausente en el debate de los NFT es el problema del impacto ambiental que provocan, lo que fue también planteado durante el foro organizado por el Fondo Nacional de las Artes, pero que no tuvo una respuesta concreta.
Siguiendo las lógicas de consumo energético se torna implícito que no se trata de un sistema "eco friendly" como se explicitan en distintos portales y recogen los medios especializados en arte.
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Por ejemplo, el ingeniero y artista turcobritánico Memo Akten señala en la web CryptoArt que la huella de carbono para acuñar un NFT equivale -en promedio en las plataformas- a unos 100 kilogramos de CO2, algo así como 1 o 2 horas de vuelo entre Londres y Frankfurt. Pero, además de la crítica, orienta a los artistas sobre las recomendaciones a tener en cuenta al momento de crear y producir NFT para reducir el impacto.
Y en ese camino de cuidado del medio ambiente, Akten señala que desde mediados de septiembre y con años de retraso, la blockchain Ethereum -lanzada en 2015 y basada en la tecnología de Bitcoin-, actualizó su procedimiento al fusionar dos sistemas de bloques en uno solo. La fusión, conocida como The Merge, reduciría el consumo de energía de Ethereum en un 99,95 por ciento permitiendo escalabilidad, seguridad y sostenibilidad "para construir aplicaciones y organizaciones, tener activos, realizar transacciones y comunicarse sin ser controlada por una autoridad central", cuya unidad es el ETH y es muy utilizada para los NFT.
"El gasto energético de Ethereum será aproximadamente igual al de tener una computadora doméstica para cada nodo de la red", sostienen desde esa blockchain (como se llama a la cadena de bloques que opera con distintos nodos en una gran red que registra y valida las operaciones).
En comparación con los procesos que se desencadenan en torno a los NTF -que se apoyan en la red Ethereum- el consumo de energía no llega al de las plataformas de streaming como Youtube y Netflix o la minería.
En la escena local, la plataforma artbag (BAG), uno de los proyectos recientes de arte digital de exhibición y venta de arte NFT que busca posicionarse en territorio latinoamericano, enfatiza que utilizan el Lazy Minting -aunque no son los únicos- donde el artista no paga por vender su obra y el costo del "minteo" pasa al comprador una vez realizada la venta, promocionando de este modo la no realización de minteos o acuñar el NFT de modo innecesario con lo cual promueven el cuidado del medioambiente.
Pero más allá de estás posibilidades, la crítica instalada en la agenda sobre la crisis del cambio climático va del rechazo a la desconfianza plena ante este tipo de ecosistemas transaccionales, no así al arte digital.
Uno de los puntos auspiciosos de los NFT -con presencia en la industria del espectáculo y entretenimiento- es la potencialidad, y por supuesto los grises legales tanto para derechos de autor y sobre todo en lo económico descentralizado, al igual que las criptodivisas. Pero también la mediación, aunque menor y de otro modo, persiste ante la necesidad de plataformas donde "mintear" y promocionar en el nuevo ecosistema artístico, o la apuesta a metaversos como Decentraland, un mundo virtual con sus reglas y parcelas vendibles, negocios, galerías de arte y embajadas virtuales, y con grandes marcas que apuestan con su presencia ganar seguidores, sin llegar a sumar al numeroso público femenino a sus filas, aún.
Con información de Télam