Juan Carlos Distéfano y sus esculturas dialogan con pinturas de otros maestros en el Bellas Artes

09 de mayo, 2022 | 20.01

(Por Marina Sepúlveda) Con una selección de esculturas creadas entre 1972 y 2022 y dibujos que reinterpretan el imaginario de grandes maestros de la pintura argentina como Lino Enea Spilimbergo, Ramón Gómez Cornet y su Urpila y Enrique Policastro así como del medioevo y el renacimiento, abre mañana la muestra "Juan Carlos Distéfano. La memoria residual" en el Museo Nacional de Bellas Artes que podrá visitarse hasta el 31 de julio.

Formado como diseñador gráfico -y creador del departamento de diseño gráfico en el Instituto Di Tella-, pintor desde 1960, dibujante y sobre todo escultor en los últimos años, Juan Carlos Distéfano (Villa Celina, Buenos Aires, 1933) vuelve al Museo Nacional de Bellas Artes con una muestra acotada, "íntima", como la define su curadora María Teresa Constantin, a diferencia de la retrospectiva que le dedicó el museo en 1988 o la antológica que se presentó en la Bienal de Venecia en 2015, de la mano de la misma curadora.

Es así que en la amplia sala del Pabellón de exhibiciones temporarias se exhiben 36 obras que reúnen 19 esculturas junto con 16 estudios de dibujos, pertenecientes al museo, al artista y a colecciones privadas, como un hecho inédito, en donde se marca la atracción por la pintura y ciertos pintores por parte de Distéfano, materializada en cada escultura y un arco temporal de medio siglo.

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"Hay varias cosas que hacen especial esta exposición, en primer lugar desde Venecia que no veía obra de Juan Carlos, había hecho una muestra hacia 2010 en Tucumán y Neuquén. Pero de nuevo es exhibido en su casa que es el Museo Nacional de Bellas Artes, porque si el museo es la imagen de la Nación, la obra de Distéfano es parte de esa imagen", refiere la curadora a Télam.

"En un artista que trabaja en las interlíneas de los hechos sociales, los hechos políticos, la literatura, el cine. Un imaginario alimentado desde diferentes fuentes y que él los deposita en una obra, por eso la riqueza e importancia de esta muestra", destaca.

"Es una muestra íntima en el sentido de que se revelan muchas de las fuentes con las que trabaja: son piezas acotadas, cada una con su secreto, pero íntima en doble sentido, Juan Carlos devela sus amores", dice.

Ese imaginario lo toma "del Bosco, Brueghel, Matthias Grünewald, el Greco, de la edad media, del románico catalán y el núcleo de artistas argentinos (a los que llama) ´pintores parapintores´ como Policastro, Víctor Cúnsolo, Fortunato Lacámera", y por ejemplo, en el caso de Spilimbergo, se detiene en "la obra más oscura que es el grabado y la vida de Emma (la prostitución, la muerte)", explica.

Para la curadora, esta muestra "cuenta lo íntimo de la relación con la pintura, de cómo trabaja", porque "lo de Venecia fue una antológica en la que un artista argentino mostraba lo que era un país, procedimientos, ideas, los amores de ese artista"; y destaca que al estar más grande en edad muestra "más de su vida e intimidad".

Una foto de Distéfano y el título que no fue para una muestra postergada por la pandemia que iba a llamarse "Por amor a la pintura", recibe al público con los ecos que resuenan en sus obras expuestas: "en el principio fue la forma, la forma se ilumina, aprovechando el error, lo ignorado puede abrir un camino, (la aventura, la obsesión), algo sucederá", parece invitar Distéfano con sus casi 89 años.

Y en las resonancias de las obras escultóricas traducidas en colores, gestos, expresiones, conjuntos escultóricos, rostros y cuerpos caídos, cristos que redibujan los de la baja edad media y a Luca Signorelli, atados como el de "Procedimiento" (1972) -que refiere a la obra de Pietro Lorenzetti de la Basílica de San Francisco de Asís, Italia-, o paisajes como el homenaje a Policastro. También las dos versiones de "Emma traviesa" (2015) dedicadas a Spilimbergo, una blanca y otra negra, transportadas al universo trans y la prostitución como marca de un cuerpo que tiene montada a la muerte en su espalda, y en contrapunto su última obra inaugura el recorrido, a la que llama "La necesidad del arcoíris" (2022), creada en pandemia.

"Cada uno de ustedes imagine. Si yo les cuento lo que es, es una cosa mía. Les propongo a ustedes imaginarlo", invita Distéfano a relacionarse con esa escultura que se refleja en el panel central del Jardín de las delicias del Bosco, "la parte gozosa", como explica la curadora quien advierte que en esta obra los "colores del arcoíris se contraponen con las figuras oscuras" y por donde discurre un lecho el agua asentado en su frente sobre la capa de colores que resplandecen en el arco superior de la obra. Aunque, una doble inspiración atraviesa esta obra, la del romanticismo alemán y "El arco iris con paisaje" de Caspar Friedrich.

También se presentan al público la escultura "La Urpila en Buenos Aires. Homenaje a Gómez Cornet" (2009-2010), o la "Portadora de la palabra" (2005-2006) un registro propio del artista: el de una mujer que habla a los transeúntes y que en la pieza sostiene contra su cuerpo un libro de la "Summa de Santo Tomás" mientras quiere dar su mensaje pero su voz no emite sonido alguno.

Otros títulos se destacan entre las obras de resina poliéster y resina epoxi como los de "Cosme Tura en los pagos de Don Enrique" (2019) el homenaje a Policastro; las tres que se exhiben juntas por primera vez, "Camino" (1992), "Di doman non c'es certezza" (1993) y "Caníbal" (1992); o el impactante grupo de nueve piezas pintadas en blanco, gris y negro, su "Kinderspelen", en memoria de la escultora mendocina Eliana Molinelli (2003-2006), donde se observa la propuesta de transformar las armas recolectadas -un intercambio por vales de comida o entrada a eventos deportivos impulsado por la ONU- en obras de arte. Aquí la referencia es al pintor flamenco Brueghel.

Instalada directamente sobre el piso, está el "Ícaro" (1978), la primera obra realizada en Barcelona tras el exilio junto a su esposa, la escritora Griselda Gambaro, como una concesión de quitar el pedestal a las obras contemporáneas.

Otras piezas como "Hasta cierto punto" o "Florero roto en 1890" (1988-9) trazan sus líneas hacia Vincent Van Gogh; o los cuerpos masculinos y el trabajo con transparencias se dan cita en "Salto" (1979), "Personas. Homenaje a Cataluña" (1979-80) y "Mirando pasar (homenaje a Signorelli)" de 1980; o "Flotante" (1987), un proyecto para el Parque de la Memoria de la Ciudad de Buenos Aires, cuyo cuerpo de mujer atado a una piedra refiere al San Sebastián del Greco.

Pero una de las obras destacadas es la "La Urpila" (1946) pintada por Ramón Gómez Cornet (1898-1964), que se adueña de la espacialidad con "La Urpila en Buenos Aires" (2009-2010) y refresca a esa niña del norte que en la ciudad más rica del país empuja su carrito donde traslada el obelisco y un perro entre otras pertenencias sobre un camino de monedas.

La curadora describe brevemente la práctica de Distéfano: primero dibuja y "es casi surrealista, empieza con un dibujo automático, la forma le empieza a cantar", después continúa con los bocetos pequeños modelados en arcilla, pasando luego a los grandes, más tarde vienen lo moldes y los taseles, y aquí se detiene en cómo el escultor "pone en evidencia los bordes" que dejan los taseles del molde, "no los borra".

Y cuenta una intimidad de esta muestra ya de por sí íntima: "al principio pintaba por afuera las obras y últimamente -algo de lo que se dio cuenta hace poco- es que trabaja desde su formación gráfica sobre los colores, algo que lleva a sus piezas: "pinta de adentro hacia afuera y luego por raspado va emergiendo el color".

Entre las influencias europeas y argentinas y sus homenajes, el interrogante que atraviesa el conjunto exhibido es cómo la escultura da cuenta del paisaje e imprime volumen a las pinturas desde la reapropiación de elementos y desarrollo de Distéfano, uno de los artistas distinguidos en 2018 con el Premio a la Trayectoria entre muchos otros premios y que sigue trabajando en su taller de La Boca.

Andrés Duprat, director del MNBA reflexionaba durante la presentación de la muestra realizada ante la Asociación Amigos del Bellas Artes: "Recorriendo la muestra ya montada fui pensando qué dura es esta muestra, que refleja un poco esos años aciagos de la generación de Juan Carlos y de Griselda que les ha tocado vivir de nuestra querida Argentina, y él (Distéfano) encontró el arte para conjurar de alguna manera ese dolor y transformarlo en estás obras magníficas".

La muestra podrá visitarse en Avenida del Libertador 1473 (Ciudad de Buenos Aires) hasta el 31 de julio en el MNBA, de martes a viernes de 11 a 20, sábados y domingos de 10 a 20, con entrada libre y gratuita.

Con información de Télam