(Por Leila Torres). Con las reflexiones que despiertan las largas caminatas y la amistad como columna vertebral, "Pequeño tratado sobre la amistad", de Joana D´Alessio, recorre cinco indagaciones sobre qué distingue a este vínculo de otros y cómo el paso del tiempo, las desaventuras de la vida, las relaciones amorosas, la maternidad y la paternidad moldean este tipo de relación que, según la autora, "ayuda a entender el mundo".
Frente a la hostilidad y el carácter caótico del mundo, ¿acaso no es necesario un tratado de la amistad, que evoque vínculos, formas de acompañar al otro y, por qué no, también flores? En "Pequeño tratado sobre la amistad", la escritora y fundadora del sello Ralenti Libros así como Vinilo Editora, Joana D´Alessio (1977), ofrece un híbrido entre la novela y el ensayo compuesto por cinco fragmentos que tiene como protagonistas al diálogo entre cuatro amigas y un hermano, que oficia de amigo, durante la pandemia.
Publicado en marzo y reimpreso en abril por Vinilo, este pequeño libro logra en tan solo 84 páginas llevar al lector a un viaje que se realiza caminando mientras las hojas del otoño crujen en el suelo de la Ciudad de Buenos Aires. "Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás, se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar", postuló el poeta español Antonio Machado en su poema más conocido "Caminante no hay camino" pero la autora de este libro se anima a volver sobre sus pasos para reflexionar sobre cómo se configuran los vínculos de amistad.
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De esta manera, intenta definir estas relaciones tan mutables y trascendentales y esboza frases que bien podrían convertirse en aforismos: "La amistad es una voluntad misteriosa y cuando fluye parece un partido de tenis, siempre nos devolvemos la pelota, se pregunta, se escucha, se repregunta".
"Hay mucha gente hace siglos pensando que existe una relación entre caminar y reflexionar. Filósofos, escritores y científicos", dice a D´Alessio Télam y resuena la "filosofía peripatética" de la escuela de Aristóteles en la que los pensadores deambulaban por los patios mientras pensaban. Si existiera una escuela así, D´Alessio confiesa: "Me anotaría sin dudarlo".
"En mi libro la reflexión se identifica con la conversación. Pensar, reflexionar, conversar, escribir podrían ser casi sinónimos. Lo son para mí, en gran medida. Y me parece que hay algo de caminar y conversar, donde uno tiene la mirada puesta hacia adelante, que ayuda a que los pensamientos puedan ir hacia otros lugares, ir en otra velocidad, a zonas nuevas", cuenta la autora de la novela "Alguien a quien contarle todo", publicada por La Crujía.
A D´Alessio le gusta recolectar conversaciones, escuchar podcasts y anotar lo que escucha. En ese proceso, descubrió algo: "Las mejores conversaciones eran en situaciones donde no hay frontalidad. Por ejemplo en el auto, uno va atrás, otro va adelante, no te estás mirando. En el baño, antes de ir a dormir, en la cama, con la luz apagada", cuenta.
"A veces las mejores conversaciones, donde aparecen las reflexiones más interesantes, no son ponerse a conversar, sino que suceden como si fueran en esas transiciones o resquicios de la vida", señala.
D´Alessio resume que, en el caso de "Pequeño tratado..", caminar significa, por un lado, "un dispositivo estético narrativo" porque la ayudó a establecer los capítulos y a enmarcar el tema de la amistad y, por otro, "es la actividad que la narradora cuenta que encontró para salir de una zona de malestar". "Es como tema y forma al mismo tiempo, ¿no?", pregunta.
Cada apartado del libro está acompañado por una especie de planta distinta: espino de fuego, lirios blancos, ojos negros, pensamientos y ampelopsis. En sintonía, cada uno aporta una particularidad distinta sobre un tema tan complejo como la amistad. "Lo que me pasó fue excepcional: se me apareció la estructura. Me bajó. Pum. La vi toda de una, fue como si viera unos andamios. Tenía el tema de la amistad, tenía el hábito de caminar con mis amigas, estaba en una época muy fascinada con la botánica", recuerda la autora.
"Iba a escribir en primera persona pero necesitaba poner una distancia porque básicamente estaba un poco como cansada de mí. Quería una primera persona que estuviera amueblada de otras cosas externas, y por eso se me ocurrió la estructura: cada capítulo es una caminata, una amiga, una especie botánica", agrega.
¿Hay una idea de cuidar a los vínculos de la misma manera en que una planta necesita diferentes cuidados según la especie? "No es que quería simbolizar a mis amigas en una flor, me cuidé muchísimo de no hacer metáforas muy fáciles o burdas entre la botánica y la amistad, las evité siempre que las vi venir, porque son fáciles de hacer. Pero bueno, había que darle una flor a cada amiga que le quedara bien", responde.
-Télam: ¿Se da una complementariedad en los vínculos de amistad? ¿Qué puede surgir de la diferencia, de no tener "cosas en común"?
-Joana D´Alessio: Es sumamente reconfortante encontrar cosas en común con otra persona. ¿Quién no disfruta del "alcoyana-alcoyana"? Pero al estudiar un poco más los vínculos me interesaba encontrar esto que tiene más que ver con algo de las diferencias. A mí me agrada cambiar de idea, hablar con alguien que piensa de otra manera. Y obvio que lo quiero convencer de lo que yo pienso, no me creo a salvo de esa tentación tan humana, pero también me da placer cuando alguien me convence de otra idea. Me suma. Por ejemplo, Flora es astróloga. A veces hablás de astrología y dicen: "Yo no creo en eso". Entiendo la parte de no creer. Yo misma soy sumamente aristotélica y racional, volviendo al principio de tus preguntas. Pero, a ver, tal vez va por otro lado.
Me parece que la astrología trae relatos. También me encanta el tarot, hay unos cuentos espectaculares. Así como nos gusta leer un libro, nos gusta ver una película, a mí me encanta que la tarotista me tire las cartas y me cuente algo. Después una descubre en qué medida se siente reflejada en ese despliegue de símbolos, micro relatos, historias. Es una herramienta más para pensarse. Sino solo nos queda el psicoanálisis, y me aburro. Es el gran lente de la época. Entonces, parece que no, pero un poco se conecta con esto de las diferencias, de la complementariedad, para volver a tu pregunta. Dejarte llevar por alguien que ve el mundo de otra forma y analizar qué de eso te gusta, en vez de comprobar lo que ya sabías, está bueno. A lo largo de la vida, una no quiere confirmar quién es. Una quiere ir cambiando, ir siendo distintas personas. Es más entretenido.
-T: Borges dijo una vez: "La amistad no necesita frecuencia. El amor sí. Pero la amistad, y sobre todo la amistad de hermanos, no. Puede prescindir de la frecuencia o de la frecuentación. En cambio el amor, no. El amor está lleno de ansiedades, de dudas. Un día de ausencia puede ser terrible". ¿Qué reflexión hacés sobre esta idea?
-J.D: Esa es la gran tesis de un libro que leí para escribir el mío, que se llama "La amistad", de Francesco Alberoni. Es un sociólogo italiano y creo que me llegó por mi mamá. Yo también estudié un par de años sociología y me interesa mucho, siempre trae ideas deslumbrantes, que corren el sentido común de la mesa. Fue una lectura fundamental.
Albertoni todo el tiempo traza un paralelo entre el vínculo amoroso y el amistoso. En el amor romántico hay algo de la totalidad y la necesidad que implica reponer todo. Tipo: "¿Qué comiste hoy al mediodía, amor?". Es terriblemente aburrido. En cambio la amistad, y es imposible no admitir que es superior como vínculo a todos los demás, habilita una gran libertad y estos saltos descomunales en el espacio y el tiempo. De repente dejás de ver a un amigo, ni siquiera porque te peleaste, por ritmos, por circunstancias vitales, y un día te lo encontrás en la calle y es como si nada. También lo digo en el libro: "La amistad es una conversación que se puede retomar en cualquier lugar del mundo y en cualquier momento".
-T: ¿De qué manera aparece en el libro la posibilidad de entenderse a una misma a partir de las amistades?
-J.D: Todo el libro ronda alrededor de esa idea, ¿no? El otro día le dije a mi amiga Julieta que dejé a mi analista porque la tengo a ella. Y nos reímos. Que me maten y me expliquen que el psicoanálisis bla, bla, bla. Pero los niveles de análisis a los que llego con mis amigas son tremendos. Vamos a fondo con todo. Después me da fiaca analizarme. En una caminata con Gaby, lo digo mejor en el libro que lo que voy a parafrasear ahora, dice: estar con otra amiga me ayuda entender el mundo, a juntar los pedazos, a entenderme a mí misma. El otro día Gaby, que es una de mis amigas reflejadas en el libro, me dijo: "Me pasa todo el tiempo con vos que me completás la frase". Yo pensé: "Ay, qué pesada la gente que te completa la frase". Jaja. Pero ella lo decía en un sentido lindo, me decía: "A veces estoy tratando de llegar a una idea y vos la armás, la terminás de cerrar".
Con información de Télam