Zambra: “La literatura es un espacio muy minoritario que a menudo confundimos con el mundo"

24 de julio, 2023 | 15.19

Alejandro Zambra, el escritor chileno radicado en México junto a su esposa y también escritora Jazmina Barrera, reflexionó sobre los debates que se sostienen en torno a la autoficción y sobre los modos en que este libro se inserta en un mundo donde la maternidad y la paternidad están cada vez más cuestionadas.

- T: Sobre el debate en torno a la autoficción, ¿qué lugar ocupa la experiencia propia cuando es transformada y llevada a la ficción?

- A.Z.: Está todo bien con ese debate mientras no sustituya la lectura, ¿no? No significa nada el debate en sí mismo. No tiene ninguna importancia si un libro está escrito en primera persona o en tercera persona, ni cuánta referencia verificable haya en una novela. Ninguna. Nunca la ha tenido. La literatura sobrevive, persiste, es marginal. A veces la buscamos desesperadamente en lugares equivocados, porque no es tan fotogénica, no es tan evidente de pronto dónde está. Esa precisión que hizo Juan José Saer y que hicieron otros: ficción no equivale a mentira. Es esencial y es muy fácil de entender. Fue una de las cosas que indirectamente, además, demostró Freud. Cuando un libro está escrito en primera persona y el personaje más o menos coincide con el autor, bueno, entiendes que se construye una mirada introspectiva que tal vez quisiera coincidir con los hechos. Y quien cuenta algo experimenta el deseo, tal vez, de decir algo parecido a la verdad. Ese es el desplazamiento: me gusta pensar en cómo ese alguien intenta decirme la verdad (risas). El que enuncia está lleno de dudas y es el primero en descreer de estar diciendo la verdad. Pero lo que está detrás de eso es la tentación de la parálisis, del silencio.

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- T: Estamos en un momento en donde hay mucha literatura que aborda la maternidad y la paternidad, y a su vez cada vez más gente elige no tener hijos. ¿Cómo pensás esta contradicción?

- A.Z.: Creo que este libro se inserta muy naturalmente en un espacio que a la vez quiere romper. Siempre me interesó ese límite. Cuando escribo acumulo y no pienso mucho en el futuro de ese texto, pero en el momento de armar los libros empiezo a pensar en, por ejemplo, que el libro llegue por casualidad a un lector. Uno de mis lectores favoritos es el que no lee mucho, uno o dos libros al año. Fundamentalmente porque la literatura no le dice tanto, no la consideran poderosa. Me encanta imaginar un lector a quien alguien le regaló el libro porque va a ser papá. En mi generación y en la siguiente nos interesó la literatura como quien se interesa por una banda rara que le pareció deslumbrante, que nadie conocía. Y de pronto sucedió que nos empezamos a cruzar con otros fans de esa banda, y se generó una comunidad. Y entonces pasas por períodos en que ya hay demasiada gente que le gusta esta banda. Hay algo de la lógica del fanático. Pienso en "Queremos tanto a Glenda", el mejor cuento de Cortázar. Algo de la pasión, de la exclusividad, el amor, que me parece muy atractivo. En definitiva la literatura es un espacio muy minoritario, que a menudo confundimos con el mundo entero. Me interesa lo que pasa cuando damos un pasito fuera de ese mundo y tenemos que explicarlo todo de nuevo, en ese anacronismo hay un poderío. Que es el mismo poderío que hay en la imagen de alguien con un libro en las manos.

Con información de Télam