La Bienal de San Pablo, que inauguró su trigésimo quinta edición la semana pasada, debió bloquear el acceso a parte de una obra del artista ghanés Ibrahim Mahama después de que un niño tropezara con parte de la instalación y se le rompiera el brazo mientras caminaba sobre las vías del tren que componen la obra conceptual sobre el colonialismo.
La extensa instalación y pieza central de esta edición de la bienal que da la bienvenida al Pabellón Ciccillo Matarazzo en el Parque de Ibirapuera, donde se realiza la Bienal de San Pablo, se titula "Parlamento de los fantasmas" y combina escultura con elementos de infraestructura abandonada en Ghana para reflejar las influencias duraderas del colonialismo en el país.
Se trata de un conjunto de objetos desechados y perdidos que fueron reunidos por el artista para formar el escenario de una sala parlamentaria y recordar la historia de la compañía ferroviaria de Ghana, Ghana Railway Company. En tal sentido, los objetos reflejan la historia de la producción y la crisis de industrialización en los territorios coloniales.
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El accidente ocurrió allí mismo, el último viernes cuando el niño caminaba sobre las vías del tren que el artista logró obtener después de años de esfuerzos y negociaciones con funcionarios de Ghana, ya que las vías fueron recuperadas por la Compañía de Ferrocarriles de Ghana, que se construyó en la década de 1950 mientras los ingenieros, principalmente del Bloque del Este, trabajaban para expandir la influencia de la Unión Soviética en África.
Como la mayoría de las monumentales instalaciones de Mahama (Tamale, Ghana, 1987), ésta también proponía la interacción con el público. Sin embargo, tras el accidente, se decidió restringir el acceso a la vía como "medida cautelar", según el comunicado citado por el medio The artnewspaper. "Lamentablemente se produjo un incidente a pesar de que los trabajos estaban supervisados por un asesor público y había mucho público en ese espacio", señalan desde la organización.
Por su parte, la madre del niño, dijo al periódico Folha de San Pablo que el personal de la Bienal debería haber seguido más de cerca los movimientos de los espectadores pero no lo hizo. "Tuvo suerte de no golpearse la cabeza con la pista", dijo sobre el accidente que sufrió su hijo. "Un golpe podría incluso ser fatal". Afortunadamente, el accidente sólo implicó la rotura de dos huesos del brazo y el niño está fuera de peligro.
Con información de Télam