Los dibujos del libro "El día que volvieron los colores", obra de Ro Ferrer, remiten a la mirada cándida de la infancia y eso acompaña a un texto fácil de recorrer sobre un tema difícil, que también parece sostenerse sobre esa candidez, sobre el derecho a mantener la inocencia del juego, de la confianza, del reír de alegría y de jugar sin riesgos, y que responde a un intercambio minucioso entre escritora e ilustradora, en este caso Érica Pincever.
Cuenta a Télam Ro Ferrer cómo fue esa construcción de relojería emocional y ese sincretismo de significaciones que da forma a este libro: "Era importante que el estado de niñez sin violencias, con ternura y armonía, quedara diferenciado de la agresión y el abuso; y fuimos hablando con Érica cómo representar la vulnerabilidad y la sensación de vacío y deshumanización en situaciones de abuso".
"En mi caso -señala la ilustradora y activista feminista nacida en Buenos Aires en 1977-, vengo acompañando hace años a madres protectoras, 'niñes' y adolescentes que logran animarse a denunciar; así que los parámetros sobre cómo graficar sin exponer ni revictimizar fueron un aprendizaje territorial que permitió profundizar sobre cómo trabajar la violencia simbólica en la construcción de sentido y de nuestra estructura mental.
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Para Pincever, "fue muy emocionante ver a Dante por primera vez en los dibujos de Ro; fue asombroso como cobró vida" en un texto "descontracturado" que "intenta acercar a las chicas y los chicos de manera orgánica", que "cálidamente se propone ir acompañándoles y preparándoles para lo que sucederá conforme avanza el relato", una "calidez" que "está presente en todas las páginas, transmitiéndola ingenuidad de la edad, la alegría y la libertad".
"Fuimos hablando mucho sobre lo que ella quería mostrar, pero me dio absoluta libertad para ilustrar luego de haber leído el cuento", retoma Ferrer, para quien "dibujar es el modo de seguir jugando, siempre lo fue -afirma-, sigo muy conectada con 'mi niña', quizá parece ridículo, pero me ayuda mucho a soltar la mirada adultocentrista, es la partecita que permite seguir sorprendiéndote, mirando las cosas como si fuera la primera vez. Las ilustraciones de este cuento salieron desde ese lugar hermoso que aún habito y agradezco".
Pincever, especialista en violencia, maltrato y Abuso Sexual Infantil (ASI), añade sobre la hechura de este libro que "los cambios que las mujeres, los feminismos y las diversidades estamos logrando se dan en una lucha colectiva, que todas las revoluciones son colectivas, que es entre 'todes', que es en red, y que cada 'une' tiene algo valioso para aportar a la causa".
"Tanto la admirable lucha de Thelma Fardin (n.d.r: quien elogió el libro), o la de un grupo enorme de valientes mujeres y madres protectoras, como Yama Corin y Andrea Vázquez, que estos días están llevando adelante los juicios por abuso sexual contra los progenitores de sus 'hijes', todas fueron fuente de inspiración", indica la escritora.
Y agrega: "en estos días especialmente, en lo que pareciera que corren riesgo los derechos que con tanto esfuerzo conseguimos, resulta necesario recordar que nos tenemos para hacerlos valer, y que proteger los derechos de las infancias, y garantizar que crezcan en un ambiente libre de violencias es nuestra obligación. Es mucho lo que conseguimos y mucho más lo que vamos a conseguir; sepámonos juntas, no estamos solas, nos tenemos".
Con información de Télam