En un mapa de desigualdades y precarización laboral, Victoria Basualdo pone el foco en aspectos que atraviesan al universo de trabajadores y trabajadoras amplificando la variable de tiempo para incorporar interrogantes y ejes al momento de pensar las condiciones económicas.
Por ejemplo, Basualdo realiza en "La tercerización laboral" un análisis del proceso de precarización laboral marcando dos hitos: los 70 como momento de implementación; y los 90 como consolidación de esas condiciones. ¿Cómo fue ese impacto para las mujeres? ¿Se pueden identificar características específicas en la inserción o proyección de las mujeres en el campo del trabajo en esos dos momentos?
"En esa publicación del 2014, otro libro colectivo del 2015 y en varios artículos y trabajos posteriores pensamos, junto con colegas especialistas de distintos campos y con protagonistas de la lucha sindical la problemática de la tercerización laboral y sus desafíos, tanto en la Argentina como en diversos países de América Latina. Por un lado, marcamos estos dos hitos, un primer salto en los 70 de la mano de las dictaduras y una segunda expansión en los años 90", puntualiza.
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Además, recupera la preocupación por "una consolidación del fenómeno como estructural en las relaciones laborales con creciente incidencia incluso en períodos de expansión del mercado de trabajo y de mejora significativa de los indicadores, como sucedió en Argentina desde el 2003 en adelante".
La investigadora del Conicet explica que "se lograron estimaciones de su incidencia en varios sectores, tanto desde el campo académico, como desde el sindical e incluso desde dependencias estatales, antes del cambio de gobierno en 2015, y se pudieron verificar las brechas salariales entre trabajadores/as de planta y tercerizados/as, así como las diferencias en términos de estabilidad laboral (los contratos temporarios son la norma, por períodos muy cortos), condiciones de trabajo, equipamiento y capacitación, derechos y conquistas y posibilidades de organización sindical de tercerizados/as respecto de trabajadores/as permanentes".
"Durante el gobierno de (Mauricio) Macri, el proyecto de reforma laboral apuntó a profundizar aún más el alcance de la tercerización, promoviendo una desresponsabilización aún mayor de las empresas principales respecto del accionar de las contratistas, cuestión que finalmente no se logró por un proceso de notable movilización y resistencia social", destaca.
Con respecto a la pandemia, Basualdo explica que "los tercerizados/as fueron los primeros en sufrir los embates dentro de los registrados, porque por supuesto los no registrados son el eslabón más débil siempre entre quienes tienen trabajo. Pero la tercerización apunta justamente a condicionar y jaquear a los/as trabajadores/as registrados/as, instaurando diferencias entre trabajadores/as de primera y segunda categoría".
En ese sentido, propone no sólo aplicar una mirada de clase, sino también de género: "Esta dimensión es ineludible, no sólo por las diferencias existentes en todo el mercado de trabajo en términos de género, sino también por las inequidades en la distribución de las tareas de reproducción social, y específicamente en el tema de la tercerización porque muchas de las primeras actividades tercerizadas son altamente feminizadas, como las de limpieza o alimentación en los establecimientos laborales, tareas consideradas como 'secundarias' o 'periféricas' respecto de las actividades 'centrales' o 'principales'", puntualiza.
En este sentido, sostiene que "hay una naturalización de la invisibilidad de estas mujeres que ocupan un papel central para el funcionamiento de estos espacios laborales y que sin embargo se ven como algo externo, a cargo de empresas de limpieza con altísima rotación y pésimas condiciones, o de contratistas de alimentación con vínculos renovados en forma permanente, no sólo en el sector privado sino en el sector público".
Con información de Télam