Criogenizar: el arte de solidificar cuerpos para… ¿‘resucitarlos’ en el futuro?

Si bien es una técnica muy cuestionada por gran parte de la comunidad científica, se estima que hay más de dos mil personas que esperan volver a la vida.

20 de octubre, 2022 | 11.37

La criogenización es un procedimiento de conservación de cuerpos que consiste en guardarlos a temperaturas muy bajas (196 grados bajo cero). El método usado es la vitrificación, el mismo que se utiliza para el congelamiento de óvulos: se solidifica el cuerpo sin que se formen cristales de hielo. En este tratamiento se eliminan los fluidos internos de las personas y se insertan químicos para conservarlos en tanques con nitrógeno líquido. Aunque a la fecha no existe nadie que haya revivido a un paciente criopreservado, cerca de dos mil personas esperan su chance en esos tanques.

“Lo ideal es que estemos al lado de la cama cuando el médico declara la muerte legal. Después empezamos el proceso de enfriamiento, reiniciamos la respiración, la circulación y le damos 16 medicamentos diferentes para evitar que la sangre se coagule”, contaba a El País Max More, presidente emérito de Alcor, empresa estadounidense fundada en 1972 que en la actualidad cuenta con 200 personas criogenizadas.  

Quienes suelen recurrir a la criogenización son personas con enfermedades terminales que desean volver a la vida cuando la ciencia se los permita. Sin embargo, el acceso a la criogenización es cosa de pocos: el costo inicial es de 200 mil dólares.

Procedimiento

Según la página web de Alcor, la técnica ‘ideal’ para criogenizar el cuerpo no comienza con la muerte de la persona sino unos días antes. Así, un equipo de la empresa espera cerca de la persona para comenzar una vez decretado el paro cardíaco. Luego, el proceso propiamente dicho arranca cuando el paciente es declarado legalmente muerto. “Si bien el paciente está legalmente muerto en este punto, aún se encuentra en una etapa temprana del proceso de muerte, con células y órganos aún viables”, destacan desde Alcor.

Durante las primeras dos horas luego de la declaración legal, un equipo de científicos reestablece temporariamente la circulación sanguínea y la respiración para proteger al cerebro y así administrar medicamentos protectores por vía intravenosa. Luego, el paciente se enfría en un baño de agua helada y su sangre se reemplaza con una solución de preservación de órganos.

En esas 24 horas desde la defunción legal, el paciente enfriado se transporta con cuidado al quirófano de la empresa que se encuentra en Arizona. De hecho, muchos miembros de Alcor deciden pasar sus últimos años cerca del lugar para no correr riesgos y transportarse en un lapso breve. Una vez que el cuerpo llega en busca de su preservación, los crioprotectores ingresan en el torrente sanguíneo para prevenir la congelación y que no se dañen los vasos sanguíneos, el cerebro y otros órganos. Entre el quinto y séptimo día, la persona se enfría a 196 grados bajo cero y el cuerpo queda en estado sólido.

¿Chamuyo o cosa seria?

Desde la propia empresa afirman que no existen organizaciones de criónica en la actualidad que puedan revivir a pacientes criopreservados, “pero en Alcor confiamos en que la reactivación puede ser posible. Se espera que la nanotecnología y otras tecnologías médicas futuras tengan capacidades muy amplias”.

A su vez, cuestionan el concepto clásico acerca de qué es la muerte y cuándo ocurre. Si bien es cierto que el concepto fue mutando y que en la actualidad las maniobras de RCP pueden reanimar a alguien que haya sufrido un paro cardiorrespiratorio, los defensores de la criogenización afirman que el proceso de morir puede pausarse y que la muerte “solo es permanente cuando las estructuras que codifican la memoria y la personalidad se han alterado tanto que se vuelve teóricamente imposible recuperar a la persona”.  

Hasta el momento parece ser una película de ciencia ficción más que algo posible en un futuro de mediano y largo plazo. Sin embargo, la bomba atómica también parecía algo impensado y sucedió. Más allá del escepticismo, debe haber un debate franco sobre las posibles consecuencias de volver a la vida quién sabe cuántos años después y lo que esto implicaría para la ciencia.

Con información de la Agencia de Noticias Científicas