Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS-UNLaM)- Corre la década del ’70, ya casi llegando a su fin. Una joven Bibiana cursa, por aquellos años, su último año en la secundaria El Sol, preparándose para un exigente examen de ingreso a la universidad para estudiar Biología. “Si entrás a la carrera, vas a poder trabajar en esta escuela”, le dice el director de la institución, abriéndole la puerta, casi sin saberlo, a una vocación por la popularización de la ciencia que acompañaría a Bibiana a lo largo de su vida. Dicho y hecho: la joven entró a la carrera y, a la par, empezó a trabajar en el laboratorio de la escuela, armando talleres con experimentos científicos para los chicos.
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Bibiana es Bibiana Vilá, doctora en Ciencias Biológicas e investigadora superior del CONICET. Varias décadas después, convertida en una de las mayores referentes del estudio de vicuñas como componentes bioculturales, aquella joven que preparaba las actividades extra escolares con temas de ciencia recibió, en 2023, el Premio Científicas que Cuentan, por “la excelencia y solidez de sus acciones en comunicación pública de la ciencia e impulsar una perspectiva sostenible de la conservación del patrimonio".
“Sin dudas, este Premio llega en un gran momento y es también algo extraño: habiendo pasado los 60 años, tengo un montón de experiencia, lo que te hace realizar tu labor de mejor manera, pero, al mismo tiempo, tengo el mismo entusiasmo que cuando empecé”, confiesa, entre sonrisas, a la Agencia CTyS-UNLaM.
Se podría decir que, en el caso de Bibiana, las tareas de comunicación pública de la ciencia y la labor como investigadora, indagando sobre los aspectos biológicos y sociales de las vicuñas, fueron siempre de la mano.
"Se trata de, a través de los distintos proyectos que llevamos a cabo, charlar sobre las diversas miradas sobre los mismos temas, y sacar conclusiones en conjunto.”
Bibiana Vilá, investigadora del CONICET y doctora en Ciencias Biológicas
Es que, luego de aquellas experiencias en su escuela natal, armó talleres de ciencia en otras instituciones educativas y, cuando le salió la beca de CONICET, se fue a Jujuy a estudiar y se llevó todo ese bagaje de actividades para niños y niñas a la Puna misma.
“Por mi trabajo, yo circulo entre dos mundos- explica la investigadora del grupo de investigación VICAM (Vicuñas, camélidos y ambiente)-. Uno tiene que ver con la labor en sí de investigación, con el equipo en Ecología, Ciencias ambientales y Arqueología, entre otros. A su vez, tienen una relación muy fuerte y muy sólidos vínculos interculturales con la población de la Puna. Se trata de, a través de los distintos proyectos que llevamos a cabo, charlar sobre las diversas miradas sobre los mismos temas, y sacar conclusiones en conjunto.”
El trabajo a la par, entre saberes científicos y saberes de las poblaciones locales, es moneda corriente en estas instancias. A modo de ejemplo, en 2023 trabajaron, junto a la misma comunidad, en una guía de plantas útiles de Santa Catalina, en Jujuy, para entender y divulgar sus usos en medicina, en gastronomía o para advertir cuáles plantas son peligrosas. La guía acaba de ser publicada.
“Se mezcla un poco todo: las ganas, los saberes de la comunidad, los saberes científicos. Lo mismo sucede con la captura de vicuñas. Estaban en peligro de extinción y luego empezaron a recuperarse, a un nivel tal que, lo que al principio era una especie de bendición, luego se convirtió en un desafío”, señala Bibiana.
Claro, el problema de este escenario es que el incremento de cantidad de vicuñas, que para los biólogos era la mejor noticia posible, empezaba a generar una preocupación en las comunidades que viven del pastoreo de las llamas. “Está siempre el riesgo de que la gente emigre para siempre. Hablamos de una vida rural, en el Altiplano, que es muy sacrificada. Si la idea es que quieran quedarse ahí, hay que lograr una mejor calidad de vida. Y, en ese sentido, los camélidos tienen mucho que ver con los productos en torno al hilado y al tejido y en el caso de las llamas domesticas también por la carne fresca y seca, en charqui”, repasa la especialista.
Un diálogo lleno de confianza y cariño
Cuenta Bibiana que, en materia de popularización de la ciencia, llevaron a cabo muchos talleres e iniciativas en la Puna, además de articular con otras iniciativas de comunicación. “Hubo una revista, Intrépidas, enfocada en la educación y el empoderamiento de las niñas en temas de ciencia. Siempre hubo un canal muy amoroso para publicar las cosas que hacían los y las estudiantes. Entonces proponíamos experimentos, sacábamos fotos, y, al siguiente mes, al volver a la puna, llegaba con los ejemplares de la revista, uno para cada uno. Todo eso generaba un clima hermoso”, comparte.
Además, durante las actividades impulsadas por la investigadora se pone especial atención en las efemérides, como el Día de la Biodiversidad o el Día de las Montañas, entre otras. “Lo interesante es pensar en un producto que se pueda ver, como un poster, una maqueta, algún trabajo. De hecho, lo que se produce lo suelo mandar a las organizaciones internacionales a cargo de las celebraciones de los días especiales, como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y viene, como devolución, un diploma, felicitando por el trabajo hecho muy valorado localmente en la puna”, destaca Bibiana.
En esta línea, la científica explica que la excelencia, a nivel de enseñanza y educación, puede estar en absolutamente cualquier rincón de Argentina, siempre y cuando haya los factores y estímulos necesarios.
“En ámbitos rurales, el rol de los directores o directoras, o de maestros, es distinto. Por un lado, tienen un sueldo un poco más alto, lo que genera una situación un poco mejor en relación a salario y costo de vida- Eso es importante, porque, cuando los sueldos están muy bajos, es lógico que los docentes se desmotiven. Cuando tenes un director o directora con energía y buena onda, que aporta herramientas y apoyo para cada actividad que se proponga, los resultados pueden ser muy buenos”.
“¿Vos solita, por acá?”
La dimensión del género, uno de los pilares destacados por el jurado del premio Científicas que Cuentan, tiene, en la vida académica de Bibiana, un espacio fundamental, ya desde sus primeros años como investigadora.
“Recuerdo tener veintipico de años y salir sola, de campaña, a buscar vicuñas, y escuchar las frases “¿Estás solita?”, “¿Cómo tan sola, por acá?”. Comentarios que, desde luego, nunca iba a escuchar un varón. Y otro de los momentos de gran tensión tiene que ver con la maternidad, porque el momento de dejar la casa para hacer trabajo de campo les cuesta la carrera a varias, al punto de tener que elegir y no poder seguir con su labor científica”, advierte Bibiana, quien es madre de dos hijos varones.
Allí, señala, hay una diferencia “tremenda” de género. “Cuando el que se va de campaña es el varón, está todo bien, ‘qué genio mi papá’, es muy natural y está muy instalado. Cuando se va de campaña la mamá… es fatal. Hasta alguna maestra me ha cuestionado el trabajo de campo, sin entender la necesidad concreta de obtener datos para hacer investigación, que además es el modo de vida del trabajador científico. A nivel cultural, hay instancias en las que hay que seguir trabajando mucho”, asegura.
Alerta por un sistema en desmantelamiento
Bibiana, como la mayoría de sus colegas, señala su profunda preocupación por los planes del Gobierno actual en relación a la educación pública, especialmente la universitaria y al sistema de ciencia y tecnología de Argentina.
“Para tener un país autónomo y digno es necesario un sistema científico en pos de conocer el patrimonio y desarrollar tecnologías propias, pero si el plan es la entrega de los recursos naturales, la subordinación a las corporaciones y el desprecio por el saber y los conocimientos, las instituciones con gente que piensa son un estorbo”, alerta.
Numerosos investigadores del CONICET y de universidades nacionales llevaron a cabo el Festival “Elijo Crecer”, cuyos objetivos incluyeron la lucha por el cumplimiento de la ley de financiamiento de ciencia y técnica y en contra del desmantelamiento del sistema de CyT y los despidos en el Estado. Algunos miembros del grupo VICAM participaron desde Jujuy, mientras que Vila lo hizo desde su catedra de educación ambiental, en el nodo Luján.
“Varias veces tuvimos que salir a defender muestro sistema científico y hasta nos mandaron a lavar los platos, pero esas luchas nos han fortalecido. Hoy, más que nunca, está en juego la dignidad de nuestro país, que se defiende desde las instituciones, en colectivo. Y a mí me toca, una vez más, defender la ciencia, un modo honesto, real y hermoso de entender al mundo, sus seres y su historia”, concluye.
Con información de la Agencia CTyS.