Un reciente estudio científico realizado por astrónomos llegó a una conclusión muy interesante sobre la vida extraterrestre. En vez de preguntarse por si existen o no los alienígenas, los especialistas decidieron abordar otro matiz del análisis sobre la vida fuera de la Tierra, relacionado directamente con la inteligencia que podrían tener estas especies desarrolladas en otros planetas, si es que existen. La respuesta que pocos imaginaban
El estudio realizado por los astrónomos David Kipping, de la Universidad de Columbia en Nueva York, y Geraint Lewis, de la Universidad de Sídney, arrojó una inquietante posibilidad que afecta de forma directa a las teorías sobre la existencia de extraterrestres: la vida inteligente en el universo podría ser mucho más rara de lo que algunos científicos y aficionados a la astronomía creen. Por lo tanto, de existir la vida en otros planetas, estas especies serían "tontas", muy probablemente.
Utilizando una actualización de la famosa ecuación de Drake con lógica probabilística, los investigadores propusieron que el universo podría estar abarrotado de vida, o prácticamente vacío de ella. La conclusión final de su investigación es que, aunque no podemos descartar la existencia de civilizaciones alienígenas, es probable que seamos una de las pocas (o tal vez la única) formas de vida tecnológicamente avanzada. La ecuación de Drake, desarrollada por el astrónomo Frank Drake en 1961, fue creada para estimar el número de civilizaciones avanzadas que podrían existir en nuestra galaxia, la Vía Láctea. La fórmula incluye varios factores, como la tasa de formación de estrellas, la cantidad de estrellas con planetas, el número de planetas potencialmente habitables y la probabilidad de que en estos mundos surja vida inteligente. Sin embargo, muchos de los términos que componen esta ecuación son en su mayoría conjeturas o estimaciones, que generan mucha incertidumbre en su aplicación.
A partir de esa teoría, Kipping y Lewis abordan este problema desde un enfoque más general y simplificado. Los astrónomos dividieron la ecuación de Drake en dos partes: una que se refiere al "nacimiento" de lo que llaman "instanciaciones tecnológicas extraterrestres" (ETI, por sus siglas en inglés) y otra que apunta a su "muerte" o desaparición. Esta división permitió a los investigadores evitar suposiciones difíciles de confirmar sobre cómo surgen o evolucionan las civilizaciones y centrase en la frecuencia con la que estas instanciaciones aparecen y desaparecen a lo largo del tiempo. El estudio también utilizó un concepto matemático propuesto por el biólogo y matemático J.B.S. Haldane en 1932. Según este modelo, en una gran cantidad de planetas similares a la Tierra existentes, la vida debería surgir o en todos ellos o en casi ninguno. Representado en un gráfico con forma de U, este modelo sugiere que es poco probable que la mitad de los planetas tengan vida y la otra mitad no. Por lo tanto, la vida inteligente en el universo debe ser bastante común o extremadamente rara.
Por el momento, los astrónomos no detectaron señales claras de civilizaciones alienígenas, por lo que podría estimarse que si existieran otras formas de vida tecnológica, estarían lejos o habrían desaparecido. Según Kipping, si tales civilizaciones hubieran existido en la historia de la Vía Láctea podrían haber colonizado toda la galaxia en un periodo de entre 10 y 100 millones de años. Sin embargo, no hay evidencia de tales estructuras o señales, lo que refuerza la idea de que las civilizaciones tecnológicas son muy raras en tiempo y espacio.
Con esos datos, los científicos se aventuraron en una conclusión interesante: aunque la vida compleja podría ser relativamente común en el universo, la vida inteligente capaz de desarrollar tecnología avanzada es, probablemente, extremadamente rara. Esto se debe a que de existir en cantidad, ya hubiera sido posible encontrar restos tecnológicos, como estructuras o emisiones radiales. A pesar de la falta de pruebas, Kipping y Lewis no abogaron por abandonar la búsqueda de vida extraterrestre. En cambio, consideraron posible que las civilizaciones tecnológicas existan en regiones lejanas del universo o que simplemente no deseen expandirse o comunicarse. Por otra parte, resaltaron que los proyectos SETI (por las siglas en inglés search for extra terrestrial intelligence) ha tenido pocos recursos para llevar a cabo búsquedas exhaustivas, por lo que aún podría haber señales que pasaron desapercibidas.