Una de las acciones más comunes sin importar el contexto en el que se encuentre es soplar las velas para que la llama se apague. Sin embargo, una tradición recomienda otras alternativas con el fin de que los deseos de las personas no se vean afectados, como también alejar las malas energías que puedan estar presentes en la habitación.
Las velas son de gran utilidad para diferentes situaciones, ya sea para una cena romántica, iluminar un lugar cuando la luz se ausenta, celebrar un cumpleaños o encenderlas con el fin de pedirle algo a un santo. En caso de que una persona tenga la necesidad de apagarlas, no se las debe soplar, sino que es necesario recurrir a un contacto más manual.
"¿Sabías que no es recomendable apagar velas soplándolas?", expresó Sandra Corcuera Tarot, como figura su cuenta en Instagram. En el video, se puede apreciar que la vela dispone de una fuerte vinculación con la tierra mientras que la llama simboliza lo divino. "Soplar para apagarla, implica que se rompa esa conexión y acabar con los beneficios", agregó. De esta manera, aquellos que manifestamos o pedimos no se cumplirá porque se cortó cualquier tipo de vínculo espiritual.
¿Cómo apagar una vela?
- Primera opción: se recomienda que la persona se humedezca los dedos y haga una pinza sobre la llama para que esta deje de existir. No hay riesgo de quemarse, pero es necesario hacerlo rápido.
- Segunda opción: se puede colocar un objeto por encima de la llama y que este drene todo el oxígeno para que se extinga.
- Tercera opción: se debe hacer uso de un apaga velas. Un objeto pequeño que permite terminar con la llama en pocos segundos.
¿De dónde viene la tradición de levantarse de la cama con el pie derecho y qué pasa si pisás con el izquierdo?
Hay una frase bastante particular para cuando una persona presenta un humor complicado y que podría desatar ciertos problemas en el trabajo o cualquier ámbito en donde se encuentre. "Se levantó con el pie izquierdo", se puede escuchar cada tanto, pero pocos saben que se trata de una costumbre que nació hace varios años y que se vincula con el Imperio Romano.
En la antigüedad, tras una larga noche de sueño, se creía que una persona no debía levantarse de la cama con el pie izquierdo porque cualquier acción que desarrollara en el día iba a estar cargada de mala suerte. Lo mejor era volver acostarse por unos minutos y que el primer pie en apoyar en el suelo sea el derecho.
Lo mismo aplicaba para aquellos visitantes que ingresaban a la casa, los templos o cualquier otro establecimiento. El primer paso se debía dar con el pie derecho. De hecho, en algunos lugares, se contrataba a una persona que se encargaba de vigilar que todos colocaran el pie correcto al pasar la puerta.