En octubre de 1972, la cordillera de los Andes se convirtió en el desafiante escenario de una tragedia que marcaría la historia de la supervivencia humana. El vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, llevando a bordo a jóvenes del equipo escolar de rugby, sus familias y amigos, se estrelló en la gélida cordillera durante un viaje de Montevideo a Santiago de Chile. Lo que siguió fue una lucha épica por la supervivencia que inspiró libros y películas.
La planificación de una travesía desesperada
Después de más de dos meses enfrentando condiciones extremas, algunos supervivientes decidieron emprender una travesía en diciembre para buscar ayuda. Con el frío comenzando a ceder, Nando Parrado y Roberto Canessa, junto con Antonio Vizintín, planearon una ruta a través de las montañas de los Andes hacia Chile. Su destino final era el rescate, una tarea monumental en un entorno implacable.
Exploración y descubrimiento: la ruta inicial
En noviembre de 1972, antes de la travesía, los supervivientes exploraron las montañas circundantes. Encontraron el avión estrellado cerca de la frontera con Chile, específicamente en el Valle de las Lágrimas, provincia de Mendoza. Aquí, descubrieron el radiotransmisor averiado, un elemento clave para su comunicación con el mundo exterior.
El último intento: 12 de diciembre de 1972
La jornada del 12 de diciembre marcó el último intento de Parrado, Canessa y Vizintín por cruzar las inhóspitas montañas. Equipados con la ropa más resistente que tenían y sacos de dormir improvisados, partieron hacia el este, en dirección a Chile, una ruta desconocida en ese momento. Vizintín regresó al campamento, dejando a Parrado y Canessa como los protagonistas de esta ardua travesía.
La ruta de Parrado y Canessa hacia la libertad
En su caminata, Parrado y Canessa enfrentaron las gélidas cumbres de los Andes, llevando consigo calcetines rellenos con trozos de carne como única fuente de alimento. Con la convicción de que ya estaban en territorio chileno, según lo que habían dicho los pilotos antes del accidente, continuaron hacia el este, sorteando picos que superaban los 4.600 metros, utilizando únicamente sus arneses de seguridad como equipo improvisado.
El milagro del valle sin nieve
El 22 de diciembre, tras diez días de épica travesía, Parrado y Canessa llegaron a un pequeño valle sin nieve, formado por los ríos San José y Del Azufre. En este momento crucial, avistaron a un hombre a caballo: Sergio Catalán, un vaquero chileno. Catalán alertó a las autoridades chilenas, lo que condujo al rescate final de los demás supervivientes 72 días después del accidente.