Patricia Sosa y Oscar Mediavilla llevan 46 años juntos, entre idas y vueltas y un divorcio en el medio. Después de haber tomado la decisión de vivir en casas separadas en 1996 y así evitar los problemas de convivencia, aseguran que su amor sigue intacto. En diálogo con Moria Casán en su programa Moria es Moria recordó el día en que lo presentó a sus padres cuando se conocieron, en la década del 70.
En ese entonces, Mediavilla tenía un look rockero con pelo largo y además es dos años más grande que ella. Su apariencia y su estilo eran bastante revolucionarios para la época y la reacción de sus papás al verlo por primera vez no fue de lo más positiva, según contó la artista.
Patricia relató que en ese momento Oscar “era flaquísimo, tenía el pelo por la cintura, unas botas con taco y unos pantalones bombilla color rojo”. Al verlo, su mamá, peluquera, se sorprendió del largo de su cabello e intentó convencerlo para cortárselo. “Mi mamá insistía: ‘Pero este chico, ¿no querrá cortarse el pelo? Imaginate Oscar, rajaba”, bromeó Patricia.
Pero la reacción de su papá al ver a Oscar por primera vez fue la más cómica e insólita de todas: “Mi papá se asustó. Le estaba clavando el taco a mi hermano que se iba para el colegio y no sé qué le pasaba y cuando vio a Oscar se martilló el dedo. Dijo: ‘no puede ser’ y se la dio en el dedo”, recordó entre risas.
La anécdota de Patricia Sosa sobre el día en que se divorció de Oscar Mediavilla
Patricia y Oscar viven en casas separadas desde el 1996 hasta el día de hoy. “Quisimos hacer el divorcio muy rápido porque no nos soportábamos. Cuando llego al divorcio hacía como 10 meses que no lo veía. Entonces, lo veo a él con cara de culo ahí con un abogado y con un ramo de flores”, recordó.
“Yo llego con mi abogado y le digo: ‘¿Y ese ramo de flores?’. ‘Son para agradecerte los años de felicidad’, me dijo”, continuó la cantante. Cuando llegó la jueza, ella le preguntó si era posible volver a casarse en algún futuro con una persona después del divorcio y la mujer le contestó impaciente: “Bueno, ¿a qué están jugando?”.
Aunque firmaron los papeles del divorcio ese día, al salir de ahí fueron a desayunar a un café y conversaron como si nada hubiese pasado, sin nada de enojo ni resentimiento. “Nos fuimos a desayunar, a charlar de cosas, sin estar enojados”, cerró Sosa.