A Mario Massaccesi le gusta correr riesgos. Tras décadas de construir un sólido camino profesional en el periodismo, pegó un volantazo en su vida profesional y se animó a algo diferente: la conducción del reality Cuestión de Peso, un clásico de El Trece en versión renovada. "No estoy acostumbrado a tantas notas", dirá en varias oportunidades antes de arrancar un mano a mano con El Destape, en el que accedió a hablar de su vida y sus aprendizajes mientras disfruta el éxito de la televisión y el reciente lanzamiento de Salir de los miedos, libro que escribió junto a Patricia Daleiro.
- ¿A qué le tenés miedo?
Le temo al deterioro físico. Creo que todos vamos cambiando físicamente y el tiempo nos va dando señales de cuando llega ese momento, pero no me gustaría tener que depender de otro o ser una carga para los demás. La gran incertidumbre hacia adelante es “¿cómo voy a estar físicamente dentro de unos años?”. Yo soy un tipo muy inquieto, me encanta andar mucho y laburar, y tengo una vida social personal muy activa; entonces saber que en el futuro puedo llegar a tener que estar en manos de otra u otras personas me genera miedo. No me paraliza pero me da intriga ver que pasaría, cómo lo voy a resolver y sobre todo quiénes van a estar en ese momento. Mis sobrinos ya me dijeron que no. Tengo nueve sobrinos y un día hice una convocatoria en el grupo familiar, planteando este tema, y todos dijeron “con nosotros no cuentes, arreglate solito” (risas).
- No tuviste una infancia fácil, vos mismo lo has reconocido públicamente. ¿Cómo hiciste para superar esos miedos y transformarlos en otra cosa?
Dándome cuenta que no quería estar en ese lugar de dolor. Ahí fue el despertar de la conciencia y el despertar del corazón. Suena cursi, pero es así. Creo que nacemos dos veces: la primera vez es cuando nuestra mamá nos da la vida y la segunda vez es cuando vos decidís cómo querés vivir el resto de tu vida, a partir de lo que te pasó y de lo que hiciste. Darme cuenta de eso fue el clic para saber que tenía que hacer algo con eso, y lo bueno es que he logrado cada misión que me propuse cumplir. Es el mensaje que quiero dar.
En general, el título es siempre “la tremenda infancia de…”, pero eso pasó hace muchos años. La gente que veo en los medios me sigue dando el pésame, pero la verdad es que la estoy pasando bárbaro. Más allá de haber tenido una infancia traumática, se puede convivir con eso y ser feliz. Ahora bien, la sanación es un proceso que no sabemos qué tiempo lleva: en algunos casos el tiempo es menor y en mi caso, de muchos años.
- ¿Quiénes fueron tus aliados en los momentos de oscuridad?
Mis amigos, que son la familia elegida cuando me vine muy jovencito a Buenos Aires. En mi familia no se suelen hablar de estos temas incluso hoy y respeto que eso ocurra. Lo primero que tuve que hacer es aceptar que a mi familia hay ciertos temas de los que les cuesta hablar. No los juzgo, acepto que de ahí vengo y los amo como tales. Sé que puedo elegir otra familia que son mis amigos, que son exactamente los mismos desde hace décadas. Ellos fueron mis grandes aliados y quienes respetan mis silencios y no apuran mis procesos.
- Los que a veces no respetan los silencios y procesos son los medios, y vos sos una figura pública. ¿Cómo hacés para que lo que digan de vos no te afecte?
Sé cuál es el límite de mi intimidad, qué comparto públicamente y qué no, y sé plantarme en el no a tiempo para que no haya una invasión sobre mi ámbito privado. Hasta los personajes más mediáticos tienen un círculo de intimidad aunque no se note. Todos tienen un cerco que es infranqueable. Eso puede variar en el tiempo cronológico de vida que tenés y en los lugares a dónde vas. Por ejemplo, cuando voy a dar charlas a las cárceles de mujeres me permito abrir ese cerco porque hay situaciones mucho más dramáticas y traumáticas que la mía. Entiendo que compartir esa experiencia puede ayudar a personas que están privadas de su libertad para entender que de la bosta pueden hacer abono.
- ¿En qué momento hiciste este cambio de perspectiva de la vida?
Hay dos momentos. Uno es cuando empecé a trabajar conmigo, eso lo marco a los 33 años. Tengo tatuado el 33 -se señala el brazo-, que es un número maestro. A esa edad aún no había compartido lo que me había pasado en la infancia con nadie, ni siquiera con mi familia, y mi madre se muere repentinamente. Se enfermó muy rápido y falleció muy rápido. Ese día tomé conciencia de que ya no valía la pena esperar a mañana para lo que estaba a tiempo de hacer hoy. Al día siguiente que murió mi madre, le puse acción a las cosas que quería hacer.
Tiempo después, cuando sentí que ya estaba reparado y me di cuenta que podía compartir públicamente el resultado de lo que había hecho sin miedo, sin vergüenza y sin juicios espantosos sobre mí mismo, tuve ganas de abrirme con otras personas, para que tal vez a alguien le sirva mi historia y la tome como punto de partida de su sanación personal.
- Es un poco entender que nadie se salva solo.
Podés salvarte solo, hay gente que se salva sola, pero yo creo que las cargas compartidas pesan menos porque tenés a alguien que te está ayudando. Creo que hay que hacer lo que vos sentís que te está sirviendo. Si hay resultados concretos y no te estás haciendo más daño que el que ya te hiciste o te hicieron, funciona.
- ¿Sos religioso?
Soy creyente, no practicante extremo, pero hago un culto a mi manera. Tengo un altar en mi casa, pero no es que me la paso rezando.
Una vez hubo una señora, en los "viajes con sentido" que hacemos con Patricia Daleiro (coautora del libro Salir de los miedos), que llamó desde Mar del Plata para preguntar si en los encuentros rezábamos las 24 horas (risas). ¡Yo soy un tipo muy divertido! Soy muy crítico de la Iglesia, pero a la vez soy creyente y agradezco mucho porque cuando estuve solo o desesperado, la religión fue un buen bastón que me contuvo. No hay que olvidarse de esos bastones que te ayudaron, por más que con el tiempo no estés de acuerdo con ellos. Elijo ser agradecido: a la gente que me dio laburo, a los que supieron escucharme, a los que todavía siguen creyendo que puedo aportar algo y también a la religión.
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"La gente necesita encasillarme en un partido político y una elección sexual, pero soy más que eso"
- ¿A qué creés que se atribuye la imagen de tipo “confiable” que tiene la gente que elige consumirte en los medios?
A que soy un tipo sencillo y no me hago rollo por lo que no vale la pena hacerse el rollo. No entro en los laberintos de suposiciones y de juicios, he logrado liberarme de los juicios propios y de los demás. Soy un tipo abierto.
Antes de esta entrevista pensaba en vos y en las preguntas que harías y una de las cosas que reconocí es que por suerte en los valores de mis padres, en aquellos que quiero mantener, nunca se me preguntó quién era quién y eso que fui adolescente en la dictadura, una época jodida. Tenía un amigo comunista, Ramón, y en mi casa lo adoraban. A mis padres nunca se les hubiera ocurrido descalificarlo. Lo mismo que con una amiga trans que venía a casa. Para mis padres había un valor en la diferencia. Mi casa era un ágora y mi vida sigue siendo un ágora, y estoy convencido de que aún en la diferencia la gente te suma. La peor de las batallas es intentar cambiar al otro en lo que piensa y en lo que siente. Por ahí no estamos de acuerdo en muchas cosas y está todo bien porque a mí me interesa construir puentes con los que no piensan como yo.
- Eso tiene sus pros y sus contras.
A la hora de putearte, lo hace todo el mundo (risas). La gente necesita encasillarme en la víctima, en un partido político, en una elección sexual y soy más que eso.
- ¿Hay alguna carga que te pese?
No, nada. Soy un tipo que he logrado limpiarme de muchas cosas que me ocurrieron y he aprendido a resolver rápido los temas que me preocupan. Hacer eso me ha permitido cumplir con todos mis sueños. En el año ‘98, a los 33, hice un mapa en una cartulina con lo que quería que me pasara hacia adelante y ese es un ejercicio que invito a hacer para no quedarse atrapado en el pasado.
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"No hay realities perfectos, ahí está el desafío"
- Dejar el noticiero de TN para irte a hacer el reality Cuestión de Peso fue un gran cambio…
Es un gran desafío. Solté el noticiero de TN, que lo quería mucho, y salté a otra cosa. No había miedo, sí incertidumbre. El resultado hasta hoy sigue siendo mucho mejor de lo que pensaba.
- Es una propuesta arriesgada Cuestión de Peso. El formato fue muy criticado por la exhibición de las personas obesas en una situación de show y morbo. ¿Pensaste en eso?
Sí, claro. Es un riesgo muy alto, pero si no lo asumo a los 58 años, ¿cuándo lo voy a hacer? Creo que después de muchos talleres tomados y compartidos, sentí que podía aportar algo de mi humanidad al programa. Ahora bien, también me parece importante reconocer que hay mucha hipocresía porque en determinados realities, donde la gente es 90-60-90 y tiene los abdominales marcados, está todo permitido. Si partimos de esta base, ¿por qué no la exhibición de personas con obesidad?, ¿una persona con obesidad no se puede tirar a la pileta en la tele?, ¿una persona con obesidad no puede hacer un juego de riesgo, si acepta hacerlo? El morbo no pasa por quienes lo hacen, sino por quienes lo ven. Lo que pasa es que muchos no se hacen cargo de sus morbos.
No hay realities perfectos y quizás este tampoco lo sea, pero creo que ahí está el desafío. He charlado mucho con Cormillot (Alberto) y la producción, y he puesto mis condiciones. Jamás se me ocurriría picantear a los participantes como a nadie, porque no soy así y porque no me gusta ese juego. Lo único que quiero es que la gente se sienta bien y dejarla mejor que como la encontré.
- Leí en una entrevista que dijiste que te pidieron que abraces a los participantes.
Sí, fue una compañera ex obesa que pasó por el proceso de bajar de peso en tratamiento y después se hizo un cinturón gástrico. Ella me dijo “te pido, por favor, que los abraces porque a nosotros, las personas con obesidad, la gente no nos toca”. Me impactó mucho eso. Sucede que yo soy abracero por naturaleza, así que eso no fue un problema. Me caen re bien los participantes, quiero que les vaya bárbaro.
"Tengo erotismo y sexo, pero no tengo un proyecto de pareja"
- ¿En qué momento de la vida te encontrás ahora?
En el momento de más tranquilidad conmigo mismo. Se fueron los fantasmas, están quietos y la confianza está sólida. Me encanta poder reconocerlo.
- Soles bromear con que vas a armar un sindicato de “solterones y solteronas”. ¿No estás en pareja?
Estoy soltero y tengo un proyecto de vida de soltería, y siempre me gustó la soltería. Hay gente que no puede creer que no tenga una pareja, les cuesta creer. Ojo que eso no significa que viva en celibato, tengo erotismo y sexo pero no está el proyecto de la parejita, los nenes y los perros.
- Pero en algún momento habrás perdido la cabeza por alguien…
¡Sí, claro! Hay gente que me atrae más y me hizo tambalear esta idea de la soltería. ¿Hay alguien que no haya sufrido por amor? Se lo pierde. El amor también es dolor y gracias a Dios que es así, no soy un humano impermeable al que las cosas no le afectan. Te confieso que en algún momento pensé en adoptar hijos pero después me rectracté. Entre y salí muchas veces de ese estado de enamoramiento… hoy no elijo el proyecto de pareja y abrazo la soltería. Mañana puede llegar a cambiar…
- ¿Te divierten las aplicaciones de citas y encuentros?
Abrí varias hace un tiempo, porque el segundo libro que hice con Patricia Daleiro hablaba del mundo millenial, y la verdad es que soy más del face to face. No hay como el encuentro real… lo otro es tentador y son códigos nuevos que tienen un resultado sin humanidad. La cultura de las fotos con filtros es parte del hoy y llegó para quedarse, pero no es algo que me seduce.
Próximas funciones para Soltar para ser feliz, el espectáculo de Mario Massaccesi y Patricia Daleiro.
- Domingo 9 de junio. Teatro Astros. CABA. Única función.
- Sábado 15 de junio. Rosario.
- Sábado 22 y domingo 23 de junio. Córdoba.
- Sábado 29 de junio. Mendoza.
- Domingo 30 de junio. San Juan.