María Rosa Fugazot compartió un estremecedor relato, en el que contó que fue testigo del bombardeo a Plaza de Mayo en 1955. La actriz dio lujo de detalles de los acontecimientos que vivió el día que debió esconderse durante horas en un sótano junto con desconocidos a sus 12 años, en medio de un catastrófico contexto.
“Estaba yendo a la escuela con una amiga. Nos atrasamos porque ella no sé qué cuerno había perdido, nos atrasamos y perdimos el colectivo. Así que salimos corriendo y, cuando vamos a cruzar, cae la primera bomba. Nos tiramos para atrás en la recova de Alem. Pero mi amiga corrió para arriba de la calle y la mamá se fue atrás de ella, así que me dijo: ‘No te muevas de ahí'”, comenzó su relato Fugazot, en Los Mammones.
La actriz continuó su recuerdo e hizo referencia a la drástica decisión que debió tomar en aquel momento: “Yo me quedé plantada contra la pared. Hasta que un muchacho de la metalúrgica que estaba en Moreno me agarró y me metió adentro. Mi mamá no me encontró. Se puso el tapado de piel arriba del pijama y cruzó toda la Plaza de Mayo con las bombas y todo. Se fue hasta el colegio que quedaba en Esmeralda y Sarmiento. Y cuando entró le dijeron: ‘No, María no llegó'. Ahí se quedó muda y estuvo un mes sin poder hablar”.
“No me voy a olvidar jamás, porque fue un impacto. Nos habíamos subido a unos estantes que había en el sótano y, sobre el piso, había como unas mirillas, como unas ventanitas. Veíamos bajar con los palos a la gente gritando y, abajo, los baleaban y caían en la calle. Después, pasaban los camiones y cargaban los cadáveres como ganado”, siguió Fugazot y concluyó: “Fuimos reptando por el piso toda la cuadra, dimos la vuelta y me metió a mi casa por uno de los vidrios que se había roto. Yo llegué llena de sangre, pero no era sangre mía, era la sangre que había quedado de la gente que habían matado”.
La maldad que recibió María Rosa Fugazot
En otro momento del reportaje, Fugazot hizo referencia a un insólito momento que le tocó vivir en un camarín, por una maldad que le habían hecho algunas de sus compañeras: “Cuando empecé, cuando era bailarina, me pusieron vidrio molido en el maquillaje. Y no me corté porque había una chilena, que también era bailarina y compañera mía que estaba sentado a mi lado y cuando agarré el pote me dijo ‘no te la pongas’. Era la crema de la cara”.
“Pero lo solucioné enseguida. A una le tiré un vaso que le pasó por adelante de la cara y le dije ‘la próxima te la zampo en la jeta, así de claro’. Y a la otra le puse el pie y se cayó por la escaleras y también le dije ‘la próxima te piso directamente’”, cerró.