Analía Franchín hizo una llamativa revelación que nadie sabía sobre su vida personal. La panelista suele sorprender con sus llamativas confesiones, especialmente a la hora de hablar sobre sus hábitos. Recientemente, dejó sin palabras a sus compañeros de A la Barbarossa (Telefe) al confesar la extraña obsesión que tuvo durante muchos años, y de la cual parecería no arrepentirse hasta el día de hoy.
En varias ocasiones, Franchín habló sobre su extraño vínculo con la muerte y con los seres de otros planos. Ahora, reveló una anécdota de hace varios años atrás que dejó sin palabras a sus colegas. Esta vez, sus compañeros comenzaron a debatir sobre los roedores y, para sorpresa de todos los presentes, Analía confesó que tiene un amor oculto por las ratas.
"No es agradable la rata, para muchos. A mí me encanta", confesó Franchín, en pleno debate con sus compañeros sobre los roedores. "¿Cómo que te encantan?", le preguntó Lío Pecoraro, sumamente impactado. "A mí también...", confesó Georgina Barbarossa, la conductora del ciclo. Fue entonces cuando Franchín confesó que, cuando era chica, tenía ratas de mascotas. Todos sus compañeros la miraron impactados y bromearon con que estaba loca, a lo que Analía confesó que incluso llegó a tener su propio cementerio de ratas.
"Cuando yo era chiquita, tenía 5 años, vi la película Ben, la rata asesina. A partir de ahí, nosotros cuando vivíamos en Floresta, que teníamos al lado una fábrica de macetas, estaba todo lleno de ratas. Mi mamá las mataba y las tiraba a la calle. Entonces, yo iba y las entraba...", siguió la panelista. "¡No! Por favor no cuentes eso", le rogó Paulo Kablab. "Yo las entraba y hacía como un cementerio de ratas en mi casa", cerró la panelista.
Analía Franchín reveló su extraño vínculo con los cementerios
Meses atrás, Analía había hablado sobre su relación con la muerte y los fenómenos paranormales, en especial a la hora de ir a cementerios. "Soy supersticiosa. Tengo miles de supersticiones. Pero la más fuerte es que no respiro cuando paso por una casa velatoria y/o cementerio", contó en el ciclo conducido por Georgina.
Y agregó que, cuando tiene que atravesar un cementerio, evita respirar. "No respiro. ¿Saben qué hago? En el auto, pongo el aire acondicionado y anulo el aire que viene de afuera", comenzó. Además, sumó que cuando llega a su casa se hace "un lavado nasal con agua y sal para limpiar la energía" e incluso lava sus zapatos y toda su ropa, "para no aspirar la energía del muerto". "Como me la aspiré, me la tengo que limpiar", cerró, ante la mirada atónita de sus colegas.