Joaquín Levinton fue a PH, Podemos Hablar, conducido por Andy Kusnetzoff, y contó una extraña anécdota que vivió con su amigo, Andrés Calamaro, años atrás. El momento se volvió viral en las redes y los internautas reaccionaron con risas. Otros, con un asco absoluto.
Esta es la segunda vez que Levinton cuenta esta historia, que reveló por primera vez en ESPN Playroom. “Vivía con el tecladista y un amigo más en una casa que se llamaba ‘la casa del terror’. Era un PH en donde había plagas de ratas, cucarachas, pulgas, garrapatas… y resulta que en la cocina había una rata que vivía abajo del horno”, comenzó Joaquín.
“Para entrar a la cocina tirábamos un piedrazo antes de entrar, la rata salía por el caño. Y teníamos una gata que se llamaba ‘La Cantina de David’, por un lugar en donde siempre iban a comer todos los jugadores después de los partidos”, siguió. “Entonces la gata y la rata jugaban con un pan, se pasaban el pancito. El pan ya estaba hace seis meses dando vuelta por la casa, todo mordisqueadito y un día vino Andrés Calamaro a cantar y a grabar y nos vamos para la cocina, agarra el pan, lo pon en la mesa de la cocina y dice: ‘Joaquín, ¿sabés una cosa? ¿Sabes qué tenemos que comer?’”.
“'Y me dice: ¿Tenés algo para ponerle arriba?’, entonces abre la puerta de la heladera y lo único que había era un sachet de mayonesa extinguido hacia el final y le pone lo último de mayonesa’”, detalló el cantante, explicando que el pan estaba tan duro que Calamaro estuvo mordiéndolo por minutos. “Y bueno, eso. Se comió el pan de la rata. Pero nunca se lo dije, se está enterando ahora”, cerró el músico.
El día en que la policía paró a Joaquín Levinton mientras volvía del Cosquín Rock
Entre todas sus historias, Joaquín también contó sobre el día en que le hicieron un control policial a la vuelta del Cosquín Rock. “Vuelvo de Cosquín Rock, con un amigo que es joyero, y nos para la policía, ahí fue la primera vez que nos leyeron el libro, nos pusieron desnudos y nos abrieron el trasero”, comenzó. Cuando la policía le preguntó qué traía, notaron que había oro no declarado en el baúl, que le pertenecía a su amigo, que era joyero. “Bijouterie”, contestó él. Gracias a eso, pudieron salvarse de ser detenidos aquella noche.