Guido Záffora se define como “curioso” y su currículum en los medios es la prueba de ello. Joven hiperactivo, actor que baila y canta, periodista, locutor y figura que soñó con convertirse en parte del sistema mediático que hoy integra; esbozos de la personalidad y carrera del panelista de Intrusos y participante del Bailando 2023 que son abordados en el unipersonal Guido en el medio, un repaso lleno de desparpajo que cuenta la historia de un provinciano fan de la televisión y su carrera tras sus sueños. En diálogo con El Destape, el periodista rememora las enseñanzas de sus maestros, los tropiezos, las peleas mediáticas y las cuestiones finas (y no tan finas) del condimento informativo con el que se fabrican los chimentos.
- ¿Qué lugar ocupaba la televisión en tu vida antes de tu ingreso al medio?
De chico era fanático de la televisión y las revistas eran mi cable a tierra y mi refugio en la vida. Crecí en Rosario, tuve mucha libertad y permisos, al punto tal que cuando mis papás vieron la fascinación que tenía por el mundo del espectáculo no dudaron en apoyarme y nunca me prohibieron ver un programa de televisión. A los 12 años amaba Kaos en la Ciudad y esperaba los jueves cuando mi viejo, médico obstetra, estaba de guardia y mamá se iba a jugar con las amigas, para encontrarme con Juan Castro y sus informes espectaculares.
- Tuviste una infancia libre pero mencionás que la televisión fue tu ‘refugio’...
En los ‘90 ser gay no era fácil y no conocía otros gays que no fueran los de la televisión, que en su mayoría eran sujeto de burlas. Desde un lugar de creatividad mental podía ver cómo mis compañeros de la escuela eran lo opuesto a mí y no tenían todos esos permisos que yo sí tenía, y por eso fue complicada la integración con los chicos de mi edad. Tuve una etapa de bullying aunque “más tranquila” porque, si bien había agresiones, nunca me importó demasiado lo que dijeran y tenía una personalidad fuerte. En los recreos de la escuela llevaba cotillón y jugaba a hacer un big show como el de Susana (Giménez). ‘Puto’, me gritaban, mientras yo todo orgulloso hacía la mía. Fueron años en los que convivieron el practicar rugby y hacer comedia musical, todo en un mismo universo, ¡una dicotomía absoluta! Había que aparentar para no salir lastimado. Miro todo eso ahora y pienso que fui un niño muy valiente.
- Hablemos de tu abuela Ruth, figura que sobrevuela todo el unipersonal
Guido en el medio es un homenaje a ella, una de las mujeres más importantes de mi vida. Su palabra, su contención, su amor, su manera de ser y de dejarme ser, todas las veces que me llevó al cine y al teatro, contribuyeron a ser quien soy hoy. Además, en casa de mi abuela jugaba a hacer programas de radio y televisión, y leía las revistas de espectáculos que me compraban. Mi abuela Ruth potenció ese germen de inquietudes por el show, que tuve desde mi enamoramiento con la televisión.
- Pero en algún momento Rosario te empezó a quedar chico
Sí. Y llegué a Buenos Aires de forma muy graciosa. Siempre fantaseaba con la idea de vivir acá y en mis paseos a la casa de mi prima Paola recorríamos religiosamente toda la Avenida Corrientes, teatro por teatro, mirando las marquesinas y soñando con algún día estar ahí. Yo esperaba a los artistas, pedía autógrafos y desplegaba mi mundo imaginario en la calle Corrientes. A los 17 años, mientras hacía el musical Drácula en Rosario, un día se acercó Diego, un amigo, y me dijo: “che, ¿por qué no le llevamos la obra en cassette a Pepe Cibrián?”. Me pareció una locura pero terminé acompañándolo, como excusa para ir a Buenos Aires y ver teatro. Fuimos hasta el Teatro del Globo, nos recibieron súper bien, y nos invitaron a esperar a Pepe sentados en unas butacas. Había mucha gente y a eso de las 11 de la mañana llegó él, acompañado por siete perros. Quedé impresionado por la cantidad de joyas que llevaba. Toda la gente que lo esperaba estaba arriba del escenario y solo nosotros dos en la platea.
En una pasada nos miró y preguntó ‘¿ustedes qué hacen acá? Suban’. Con mi amigo subimos y presenciamos cómo daba órdenes, mandaba a hacer coreografías durante horas. Llegó un momento en el que Diego se fue porque sintió que estaba perdiendo todo el día sin poder hacer lo que quería en un principio. Solo, esperé y cuando se hicieron las 7, Pepe empezó a cantar números: “120, 180, 14, 2, 1, 13 y el de la remera roja”. Yo era el de la remera roja. “Felicitaciones, ustedes son el nuevo elenco de Las mil y una noches en el Teatro Ópera en 2004”, lanzó.
- ¿Y qué hiciste?
Me largué a llorar, porque vivía en Rosario y no podía venir a vivir a Buenos Aires para los ensayos, tenía que terminar la secundaria. Salí del teatro y llamé a mi mamá para contarle. “Sos un hijo de puta, nos mentiste. Fuiste a una audición y quedaste. ¿Cómo vas a hacer eso?”, reaccionó ella. En el teatro me dieron hasta el 17 de noviembre para arreglar mis asuntos, hicimos un pacto y mamá terminó consiguiendo una pensión para que viva. Gracias a la directora del colegio me dejaron rendir todo libre antes de esa fecha.
- ¿Qué imágenes y situaciones guardas de tus primeros días viviendo en Buenos Aires?
Fue un tiempo de comer muchas hamburguesas en McDonald 's y pizzas en Ugis (risas). También recuerdo haber pagado 10 pesos -que en ese momento era mucha plata- para ir a ver El hombre de la mancha al teatro. Tenía algunos amigos pero estaba bastante solo, todavía no podía creer que estaba viviendo ahí. En la pensión estuve un tiempo hasta que me echaron… yo creo que por gay, pero ellos dijeron que porque volvía muy tarde de los ensayos. Ahí empecé a vivir de verdad.
- ¿Cómo fue tu transición de actor a periodista?
Se debió a la frustración post experiencia de trabajo con Pepe Cibrián. De pronto empecé a no quedar en castings para musicales como Piaf, El joven Frankenstein o Los productores y empecé a sentir el sabor amargo de la profesión. Un poco cansado me presenté a un espectáculo que iba a estrenar Pinti (Enrique) llamado Antes de que me olvide y viví una situación que jamás me voy a olvidar con Ricky Pashkus, hoy amigo. En la audición tenía que hacer una serie de pruebas y en la primera pirueta caí para atrás, provocando que el hijo de puta de Ricky me dijera, delante de todos “hacela de vuelta”. Me sentí humillado y la hice con bronca, no me acuerdo si al segundo intento salió bien o no, pero no fue suficiente como para quedar. Agarré la mochila enojado y antes de llegar a la puerta de salida me frenó Pinti para decirme: “lo que te pasó a vos le pasa a todo el mundo, no aflojes. A veces los caminos no son lo que importa y los resultados tampoco, sino que vos hagas lo que verdaderamente amás”. Lo recuerdo y me emociono. Frustrado por la falta de trabajo decidí estudiar Periodismo y Locución, y al poco tiempo ya estaba en los medios.
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El miedo al Bailando, su pelea con Rial y la carrera por las primicias: “Estoy en un momento de la vida donde todo me chupa un huevo”
“Estoy en un momento de la vida en el que todo me chupa un huevo. El Bailando también tiene mucho que ver con eso. Al principio no quería estar en el programa, me daba miedo”, expresa Záffora, una de las revelaciones de la competencia picante que conduce Marcelo Tinelli en América TV desde finales del 2023 tras un largo “matrimonio” con El Trece.
- ¿Miedo a qué cosas?
A la mirada del otro, a no poder cumplir expectativas, a volverme a caer y que sea un papelón. Tenía mucha inseguridad en mí mismo. Pero a la vez creo en la magia: cuando me llamó Marcelo Tinelli para el Bailando estaba de vacaciones en Londres, en medio del intervalo del musical Back to the Future. ¡Todo se conecta! Ahí percibí que había algo místico y no pude decir que no.
- ¿Cuán espontáneo te permite ser el Bailando?
Hay un poquito de todo. Siempre hay algunas cosas ficcionadas, que se adornan para lograr rating, pero en líneas generales todos son bastante auténticos y el elenco se lleva muy bien. Aunque no parezca, soy bastante tranquilo, no me gustan las peleas ni agresiones mediáticas, me angustio. Prefiero ser un pancho aunque a veces me tilden de tibio.
- Situaciones tensas en la TV no te faltaron. Me acuerdo de la pelea con Jorge Rial por las internas en Intrusos, por ejemplo
Jorge es un gran personaje, el mejor entrevistador que conozco y aprendí un montón de él, pero siento que me usó para no pegarle a otro compañero, porque sabía que era un blanco fácil. No le guardo rencores y le estoy muy agradecido porque aprendí lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer en la profesión, a pesar de que él no me quería al principio.
- ¿Por qué?
Porque en un programa llamado Involucrados me confundí y revelé un enigmático antes de tiempo. Cuando pasó eso él fue enojado a decirle a Anita, la productora ejecutiva, que nunca más iba a trabajar conmigo (risas)
- Bueno, igual no es una novedad la competencia de egos entre quienes hacen periodismo de espectáculos y chimentos
Es un tema generacional. Los más nuevos en la profesión nos regimos por otros códigos, somos más compañeros. A mí las primicias me chupan un huevo, no me interesa tenerlas, si vienen, perfecto, pero no mato por ellas. Me he enterado de cosas lastimosas o que involucran a amigos y prefiero que las cuente otro.
- ¿Cuál es el límite?
La salud y la enfermedad.
- ¿Te imaginás como ganador del Bailando?
No. Me encanta estar, lo disfruto un montón y lo doy todo: ensayo un montón, soy obsesivo y me lo tomo super en serio, quiero dar un buen show. Marcela Tauro es medio bruja y repite siempre que voy a ganar. No lo sé… si pasa, pasa.
En busca de un amor de “comedia romántica”
- ¿Estás en pareja?
Estoy soltero.
- ¿Te gustaría estar acompañado?
Sí, me gustaría. Ya sé qué tipo de relación quiero. Estoy sanando. Quiero que mi próxima relación sea de mucho amor y compañerismo.
- ¿Qué cosas te gustan en un compañero?
Soy muy romántico. Deseo encontrar a alguien que me quiera, para cuidarnos y contenernos con abrazos. Me pienso como en una comedia romántica tipo Notting Hill, muy de la generación en que crecí, con esa idea trillada de amor romántico que disfruto mucho: “Soy solo un chico, delante de un chico, pidiéndole que lo ame”.
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Su experiencia trabajando con Javier Milei
- Ganó Javier Milei las elecciones presidenciales en Argentina y de pronto temas como los derechos de las maricas volvieron a ponerse en cuestionamiento. ¿En qué vereda te parás frente a este escenario?
Es una frase hecha pero yo quiero lo mejor para mi país y me da tristeza ver como está. Argentina es un estandarte de talentos que brillan en el mundo, invierte en ciencia y en tecnología, es cuna de grandísimos artistas, bailarines, actores, actrices y cantantes, y a pesar de eso el sistema político es decadente, eso me duele. Ahora estamos en un momento muy delicado, trato de no hablar tanto de política porque siempre que tomo partido salen a matarme en las redes y se meten con mi familia. Lo que sí quiero es que ninguno de los derechos conquistados hasta el momento se pierda, y deseo que se consigan nuevas victorias sociales que beneficien a la gente.
La victoria de Milei es contundente y tengo miedo porque es ultraderechista como Trump y Bolsonaro. Deseo de corazón que haya una luz de esperanza en su camino como presidente y haga las cosas bien, porque si hay algo que no me gustaría hacer es resistir, yo quiero acompañar. Tengo mis dudas sobre las intenciones con las que va a gobernar -como muchos argentinos- porque pude conocer a Javier Milei como compañero de trabajo.
- ¿Trabajaste con Milei?
Milei aparece en los medios como un opinólogo de economía en diferentes paneles de televisión y en un momento se suma a Involucrados, en América TV, que conducía Mariano Iúdica. Me acuerdo que abordamos todo su romance con Daniela y el tipo expresaba sus ideas determinantes, cosa que lo convirtió en una figura muy atractiva para el prime time. La verdad es que así y todo, la primera impresión que me dio fue decir “este hombre está loco”.
- Guido en el medio. Próxima función: sábado 25 de noviembre a las 23.59 horas en el Teatro Picadero (Pasaje Santos Discépolo 1857, CABA)