“La gente me vio en todas mis facetas como artista: cuando crecí, cuando me caí y ahora que estoy renaciendo”, dice Alfredo Casero, actor y comediante siempre polémico y frontal, aunque a veces eso le cueste caro, en un mano a mano con El Destape a raíz de la vuelta de Cha cha cha, ahora en versión teatral, junto a Fabio Alberti. La magia del icónico programa de humor de los ‘90, escuela del género en la televisión argentina, volverá en una propuesta renovada pero con los personajes que todos adoran: Rolando El Mono Matemático, Batman, Manuk, La Madre Judía, entre otros. En modo zen, Casero reflexiona sobre su historia personal, sus enojos en la televisión, el reencuentro soñado con Diego Capusotto y las perlitas, dramas y escándalos de Cha cha cha.
La vuelta de Cha cha cha va a provocar un choque de generaciones: por un lado estarán quienes veían el programa en los ‘90 y por otro lado están los jóvenes que llegaron al programa por YouTube. ¿Te interesa ese fenómeno?
- Siempre la gente estuvo muy ligada a Cha cha cha pese al fin del programa, pero lo que me resulta raro es la locura de los pibes más chicos que me paran por la calle y me hacen pedazos de sketch delante mío, de cosas que yo ni me acuerdo. Lo que vieron estos pibes fueron todas las hazañas que hicimos, muchas ideas que eran siempre bochadas por el establishment porque en el canal, al principio, trataban de todas las formas posibles de que algunas cosas no salieran al aire. Hubo que hacer fuerza para que eso pudiera verse, y eso que ocurrió en cierto momento de la vida se conecta con una cuestión cíclica que hace que, si vos hacés las cosas bien como artista, cuando termine de cumplirse tu ciclo de influencia, en algún momento de la historia vas a volver a renacer. Esto habla de la vigencia de los hechos artísticos.
Cha cha cha es libre porque la gente lo saca, lo mira, lo edita como quiere, hacen programas a partir de eso y ya es una cosa que no me pertenece. Es como la poesía. Cuando yo era chico sentía que era poeta antes que me pegaran una bajada muy fuerte, y me hice actor y eso me dio pena. Menciono esto porque la mayoría de las cosas hermosas de la vida tienen un nacimiento en fuertes aguas. La gente con la que laburé en Cha cha cha venía con su historia particular de tratar de ser artistas donde estaba prohibido, esa es la verdad. Todos tenían muchísima formación.
Hablemos de la estructura del show de Cha cha cha. Tengo entendido que todas las funciones tendrán sus particularidades y habrá diferentes sketches en cada una de ellas. ¿Esto es así?
- Sí, la idea es que el espectáculo termine siendo un continuado de 8 horas de Cha cha cha. Eso me permite pensar el show como algo más largo, donde la gente se pueda divertir más y estar con los personajes antes que hacer 400 cosas chiquititas que sean solo una cosa. Queremos ser fieles al público de Cha cha cha y que vengan al teatro sabiendo que ni Fabio ni yo les vamos a mentir. Fabio es más purista y ortodoxo en este aspecto. La cuestión que buscamos es recuperar el aspecto lúdico de Cha cha cha y personajes como el mono Rolando, por ejemplo, nos lo permite porque se genera una dinámica de risas y complicidad muy contagiosa con la gente. El show arranca con Rolando El Mono Matemático, sigue Manuk con algunos invitados y después van a estar Batman, la Madre Judía, y todos los personajes que le gustan a la gente, pero las funciones van a tener sus diferencias de forma tal que el espectador pueda venir más de una vez a ver Cha cha cha a sorprenderse con sketches renovados.
Fernando Peña hacía algo parecido en algunos de sus espectáculos, ofrecer un Lado A y un Lado B como continuados artísticos de un mismo show.
- Sí, por supuesto. Fernando lo hacía y el tipo de humor que lo caracterizó tiene un nombre: es el pánico. El término viene del Dios Pan, que era un macho cabrío y tenía un aulos. Ese tipo de teatro, el teatro del pánico, mete miedo porque no sabés dónde empieza y dónde termina la acción artística, pero sabés que tiene que ver con tu cuerpo cercano al daño o a la muerte, y eso hace que el espectador se sienta un poco dentro del miedo de la locura: en un mismo acto te reís y tenés miedo. Eso hacía Peña.
¡Un temerario!
- No es temerario si se tiene en cuenta que hay psicóticos que manejan colectivos o psicóticos que manejan el país…nadie puede medir los daños. Yo puedo confiar en vos y si resulta que estás recontra loco, no me vas a devolver el poder que yo te dí. Es así.
Hubo un personaje de Cha cha cha que despertó la locura del sector más conservador de los ‘90: Peperino Pomoro. ¿Tuvieron muchos problemas con esa creación de Fabio Alberti?
- Tuvimos un montón de problemas y todavía estoy con la sangre en el ojo por eso. Resulta que un señor de la Fundación Argentina del Mañana nos mandaba miles de cartas al programa indignado con el personaje de Peperino Pomoro. Recuerdo que, movilizado por la situación, llamé a un número para hablar personalmente con alguien de esta organización de “copados” pero quedó en la nada y Fabio, que es de San Isidro, logró dar con un eclesiástico conocido por su familia, hoy muy cercano a Bergoglio, que nos informó que esta gente era más papista que el Papa y que eran como una cruzada de Dios, Patria y Familia. Cuando me hinché las bolas por la situación y las quejas me fui a encontrar con el tipo de las denuncias y terminé dándome cuenta que no era el más groso de la Fundación Argentina del Mañana. Fue fuerte. Me acuerdo que estaba vestido con una remera Lacoste color rosado y de la bronca le abrí la remera. ¡Me saqué las ganas! La consecuencia de eso fue que me sacaron todo: Cha cha cha, todos los anunciantes se fueron… la única que me salvó fue Berta, del Mundo de las Pelucas (risas).
El título sería “Cha cha cha se terminó por culpa de la Iglesia Católica”...
- Yo lo único que deseo es que todavía exista la Fundación Argentina del Mañana para que dé explicaciones.
¿Ningún canal de televisión te ayudó en ese momento de crisis?
- Nadie me dio una mano, ¿quién me iba a ayudar? Con Cha cha cha fuimos los diferentes, los que unimos el coeficiente intelectual de todas las personas para que después todos hicieran más o menos lo mismo. Si dividís todo ese coeficiente intelectual por la cantidad de gente, vas a tener un coeficiente de mierda que no va a entender nada y en esa situación lo único que van a querer los canales es atacar lo que viene de afuera. A veces pienso que muchos fueron muy lerdos porque tardaron 30 años en entender Cha cha cha… la gente nueva, por suerte, lo entiende.
¿Sentís que quien siguió el legado de Cha cha cha fue Diego Capusotto?
- Absolutamente. Yo realmente lamento muchísimo que Diego no esté en el regreso de Cha cha cha, pero él está haciendo su show que es muy divertido. Capusotto es un tipo muy adorable, yo lo quiero mucho como a todos los que trabajamos en Cha cha cha porque fue un tiempo mágico en el que creo que todos logramos un montón de cosas en cuanto a lo artístico. Además, a todos los que trabajaron conmigo les fue bien y tuvieron todas las posibilidades, eran muy buenos artistas.
¿Cómo fue el operativo para contactar a Capusotto?
- Lo llamó nuestro productor Giuliano Bacchi en dos oportunidades para convencerlo, pero dijo que no podía porque está con sus proyectos.
¿Actualmente los une algún tipo de relación?
- No, desde hace años que no tenemos relación con Diego. Somos como los Beatles (risas). Creo que transitamos un momento químico donde circuló determinada magia, que no debe volverse a tocar hasta que volvamos a encontrarnos en esa órbita de nuevo.
¿Las diferencias políticas los separaron?
- No tiene nada que ver el tema de la política en nuestro distanciamiento. Capusotto me hizo peronista, él sacó mi peronismo que estaba guardado. Yo había ido a la unidad básica porque había chicas y pibes, y era un ambiente donde pasaban Flipper, Lassie y Perón… pasa que la gente no tiene idea de mi historia con Diego, los dos teníamos clara la memoria de ese momento. Cuando nosotros hablábamos de Perón y del peronismo era para reírnos, porque nos hacía gracia la locura que significaba ese cuentito de los abuelos sobre lo que es el peronismo, que ya se estaba olvidando. Lo que yo critico del movimiento es que la idea de lo que es quedó en manos de inútiles que pelean por el poder y no les interesa hacer cosas por el pueblo. Si cualquiera tuviera el don, la responsabilidad sería muy grande. Entonces, si no se hace uso del don para lograr algo para todos, yo te contesto con una frase del general Perón y te mato: “Todo argentino lleva en su mochila el bastón del mariscal para ante ponerlo a una acción que haga daño a otro argentino, a un compañero y sobre todo a la patria”.
¿Extrañás los momentos de gloria de Cha cha cha en la televisión?
. No soy tan nostálgico, pero lo que sí me entristece muchísimo es la muerte de algunos compañeros como Daniel Marín, mi Robin… No pude estar cerca de él cuando murió porque yo no estaba en Argentina, me quería matar. Formó parte de mi vida aunque no estuviésemos juntos todos los días.
La muerte de Pablo Cedrón también fue tristísima. Él era una muy buena persona.
- Qué tipo de una complejidad mejorada que era Pablo. Tenía una chispa y una cultura increíbles. El tipo vivía en Francia, era un carpintero y un pintor increíble… fue un renacentista en una muy mala época.
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“Primero me hice hijo de puta y después conocí el humor”
¿Tuviste una infancia feliz?
- En líneas generales sí, pero sufrí demasiado bullying. Siempre tuve ese problema.
¿El humor te ayudó a superar el bullying?
- No. Primero me hice hijo de puta y después conocí el humor. Un día me di cuenta que podía defenderme y me fue bien una vez, la segunda vez también y así seguí…
¿Cuándo te importa la opinión ajena?
- 7.4 escala Richter (risas). Una de las cosas que yo le agradezco a Dios de haber recibido tanto bullying cuando chico es que no solamente no me importa, sino que voy a ver la manera en la que te puedas meter la lengua en el culo.
Sos vengativo…
- No, yo simplemente cuido mi salud y le digo a todo el mundo que cuide la suya. Lo que me mantuvo hasta acá es la matemática: el amigo de mi amigo, es mi amigo. ¿Más por más? Positivo. Las respuestas de todo están en las matemáticas.
Siento curiosidad por un capítulo de tu historia: tu identidad. A los 49 años te enteraste que no eras hijo de tu padre. Imagino que antes del ADN estuvo la inquietud. ¿En qué momento surgió la duda?
- (Suspira y toma aire) En realidad ese fue un anhelo principalmente de mis hermanos, que toda la vida fueron muy generosos conmigo. Yo soy durísimo para entrar y mantener estructuras, nunca tuve contención paternal y yo ya sabía que no era mi padre, y también sabía el calvario que había pasado mi madre, la persona que amé y cuidé toda mi vida. Antes la sociedad era muy terrible con las mujeres que se divorciaban y se iban de su casa, hoy también es así. Y para mí… mis hermanos me ayudaron a conectarme con toda esa parte de mi historia. Hoy me doy cuenta que no puedo mirar hacia adelante si no tengo limpio mi atrás, y ahí hubo algo que se debió charlar. Es una situación muy complicada, estas palabras que digo son millones de sentimientos que no puedo explicar.
Cuando recibí el ADN que me permitió saber mi identidad sentí mucha alegría porque era un capítulo terminado. Quería terminar con la duda, pero es complejo lo que preguntás. Debería desnudar aspectos míos que prefiero no ahondar. Es triste revisar esa parte de mi historia.
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El día que vio a Alfredo Alcón domando una bestia indomable y el detrás de escena de su enojo con Majul en LN+
En Locas de amor, ficción de Polka que introdujo temas de salud mental muy audaces en la televisión abierta, fuiste un galán. ¿Cómo llegaste a esa producción?
- Una de las cosas más interesantes que hizo Suar en su carrera fue llamarme… ahora que estoy flaco no me llama tanto (risas). Con Suar podría hacer cualquier cosa, porque nos llevamos muy bien. Él me potencia a que sea mejor en mi trabajo y siempre que nos hemos cruzado nos cagamos de risa. Esto lo extiendo a toda la gente con la que trabajé en Polka, me daba gusto ir a los sets de las tiras. Con respecto a Locas de amor y los temas de salud mental no sabría muy bien qué responder porque la verdad es que yo en ese momento estaba muy enamorado de mi primera mujer…. y de Julieta Diaz. Por Julieta no sentía un amor de novia pero siento que es una de las pocas actrices que son capaces de todo, tiene algo magnético, me gustaba mucho estar con ella. Después me empecé a juntar con Leticia Brédice y nos cagábamos de la risa. La única que nunca me tragó fue Soledad Villamil, aunque yo la adoraba. Por lo general me pasa eso con algunos grupos de trabajo, al principio hay gente que no me quiere y después me aprecian.
Igual, lo que más agradezco de haber estado en esa serie es la posibilidad de compartir escenas con Alfredo Alcón. Quiero contarte algo muy personal, ¿puedo?
Sí, por supuesto.
- Una vez lo vi a Alfredo Alcón en una escena con un caballo, su personaje estaba loco y se creía Julio César, y yo estaba obnubilado ante su presencia. En la escena él tenía que despedirse de su caballo Genitor y el productor le había traído una bestia a la que era imposible acercarse. Alcón lo agarró con una soguita y el caballo se quedó tieso mirándolo. La escena salió bárbara, fue un acto de magia y solo él pudo dominar a esa bestia indomable.
Alfredo, la última pregunta. Suelo ver que la gran mayoría de tus interlocutores en televisión te invitan a programas para hacerte enojar. La pelea con Luis Majul, quizás, fue una de las discusiones más virales que tuviste. ¿Viste el video en las redes?
- Sí, lo vi. Pero no logran hacerme enojar… Yo creo que los periodistas tienen que sacar la oscuridad, no mostrarla. El problema con el episodio al que hacés referencia es que en el canal le habían agarrado la onda a los puntos de rating de mierda, porque son puntos de mierda, y la verdad es que Majul y los otros se hacían los graciosos entre un pase y otro pase y yo no quería estar en el pase. Pero ellos sí, todavía me acuerdo del “metelo en el pase, metelo, que diga alguna boludez”. Esos periodistas y productores son más o menos todos lo mismo: los das vuelta un poco y no se saben las tablas.
Y esas cosas hacen que te enojes.
- Pero a mí solo no. La gente también se enoja.
Cha cha cha se podrá ver en el teatro Metropolitan (Avenida Corrientes 1343, CABA) a partir del jueves 10 de octubre, con funciones los jueves, viernes y sábados (trasnoche). Entradas en venta por Plateanet y en boletería del teatro.