Thelma Fardin y Nicolás Riera fueron jóvenes estrellas de la televisión -ella una chica Disney con el mega hit Patito feo y él uno de los Casi ángeles de Cris Morena- y décadas después de los trabajos que les abrieron una carrera de fama meteórica, se encontraron en el teatro y en el amor. La pareja de actores protagoniza Motorhome, una comedia dirigida por Alfredo Staffolani que parodia los excesos, egos y vanidades de un grupo de actores en el rodaje de una película. En diálogo con El Destape, Fardin y Riera adelantaron las claves de la puesta que se verá los miércoles en el Metropolitan, contaron intimidades de su romance y repasaron éxitos, dolores y proyecciones de su paso por los medios.
- ¿Cómo son sus personajes?
Thelma Fardin: yo soy la directora de la película que se está filmando. Ella estudió en las mejores universidades, pero no tiene ningún rodaje encima. Esta es su ópera prima y la está produciendo con la plata del padre, o sea que tampoco es que hizo el recorrido de conseguir un financiamiento de otro tipo. Además no es muy buena con el trato humano… es un poco el reflejo de cualquier jefe déspota. Hay una idea de que el detrás de un rodaje siempre es glamoroso y eso está muy alejado de la realidad, de eso nos reímos. Me divierto mucho con este personaje porque me pone en un lugar de mucha liberación al poder interpretar a una maltratadora, ya que hace todo lo que cualquiera de nosotros querría hacer en un lugar de trabajo donde enloquecés, pero no podés seguir ese impulso loco porque vivís en sociedad (risas).
Nicolás Riera: mi personaje es Agustín, que es un pibe que la pegó de pendejo y después no lo llamaron más para trabajar como actor por muchos años, hasta que se cruza al protagonista de la película que lo vuelve a traer a la actuación después de muchos años. Agustín tiene algunos conflictos personales, porque se está quedando pelado -algo que suele pasarle a los actores muy preocupados por lo estético- y le quedaron muchas mañas de cuando era una mega estrella y ya no lo es.
- Es muy curioso tu personaje Nicolás, porque se asemeja a la realidad de muchos actores que empezaron de chicos, tuvieron éxitos en tiras infantiles y juveniles y luego desaparecieron del radar artístico. Me imagino que tanto Thelma como vos deben haber conocido casos así…
N.R: suele pasar, es una profesión en la que es difícil mantenerse en actividad y en los últimos años se modificaron mucho los formatos y la manera de hacer ficción. Entonces poder seguir vigente y encontrarle la vuelta no es fácil y muchas veces pasa que, por ahí, uno hace algo muy conocido y después sigue trabajando en cosas de menor resonancia y la gente cree que ya no laburás más.
T.F: un poco es así el fenómeno de quienes trabajamos en tiras infanto juveniles que tuvieron una llegada al público increíble en otra época, donde era más importante el rating que el consumo de plataformas. También sucede que a muchos de los actores que hicimos mucha tele mainstream en algún momento nos pica la curiosidad por explorar otros lenguajes y migrar hacia el teatro, porque de repente tenés ganas de ser un “actor serio”. Esa fue una lógica de otra época, en la que si eras una actriz de teatro que pasaba a la televisión, te bajaba el reconocimiento como actriz. Nos burlamos un poco de eso en la obra.
- Debe ser catártico poder reírse de las vanidades y egos de los actores siendo actores…
T.F: los actores estamos más expuestos a que se vean nuestros egos y también hay algo que sucede y es que las redes sociales han cobrado mucha importancia, porque es lo que tracciona gente. Entonces terminás haciendo un poco lo que pide el algoritmo, en base a lo que pega más, y ahí se potencia el ego. Para mí, lo más divertido es poder desarrollar la capacidad de reírse de cualquier cosa y de estas miserias profesionales también. Nosotros tenemos la particularidad de que mucha gente opina sobre nuestro trabajo, estamos más expuestos a la crítica de los otros, entonces es muy divertido romper con eso y parodiar situaciones bizarras que vivimos a diario.
- ¿Les pesó conocer la fama de tan chicos?
N.R: yo lo disfruté mucho porque nunca me olvidé de que la fama es algo vacío de contenido. Hay que tomarlo como un juego, no es más que eso. Fue una bizarreada, que la gente te pida fotos a todo momento y estar ahí presente… En un momento dije “hasta acá” y creo que me corrí a tiempo de ese lugar de mucha exposición para dedicarme a mi carrera de actor y productor.
T.F: a mí me pasa que laburo desde los 6 años: primero hice cine, después estuve en una obra de teatro con solo 9 años, participé de un programa para niños en Canal 7 durante mucho tiempo, en un formato que tenía un estilo similar a las producciones de Diego Capusotto, entonces el contacto con el medio siempre estuvo. Pero de repente, cuando hago la telenovela Sos mi vida, que fue esa historia romántica con Facundo Arana y Natalia Oreiro que fue furor, tenía como 30 puntos de rating y era el reencuentro de ellos desde Muñeca brava, todo cambió. Recuerdo situaciones como subirme al bondi y con 13 años estar firmando autógrafos o sacándome fotos con la gente, acciones que llevaron a que le pregunte a mi vieja qué era eso, estaba confundida. A partir de ahí tuve que decidir si era lo que quería porque cuando fui piba no tenía bien en claro que actuar podía venir con la fama. Creo que ahora los jóvenes están más vivos en eso, producto de toda la estimulación que hay en las redes.
- ¿Creen que en la actualidad hay más conciencia y acompañamiento a los más jóvenes que desean ser actores?
N.R: hay más información de todo. Hoy activás el chat GPT y te soluciona muchísimas cosas.
T.F: de todas formas creo que eso siempre depende de la contención que tengas, que va más allá de la familia en la que creciste. Tener buenos compañeros de laburo es esencial. Yo me acuerdo que cuando empezamos a grabar Sos mi vida Carla Peterson me llamó a su camarín -ella debía tener la edad que yo tengo ahora, 30- y me dijo “sé que quizás podemos parecerte unas momias de la tele, pero lo que necesites pedímelo”. Y para mí esas palabras fueron muy reconfortantes porque tenía adultos responsables que podían contarme cómo era la profesión.
- ¿Cómo se conocieron y en qué momento emocional estaba cada uno cuando esto ocurrió?
N.R: nos conocimos en la obra de teatro Plagio, de José María Muscari, pero no arriba el escenario porque lo que tenía de particular el espectáculo era que había varios elencos haciendo el mismo texto, entonces nos cruzábamos entre ensayos. Cuando la vi por primera vez me había parecido hermosa… le escribí, no me dio mucha bola y tuve que hacer un laburo extra haciéndole chistes cuando me la cruzaba hasta que me aceptó ir a comer después de su función de estreno. Ahí tiré todos mis encantos (risas).
T.F: le costó… al principio no lo vi y después lo prejuzgué porque no creía que una persona pudiera ser hermosa, talentosa y graciosa. Lo amo y se armó algo super lindo porque compartimos algo muy particular ya que nuestras adolescencias fueron tan expuestas y nos hicieron entender la profesión desde otro lugar, sabiendo lo que verdaderamente nos apasiona de ella. Cuando tuvimos la primera cita fuimos a cenar a Edelweiss, que es el lugar icónico donde van a comer los teatreros, y estuvimos charlando tantas horas que nos terminaron echando los del lugar porque tenían que cerrar (risas). Nos encantamos.
Aún así es cierto que yo estaba atravesando un momento muy triste de mi vida, acababa de ser el fallo en primera instancia del juicio contra Juan Darthés y me llevó mucha energía.
- ¿Sentís que en el amor encontraste sanación?
T.F: sí, a mí me parece, y no es por quitarle mérito a nuestro vínculo, que si yo lo hubiese encontrado a Nico sin haber hecho el laburo personal que hice y de todas mis amigas ahí bancando y ayudándome a pasar tormentas muy difíciles, quizás las cosas se hubiesen dado de manera muy diferente. Yo tenía puesta mucha energía en un lugar complejo, porque toda la fama que había ganado durante mi infancia y adolescencia pasó a ser una fama social, de una lucha social que representa a mujeres y varones que han sido víctimas de violencia como la que sufrí, y entonces sentí que tenía que estar a la altura porque cargaba con una gran responsabilidad. Cambió mi función comunicacional y abandoné a la actriz, y Nico lo que me trae nuevamente es poder volver a conectarme con mi verdadera esencia que es la actuación. Además, celebro que afortunadamente al fin terminó ese proceso tan desgastante que fue el litigio. Creo que estoy más plena porque estoy reconectando con esa que fui toda mi vida.
- En tu caso Nicolás, ¿cómo fue el proceso de acompañar a Thelma?
N.R: siento que la base de nuestro vínculo es el amor que nos tenemos y el proyecto de vida que tenemos, con una búsqueda de producir nuestros propios proyectos y poder contar las historias que nos gustan. Queremos enfocarnos en eso y por más que haya momentos que pueden ser difíciles hay una mezcla que nos une que es el amor que sentimos el uno por el otro.
T.F: ¡te pusiste romántico!
- ¿Proyectan formar una familia?
N.R: sí, ya somos familia. Vivimos juntos, tenemos tres gatas y dormimos todos juntos (risas).
- Es un gran riesgo montar una obra de teatro a pulmón en este momento de desguace cultural. Me imagino que están al tanto del momento crítico que está viviendo el sector artístico, el cine, el teatro…
N.R: es una apuesta grande y confiamos en la cultura de todos aquellos que bancan el teatro y a Buenos Aires como una capital teatral. Hay un equipo sumamente talentoso detrás de la obra.
T.F: somos conscientes del contexto, no somos ajenos, y nos interpela porque tenemos a muchos amigos que están en situaciones muy delicadas, pero también creemos que la cultura siempre es necesaria ya que siempre fue el lugar donde la gente va a mirarse y a entenderse, uno hace un proceso de comprensión de sí mismo cuando ve una obra de teatro que es buena y que logra esa identificación con el público. Entonces, creo que también en los momentos de crisis se vuelve híper necesaria la cultura y nos toca a nosotros, los actores, ocupar ese lugar de ser obreros de ella porque nos es inevitable. Además, en este contexto, venir a reírse es necesario y está bueno.
- En los últimos días trascendió un comunicado difundido por el cineasta Goyo Anchou sobre un “código de censura” en el cine nacional, donde el ejecutivo prohíbe la exhibición de películas con contenido que critique la última dictadura cívico militar, que promueva los derechos LGBT+ y producciones que tengan a Lali Espósito. Lali fue una artista que empezó como ustedes, en tiras infanto juveniles, ¿pudieron hablar con ella a raíz de estos ataques?, ¿qué sienten cuando alguien tan popular es agredido de esta manera cruel?
N.R: la super conozco a Lali. Compartimos escenario y set, y es sumamente talentosa desde muy chica. Siempre le puso todo lo que tenía a la profesión y todo lo que logró se lo merece.
T.F: me parece que es muy delicado que volvamos a esa lógica de censura. Yo compartí muy poco con ella, pero uno necesita conocerla en profundidad para tener una postura sobre las cosas y me parece que es importante que todos nos pronunciemos porque es algo que nos puede pasar. Cualquier artista que incomoda, y lo digo porque incomodé, está cerca de ser cancelado por la industria. Me parece que en su caso particular, cuanto más la prohíben es más deseable y más apoyos consigue.
Más allá de que repudio la cancelación de las temáticas que mencionas -porque justamente creo que el avance que dimos como sociedad es que hablamos de las cosas y superamos esa matriz retrógrada de la dictadura cívico militar, en la que la lógica era “de estos temas no se hablan” y bajo esa consigna se prohibieron bandas, se prohibieron canciones, películas y artistas- justo en Lali cuanto más la prohíben, se vuelve más importante.
Motorhome puede verse los miércoles a las 20.15 horas en el teatro Metropolitan (Avenida Corrientes 1343, CABA). Entradas en venta vía Plateanet o en boletería del teatro.