Diego Reinhold: su visión de la Argentina de Milei, por qué no está de acuerdo con las escuelas y la paternidad como deseo

El actor dialogó con El Destape a raíz del reciente estreno de Argentina al diván, la comedia teatral que presenta viernes y sábados con Daniel Casablanca en el ND Teatro.

07 de marzo, 2024 | 21.31

La oscura realidad sociopolítica encontró muy activo a Diego Reinhold, actor de vasta trayectoria que presenta junto a Daniel Casablanca Argentina al diván, un espectáculo de comedia y psicoanálisis con una paciente “muy particular”: la República Argentina. La obra que se presenta los viernes y sábados en el ND Teatro ofrece un ácido análisis humorístico de las reiteradas crisis y golpizas que sufrió la patria querida. A partir de una obra de Marcelo Cotton que a su vez nace de un juego en su programa radial, la obra dirigida por Guadalupe Bervih logra emociones sinceras en la platea, que exorciza el recuerdo triste en una carcajada sostenida hasta el aplauso final.

- La obra llega en un momento sociopolítico turbulento que le calza justo…

Cuando pasaron las últimas elecciones lo llamé a Daniel (Casablanca) y le dije “¿estaremos haciendo la obra perfecta?”. De todos modos considero, más allá de los aspectos psiquiátricos que uno puede marcar de forma graciosa de los dirigentes actuales o pasados, que no hay ningún país en el mundo que esté en su sano juicio. Si bien la Argentina está atravesando un momento donde se está poniendo en juego todo y se ve una pérdida total de sentido casi parecida a la de un brote, todavía no veo en la condición humana un aspecto estable ni moralmente aceptable.

- ¿Con Argentina al diván buscan bajar algún tipo de línea?

No. Argentina al diván es un espectáculo de humor y es para venir a morirse de risa. Que cada tanto haya algún momento de mucha identificación y que nosotros juguemos con estos golpes emocionales es puramente artilugio de la escena, porque cuando uno está muy sensibilizado se ríe muchísimo más. La idea no es generar ningún tipo de bajada de línea, es un espectáculo que está fuera de toda grieta y que apela a algo que nos identifique a todos. Hablamos de una señora que todos conocemos y sabemos cómo es, lo que sufre, los miedos, imposibilidades, fobias y complejos que tiene, y todos sabemos también cómo es el argentino promedio: a veces la quiere, otras veces la detesta y en el medio siente que sabe perfectamente lo que necesita… viste que acá somos todos directores técnicos.

Vida de poeta

- En escena siempre se te ve muy inquieto, ¿cómo fue tu despertar artístico?

De pibe lo veía a mi padre trabajar mucho, volver de la fábrica muy cansado, enojado y con poco tiempo para nosotros- y a mi madre sin freezer, ni pañales descartables, yendo a comprar comida para cuatro todos los días, cocinando y postergando parte de su vida para esas cosas tan rutinarias y esquemáticas, que dije “yo de acá tengo que salir”. Ni familia, ni cultura de trabajo, siempre quise una vida de poeta. Y creo que lo conseguí. 

- ¿Existe un camino para conseguir “una vida de poeta”?

Pienso que existen muchos. El mío se lo debo a mis padres maravillosos que me dejaron ser en total plenitud. Agradezco su situación psíquica y económica porque tuvieron la posibilidad de darme todo lo que necesitaba y más: cursos, ir a teatro, hacer danza y lo que quisiera estudiar. Pese a sus miedos entendieron que no iba a estudiar una carrera como imaginaban, pero no me dejaron bajo ningún aspecto dejar el secundario, que para mí hubiese sido un gran plan porque no la pasé nada bien en esa etapa de la vida.

- ¿Por qué?

Porque no estoy de acuerdo con eso, con la escuela. No me parece bien que a una persona se le toque el timbre para ir a un recreo cinco veces al día durante 12 años, no estoy de acuerdo con esa manera de tratar a la gente. Entiendo que tiene que haber educación pública y está buenísimo como una política a llevar adelante, tener una organización y una forma de construir cultura y cultivar la mente de las personas es fundamental sobre todo los primeros años de vida, pero no banco las instituciones que nivelan a las personas sino a aquellas que ayudan a potenciar lo que cada uno lleva adentro. Creo que hay que preguntarles a los pibes qué necesitan. qué les da curiosidad, qué necesitan aprender.

- Lo que planteás es un tipo de educación personalizada. 

Absolutamente y es más, no lo llamaría educación. Todo eso de izar la bandera y cantar esas canciones, prueba, nota, amonestación… no termina bien eso. Considero que tiene que ser analizado y repensado, no eliminado pero sí cambiado por nuevas formas, porque ya ha quedado obsoleto el sistema.

- No sos muy amigo de las tradiciones

Sí, soy amigo de las tradiciones, pero no lo soy de lo religioso. Tenemos que partir de modelos más participativos y democráticos, que tampoco veo que eso ocurra. Nunca tuve participación política más que ir a votar y no me parece que eso sea de verdad “participar”, creo que eso es mucho más complejo y las democracias del mundo no van por ese lado, son indirectas. Lo mismo pasa con los lugares donde aprendemos. Quizás en la universidad esto está un poquito mejor armado, pero previamente pasaste por una niveladora donde todos son iguales. Siempre digo que si un padre ve que en el boletín su hijo tiene un 6 en Matemática y un 10 en Música no le tiene que poner un profesor particular para que le enseñe fracciones sino uno que lo haga tocar instrumentos musicales. Está todo muy confuso y todavía estamos aprendiendo. La humanidad es algo muy reciente, las civilizaciones están muy frescas.

- ¿Sentís que en Argentina podríamos aplicar esta visión de las cosas?

Depende de cómo lo mires. ¿Cuántos años tiene la Argentina? Siento que somos muy jóvenes. Los Estados-Nación son algo relativamente nuevo y muy torpe, con buenas y muy altruistas intenciones, pero todavía hay muchos monstruos sueltos… recién estamos empezando a pelear el feminismo. Nos falta mucho.

- ¿Te gustaría explorar otros registros interpretativos más allá de la comedia?

Nunca busqué ser comediante, las cosas me fueron llevando hasta ahí. A veces hasta me peleo con la idea de “ser un comediante” porque yo soy más Krusty, más depre.

- ¿No te gusta que se te reconozca como comediante?

No, me gustaría más que me trataran de actor. Ahora encima hay tantos comediantes… Sucede que después del éxito que tuve con el Cómico Stand Up las cosas viraron hacía ahí. De hecho nunca hice stand up sino monólogos estrafalarios, con bailes y juegos de pantallas, es todo muy lúdico y absurdo. Medio infantil. Por fortuna he tenido la oportunidad de explorar registros dramáticos en la actuación. Soy un tipo afortunado en mi carrera y en mi vida.

El lado solidario de Diego Reinhold y la paternidad como un camino posible

“Manejo un hogar de pibes que funciona desde hace ocho años y en este momento estamos pasando un tembladeral. Por eso estamos con una rifa para que la gente nos pueda ayudar, más allá de que también tenemos una ayuda estatal porque tenemos un convenio con Dirección de Niñez, como todos los hogares de Capital Federal, pero no está alcanzando, así que la manera de seguir adelante es a través de la ayuda de la gente. El premio es un televisor de 70 pulgadas zarpadísimo, nuevo, que se pueden ganar con la compra de una rifa y para eso hay que mandar un mensaje de Instagram a @conceptossencillos”, remarcó el actor en una instancia de la charla abriendo un canal nuevo de preguntas sobre su trabajo con niños y niñas en situación de vulnerabilidad.

- ¿Cómo empezás tu trabajo humanitario en un hogar de niños?

Es algo que surgió a partir de que me empezó a ir muy bien en la carrera y en el momento en que fue la explosión popular cuando estuve con Tinelli. Veía cómo se abrían muchas puertas de todo tipo y ahí empecé a vincularme con una asociación civil en la cual ayudaba en hogares. Nos pusimos de acuerdo, presentamos una carpeta y después de dos años de gestión se abrió el hogar. Hasta ahora ya van 8 años desde que el hogar está abierto y pasaron más de 100 pibes y pibas por ahí.

- ¿Te gustaría convertirte en papá?

¡Sería fantástico! Me agarraste en el día papá, claro, mañana puedo decirte otra cosa. Sería fantástico. Cada tanto tengo algún vínculo más continuado con algún chico del hogar y lo saco a pasear, ahora estoy llevando a uno a los jueguitos. Es fantástico. Yo soy muy libre… también veo el esfuerzo que hacen muchos papás y es heroico. No sé, todavía quiero hacer de mi vida una obra de teatro y quizás con un pibe es más difícil de hacer. Igual, cuando lo pienso mejor estoy convencido de que la transmisión es la mejor obra posible.

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