El siempre protagonista por sus acciones solidarias, Santiago Maratea contó en sus historias de Instagram el triste momento que atravesó hace unos días en Barcelona. Luego de intentar comprar una bermuda en una tienda de ropa y que su tarjeta rebotara, salió del local para llamar y solucionar el inconveniente y al volver a ingresar se dio cuenta que no tenía su "carterita" en la que tenía las tarjetas de débito y crédito y además las llaves del AirBnB en el que permanecía.
Las horas siguientes al hecho delictivo las vivió intentando comunicarse al número de emergencia que le habían brindado desde el alojamiento pero no tuvo suerte. "No me atendió nadie y dormí en la calle", comenzó diciendo en su cuenta de Instagram y amplió: "En realidad no dormí pero estuve sentado en la calle. No tenía tabaco, no tenía plata. No podía comprarme nada", afirmó el joven.
Todo esto lo llevó a abandonar el lugar, luego de discutir con la dueña del alojamiento, pero no sus ganas de ayudar. Hace pocos días visitó a Federico Ledezma, un chico de seis años que está recibiendo un tratamiento médico en la ciudad española a raíz de un neuroblastoma en su riñón izquierdo. El joven influencer colaboró en la campaña para recaudar fondos con el fin de poder pagar el procedimiento médico que recibiría Federico que cuesta al rededor de 320.000 euros.
La creación de la fundación para infancia trans
El mes pasado el reconocido influencer logró juntar 35 millones de pesos para poder crear la primera fundación y observatorio para infancias trans en Argentina. El dinero fue destinado a Trans Argentinxs, una organización que nació hace 4 años en Córdoba y que se encarga de brindar contención y asesoramiento a personas trans de entre 3 a 24 años. El mencionado proyecto tiene varios objetivos con esta causa: comprar una casa, convertirse en fundación, crear un observatorio e impulsar políticas públicas para la comunidad trans.
Así empezó todo
En los últimos meses, Santiago Maratea comenzó a dedicarse a causas solidarias y cada día crece más en ese rol. Su primer paso en este camino fue con el caso de Emmita, una bebé de once meses con atrofia muscular espinal que necesitaba el medicamento más caro del mundo para tener una vida normal. Gracias a la intervención de la celebridad y la donación de miles de personas, la familia de la niña pudo acceder a esa droga.