La dermatitis atópica (DA) es una enfermedad inflamatoria crónica o recurrente, que puede tener una amplia gama de presentaciones, y se caracteriza principalmente por piel seca, prurito intenso y lesiones cutáneas inflamatorias localizados (eccemas).
Aunque también se presenta en adultos, la DA la padecen predominantemente niñas y niños; en este sentido, entre un 15 y un 30% de ellos tienen la enfermedad. En este sentido, es más probable que los pacientes con dermatitis atópica requieran también tratamiento para las comorbilidades atópicas asociadas como asma, rinitis alérgica y alergia a alimento, sufriendo una carga de enfermedad aún mayor.
La enfermedad es crónica y multicausal dado que existen muchos factores a tener en cuenta en su incidencia, tales como alguna enfermedad inflamatoria preexistente, lo genético o lo ambiental. El tratamiento para estos casos es un cuidado especial de la piel, indicaciones de baño y humectación en la piel, además de un control de la enfermedad con medicación.
Los factores que pueden empeorar los síntomas de la dermatitis atópica
Quienes padecen dermatitis atópica, trastorno cutáneo prolongado (crónico) que consiste en erupciones pruriginosas y descamativas, también suelen tener asma o alergias estacionales, según consigna MedlinePlus, la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos. "A menudo, hay antecedentes familiares de afecciones alérgicas como asma, rinitis alérgica o eccema. Las personas con dermatitis atópica a menudo dan positivo en las pruebas cutáneas para alergias. Sin embargo, esta dermatitis no es causada por alergias", señala la publicación.
Entre los factores que pueden empeorar los síntomas de la dermatitis atópica, ese organismo señala:
- Alergias al polen, el moho, los ácaros del polvo o los animales.
- Resfriados y aire seco en el invierno.
- Resfriados o la gripe.
- Contacto con materiales irritantes y químicos.
- Contacto con materiales ásperos como la lana.
- Piel reseca.
- Estrés emocional.
- Resecamiento de la piel por tomar baños o duchas frecuentes o nadar con mucha frecuencia.
- Enfriarse o acalorarse demasiado, al igual que cambios súbitos de temperatura.
- Perfumes o tintes agregados a las lociones o jabones para la piel.