El majestuoso Parque Nacional Yellowstone, en Estados Unidos, está siendo testigo de un lento pero perturbador avance: la propagación de la "enfermedad del ciervo". Este mal, causado por un virus mortal que genera la enfermedad de la caquexia crónica (CWD), despertó preocupación en la comunidad científica debido a su presencia en más de 31 estados de EE. UU., dos provincias canadienses y casos notificados en Corea del Sur. Te contamos de qué se trata.
La enfermedad del ciervo y sus orígenes
La CWD es provocada por priones, agentes patógenos anormales y transmisibles, que afectan principalmente a ciervos, alces, alces, caribúes y renos. Este virus, que altera el sistema nervioso y el cerebro de los hospederos, se manifiesta en síntomas notables como babeo, letargo, demacración y una peculiar "mirada en blanco". Los cazadores han sido testigos de estos comportamientos extraños, llevando a la denominación popular de "enfermedad del ciervo zombie".
Qué se sabe del virus: su peligro potencial
La inquietud entre los científicos no se limita solo a la fauna. La posibilidad de que este virus salte de los ciervos y alces a otras especies, incluidos los humanos, ha generado alerta. Aunque el Servicio de Parques Nacionales de EE. UU. sostiene que no hay pruebas concluyentes de que la CWD pueda infectar a los humanos o animales domésticos, la precaución es la palabra clave. No se recomienda el consumo de tejidos de animales infectados, y los científicos están evaluando la viabilidad de una transmisión interespecies.
Cory Anderson, codirector del Centro de Investigación y Política de Enfermedades Infecciosas de EE. UU., destaca el riesgo de contagio del ganado a los humanos, recordando el caso de la encefalopatía espongiforme bovina (EEB) en Gran Bretaña, conocida como la enfermedad de las vacas locas. Este ejemplo histórico resalta cómo un evento de contagio puede desencadenar el caos de manera repentina, enfatizando la importancia de prevenir la transmisión del virus a la población humana.
Persistencia y resistencia del virus
Una vez que el ambiente está infectado, erradicar el patógeno resulta extremadamente desafiante. Los priones, invisibles pero devastadores, pueden persistir durante años en la suciedad o en superficies. Sorprendentemente, son resistentes a desinfectantes, formaldehído, radiación e incluso incineración a 600 °C (1100 °F). Esta resistencia plantea desafíos significativos para controlar la propagación del virus y proteger los ecosistemas afectados.
Con la presencia actual de la CWD en 32 estados de EE. UU. y tres provincias canadienses, la vigilancia continua se vuelve crucial. Epidemiólogos advierten que la ausencia de un caso de "derrame" no garantiza que no ocurrirá en el futuro. La comprensión exhaustiva de la enfermedad y sus posibles implicaciones en la salud humana es esencial para desarrollar estrategias efectivas de prevención.