Salman Rushdie perdió la vista en un ojo y la movilidad en una mano tras el ataque que sufrió en el escenario de un evento literario en el oeste de Nueva York en agosto, dijo su agente.
Andrew Wylie, representante de fallecidos gigantes de la literatura como Saul Bellow y Roberto Bolaño, describió el alcance de las lesiones que sufrió Rushdie en el "brutal" ataque en una entrevista con el periódico español El País.
Wylie describió las heridas del autor como "profundas", y señaló la pérdida de visión de un ojo. "Padeció tres heridas graves en el cuello y ha perdido la movilidad en una mano porque los nervios fueron cortados por las puñaladas. Y sufrió otras 15 heridas en la espalda y el torso", señaló.
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El agente declinó decir si el autor de "Los versos satánicos", de 75 años, seguía en el hospital más de dos meses después del ataque, ocurrido justo antes de una conferencia en la Institución Chautauqua, a unos 19 kilómetros del lago Erie.
El ataque se produjo 33 años después de que el ayatolá Ruhollah Jomeini, entonces líder supremo de Irán, emitiera una fatua, o edicto religioso, en la que pedía a los musulmanes que asesinaran a Rushdie meses después de la publicación de "Los versos satánicos". Algunos musulmanes consideraron que varios pasajes de la novela sobre el profeta Mahoma eran blasfemos.
Rushdie, que nació en India en el seno de una familia musulmana de Cachemira, vivió con una recompensa por su cabeza y pasó nueve años escondido bajo la protección de la policía británica.
Aunque el gobierno reformista iraní del presidente Mohammad Jatami se distanció de la fatua a finales de los años 90, la recompensa multimillonaria que pendía sobre la cabeza de Rushdie siguió creciendo y la fatua nunca se levantó.
El sucesor de Jomeini, el líder supremo ayatolá Alí Jamenei, fue suspendido de Twitter en 2019 por decir que la fatua contra Rushdie era "irrevocable".
El hombre acusado de atacar al novelista se declaró no culpable de los cargos de intento de asesinato en segundo grado y de agresión. Está detenido sin fianza en una cárcel del oeste de Nueva York.
Con información de Reuters