Este domingo 4 de agosto el Santoral de la Iglesia Católica nos trae un recordatorio especial de San Juan María Vianney, un presbítero que dedicó más de dieciséis horas diarias al confesionario. Originario de Dardilly, una localidad francesa cerca de Lyon, Vianney trabajó en el campo desde muy joven, al igual que sus padres.
A pesar de vivir en una época convulsa para los católicos, poco después de la Revolución Francesa, Vianney decidió seguir el camino del sacerdocio a los 17 años. En 1818, fue enviado a Ars, un pequeño pueblo con alrededor de 200 habitantes. Allí, se dedicó a acoger a huérfanos, cuidar enfermos y ayudar a las familias más pobres. Además, se encargó de la restauración de la iglesia, organizó fiestas patronales y brindó perdón y apoyo espiritual a los fieles.
El impacto de San Juan María Vianney en Ars fue notable, ya que cada día decenas de penitentes de todas partes de Francia acudieron a confesarse con él. De hecho, el pueblo comenzó a ser conocido como "el gran hospital de las almas", debido a la cantidad de personas que buscaban su consejo y perdón. Vianney, en su afán de ayudar a los fieles a expiar sus pecados, realizó largas vigilias y ayunos.
En cuanto a su receta para brindar esta ayuda espiritual, el mismo Vianney lo explicó a un cofrade: "Doy a los fieles que se confiesen solo una pequeña penitencia y el resto de la penitencia lo suplo yo en su lugar".
De él escribió Juan Pablo II: "Me impresionaba profundamente, en particular su heroico servicio de confesionario. Este humilde sacerdote, que confesaba más de diez horas al día comiendo poco y dedicando al descanso apenas unas horas, había logrado, en un difícil periodo histórico, provocar una especie de revolución espiritual en Francia y fuera de ella. Millares de personas pasaban por Ars y se arrodillaban en su confesonario".
Consagrado enteramente a Dios y a sus feligreses, murió el 4 de agosto de 1859, a la edad de 73 años. Sus restos descansan en Ars, en el Santuario a él dedicado, que acoge 450.000 peregrinos cada año. Fue beatificado el 8 de enero de 1905 por San Pío X, quien el 31 de mayo de 1925 lo canonizó y proclamó "Patrón de todos los párrocos del mundo".
En 1959, en el centenario de su muerte, San Juan XXIII le dedicó la Encíclica Sacerdotii Nostri Primordia, proponiéndolo como modelo para los sacerdotes, mientras que en 2009, con motivo del 150º aniversario de su muerte, Benedicto XVI convocó un "Año Sacerdotal" en la Iglesia universal para ayudar a promover el compromiso de renovación interior de todos los sacerdotes y para que su testimonio de fidelidad al Evangelio en el mundo de hoy fuera más incisivo y creíble.
Oración a San Juan María Vianney
Te amo, Oh mi Dios.
Mi único deseo es amarte
Hasta el último suspiro de mi vida.
Te amo, Oh infinitamente amoroso Dios,
Y prefiero morir amándote que vivir un instante sin Ti.
Te amo, oh mi Dios, y mi único temor es ir al infierno
Porque ahí nunca tendría la dulce consolación de tu amor,
Oh mi Dios,
si mi lengua no puede decir
cada instante que te amo,
por lo menos quiero
que mi corazón lo repita cada vez que respiro.
Ah, dame la gracia de sufrir mientras que te amo,
Y de amarte mientras que sufro,
y el día que me muera
No solo amarte pero sentir que te amo.
Te suplico que mientras más cerca estés de mi hora
Final aumentes y perfecciones mi amor por Ti.
Amén.
Santoral del 4 de agosto
- San Rubén, estilita
- San Aristarco
- San Eleuterio de Tarsia
- San Eufronio de Tours
- Santa Ia
- San Jacinto de Roma
- San Onofre eremita
- San Rainero de Split
- Beata Cecilia de Bolonia
- Beato Enrique Krzysztofik
- Beato Federico Janssoone
- Beato Gonzalo Gonzalo
- Beato Guillermo Horne