La historia de Rogelio, el apasionado chofer de la línea 152 que se hizo viral

Rogelio López, en diálogo con El Destape Web, contó cómo se inició en su oficio y qué le genera la pasión que transmite a todos sus pasajeros.

29 de enero, 2022 | 13.03

Rogelio López es un chofer de la línea 152 que se volvió viral en un video publicado en Twitter por una pasajera que quedó obnubilada por su buena energía. En diálogo con El Destape Web, el formoseño de 54 años revela por qué siente esa fervorosa pasión por su trabajo, cómo comenzó su camino laboral y cuánto lo disfruta día a día. Además, la adolescente que lanzó al colectivero a la fama habló con este medio sobre su admiración hacia él.

De Formosa a Buenos Aires

Los padres de Rogelio, Blanca y Justo, fueron quienes inculcaron en él los buenos tratos y el respeto a la hora de dirigirse a los demás desde niño. "Nací en el pueblo Palma Sola de Formosa, en el año 67. Mis papás me educaron y me ayudaron muchísimo. Éramos nueve hermanos", reflexiona el chofer sobre los valores que le fueron transmitidos de pequeño. "Mi papá falleció cuando yo tenía doce años, nosotros vivíamos en el campo, trabajábamos la chacra y después yo iba a estudiar: 15 kilómetros en bicicleta, iba y venía, los cinco años de secundaria".

Este proyecto lo hacemos colectivamente. Sostené a El Destape con un click acá. Sigamos haciendo historia.

SUSCRIBITE A EL DESTAPE

Después de haber atravesado una infancia y adolescencia de mucho sacrificio, López decidió que la docencia podía ser un buen camino para su vida: "A los 20 años me vine a Buenos Aires a estudiar para ser profesor de biología o de educación física, me gustaba eso".

No tardó mucho en descubrir que su verdadera vocación tenía forma de volante. "Cuando llegué, vi a mi hermano Martín trabajando como chofer de colectivo y me encantó". Rogelio señala cuán absorto se quedaba al ver la posibilidad de contacto con la gente que ofrecía ese trabajo y no dudó en dejarse llevar por su intuición: "Le dije: ‘Martín, ¿qué puedo hacer para trabajar de esto? Yo quiero hacer esto’. Cuando subí al colectivo me cambió todo. Descubrí mi pasión. Eso fue en el año 1990 y hasta el día de hoy lo siento así".

El chofer vive con su esposa e hijos en el barrio porteño de San Telmo.

Pocos años después de su arribo en Buenos Aires, Rogelio conoció a Marina, con quien comparte la vida desde entonces. "Fue en el 98, ella tenía dos nenas y después tuvimos dos varones más", señala el chofer, que hoy vive en San Telmo con su esposa y sus dos hijos varones, de 22 y 20 años.

La viralización del amor de Rogelio

Ami, de 17 años, viajaba en un colectivo de la línea 152 cuando comenzó a sorprenderse por una particularidad de quien conducía. "Empecé a escucharlo cantar y no entendía muy bien qué estaba pasando, pero empecé a sonreír automáticamente", cuenta la joven. 

"Siempre encontré choferes respetuosos en la línea 152, pero a alguien que cante, diga las paradas y sea tan cuidadoso y dedicado con su trabajo, jamás", señala la joven, con un tono de admiración hacia la personalidad de Rogelio. "Me sorprendió cómo atendía a la gente, cómo saludaba, estaba atento a cada pequeño detalle".

La madre de la adolescente compartió el video que su hija grabó en su cuenta de Twitter y también expuso el chat que ambas tenían mientras Ami estaba en viaje con Rogelio, ya que no aguantó hasta llegar a su casa para contarle a su mamá sobre este peculiar conductor. A las pocas horas, la publicación tenía miles de likes y retuits.

"Cuando llegué hoy al trabajo me contaron del video que se hizo popular en internet. ‘Eh, Rogelio’, me decían", relata el chofer, sobre la manera en que se enteró que las redes sociales estaban hablando de él. "Mi hijo tiene Twitter y hoy me estuvo mostrando los comentarios de la gente y lo que la chica puso sobre mí. Me puso muy feliz y muy contento. Ella me agradeció antes de bajar y yo a ella, porque a mí me hace muy feliz que me digan esas cosas y me ayuda a seguir mejorando el trato hacia ellos".

El agradecimiento de Ami no es el único que el chofer ha recibido en sus años de oficio: "Estoy acostumbrado porque la gente todos los días me agradece. Han pasado 30 años y yo sigo siempre igual, tratándolos bien. A veces me dicen: ‘¿Qué pasó? Pasaron tres o cuatro y no pararon’. Yo les digo que los llevo, nunca voy al choque, porque el pasajero tiene la razón".

Un día sobre ruedas

"A la estación llego siempre quince minutos antes del horario en el que estoy citado", cuenta Rogelio sobre el inicio de sus jornadas de trabajo y agrega: "Después me siento en el colectivo, reviso si está todo en orden, me acomodo los espejos, todo acorde a mí. Luego, el control me entrega la libreta de trabajo con el horario, voy hasta Olivos, vuelvo a la Boca, me dan el otro horario y hago lo mismo una vez más. Son dos vueltas".

La variación de los horarios es habitual en el trabajo de los colectiveros, pero Rogelio asegura no tener inconvenientes al respecto. "Tenemos horarios rotativos. Trabajamos 7 u 8 horas, a veces menos. Los fines de semana, de madrugada. Pero no me afecta en absoluto, ya estoy acostumbrado".

Más de treinta años al volante

"Empecé en el 90 en la línea 68, que sale de Once y va hasta Puente Saavedra. Ahí aprendí todo", recuerda Rogelio, cargado de nostalgia por sus primeras maniobras en las calles porteñas. Después de cinco años y medio en la misma empresa, el conductor se pasó a la línea 65, donde estuvo más de tres años. "Y luego me fui a La Tandilense, donde estoy hace veinticuatro años. Sin dudas, es la número uno. Es muy buena, hay un muy buen clima laboral".

En referencia a la irritabilidad cotidiana de la Capital Federal, el chofer tiene una actitud poco frecuente. "La gente hoy en el volante siempre quiere pasar adelante, entonces hay que ceder. Si uno cede, nunca va a chocar ni va a haber problemas. Yo veo que la gente no cede, se pelean, se tiran los colectivos, los coches encima", informa sobre la aspereza de la urbe y destaca: "Hay que ceder en el volante".

En su experiencia, Rogelio llega al conclusión de que el único motor de pasión en un colectivero es el disfrute del vínculo con los pasajeros. "No es fácil este trabajo, es de mucha responsabilidad. Son vidas. Hay que estar atento a todo. Hoy la gente está muy triste, preocupada, angustiada; entonces cuando yo los saludo de manera alegre, les cambia la cara", relata López y hace hincapié en un sentimiento ineludible en todo chofer de colectivos: "Para hacer este trabajo, uno tiene que amar trabajar con la gente, eso es lo que te mueve".