La política argentina, y más en época de las elecciones 2023, puede ser observada como un juego de posiciones en el que los grandes jugadores se hamacan al vaivén de la "rosca" en cada ronda. Pero mientras esa partida puede traer consecuencias graves o beneficios sustanciales para millones de personas, en Republia y ¿Quién quiere ser presidente?, dos juegos de mesa creados por diseñadores nacionales, se despiertan habilidades desconocidas, algunos fastidios y -sobre todo- muchas risas. Las creaciones de Fernando González y Nicolás Martínez Sáez, respectivamente, condensan en un tablero esa ambición que invita a negociar, prometer, influir, conseguir votos y acumular poder con un toque bien nacional frente a familares o amigos.
De pronto, descubrís que tu tía destaca por su poder de oratoria y te convence de votar una ley que a la larga te perjudica, o que tu mejor amigo es capaz de entregar todo con tal de mantener la presidencia un turno más. A cada escena podrías identificarla con una figura de la política nacional al instante. "Es la política misma, y eso es valorado por los jugadores, que dicen que la mecánica y la temática están muy implicadas", resumió Martínez Sáez a El Destape. En su ¿Quién quiere ser presidente?, los jugadores encarnan a gobernadores que buscan llegar al sillón de Rivadavia y convenciendo a otros de que los apoyen en base a promesas (que quizás nunca se cumplirán), sin embargo, una vez en el poder habrá que soportar los intentos de desestabilización para completar el mandato y hasta incluso sufrir golpes de Estado. En Republia, en cambio, cada persona recibe una ideología y debe elaborar discursos potentes para convencer al resto de que voten sus leyes y hacer que su sector político triunfe, mientras vuelan los vetos y decretos para entorpecer. "Se da muchas veces que personas de una ideología en la vida real dentro del juego terminan representado una ideología totalmente distinta y ahí ya surge una cuota de humor muy grande", destacó por su parte González.
A Fernando la idea le llegó mientras charlaba con un amigo en la parada del colectivo después de una noche de juegos y apenas llegó a su casa, la comenzó a desarrollar. Nicolás recorrió un camino largo hasta darle la forma final a ese juego de negociación que se alejara de los clásicos económicos y fuera "ambientado y situado en la política latinoamericana y sus peripecias". Pero meterse en la política nacional puede ser incluso una decisión problemática a la hora de diseñar un juego frente al fervor y la convicción de muchos argentinos y argentinas y cada uno eligió caminos distintos para que la situación no se fuera de las manos.
"Busqué específicamente no tocar partidos políticos argentinos sino ideologías de una manera mucho más abstracta, con lo cual podemos establecer el vínculo con los partidos, pero nos hace tener una distancia grande y no se dan problemas de sensibilidades", explicó González sobre las intenciones de su creación. En tanto que Martínez Sáez optó por un perfil más polémico: "Las figuras de los personajes políticos que forman parte del juego (fondos buitres, sindicalistas, inmigrantes, fundamentalistas etc.) me generaron algunas discusiones, entiendo que las mismas pueden ser fuertes para algunas sensibilidades y están súper estereotipadas, pero no tanto como la realidad que es lo que en verdad debe hacernos enojar. La experiencia me mostró que los jugadores siempre ponen por delante la diversión compartida a partir de las interacciones que se generan en el juego".
La política puede convertirse en un limitante también a la hora de vender o de atraer al público en épocas de crisis y descreimiento en los representantes. No obstante, ambos coinciden en apostar por la revalorización de un temática atractiva para jugar e ineludible para la vida. Para el creador de ¿Quién quiere ser presidente? lo más interesante es "poner al jugador en lugares incómodos y desde ahí resolver situaciones desde un 'como si'"; jugar, en su definición, es "ensayar otras posibilidades de vida, otros puntos de vista". Asimismo, el diseñador de Republia está seguro de que "la experiencia de juego es tan política que no podría tener otra temática". Fernando aún tiene disponible su juego en la tienda de su editorial, Factor Estudios (donde también figura Utópolis, su último diseño) mientras que Nicolás logró vender toda la tirada hace poco y decidió liberar los archivos de su juego para que cualquier persona pueda imprimirlo y fabricarlo en su casa.
La "edad dorada" de los juegos de mesa en Argentina:
A diferencia de lo que la mayoría imagina, en una época dominada por las pantallas y con los videojuegos en auge, los juegos de mesa experimentan en Argentina y en el mundo un crecimiento llamativo. Desde finales del siglo XX, una nueva oleada de juegos "modernos" perfeccionó los clásicos de tableros para lograr experiencias más fluidas y variadas, con nuevas mecánicas, distintos niveles de complejidad, focalizándose en atrapar a los jugadores y mantener a todos en competencia hasta el final. Algunos han superado el nicho y se encuentran cada vez en más casas, como el Catan o el Carcarssonne, pero cada año se producen más y más ideas que sorprenden hasta los más avezados.
Aunque a nuestro país las novedades internacionales llegan con un poco de demora o a través de decisiones individuales, la comunidad también se expande con más interesados en este universo, pero también con tiendas especializadas, editoriales, eventos y hasta premios. Por citar algunos hitos: el Encuentro Nacional de Juegos de Mesa reunió a centenares de "jugones" en Rosario durante 2022 y la edición 2023 se celebrará en Salta el próximo octubre; el juego nacional El Valle Secreto trascendió fronteras y se edita también en España; el diseñador Bruss Brussco editará un juego sobre la crisis del 2001 y los cinco presidentes en una semana con la editorial sueca ION Games; y los Premios Alfonso X, que destacan a los mejores juegos de industria nacional a través del voto todas las personas que lo juegan, tuvieron 25 postulantes durante la edición 2022 (para juegos publicados en 2021). De hecho, tanto Republia como ¿Quién quiere ser presidente? compitieron por el galardón y este último fue uno de los finalistas.
Muchos de los juegos creados en el país son empujados por el fuego interno de los propios fanáticos de este universo que incluso se atreven a la autoedición, como el caso de los dos juegos políticos. Autoeditarse es casi otro juego en sí mismo, pero en solitario y con un desafío muy grande. "Producir un juego en Argentina y hacerlo con una autoedición es una osadía. Al ser un juego con muchos componentes necesitas muchos proveedores y luego uno se encuentra con que tiene un producto pero no tiene bien resuelta la parte comercial y de distribución que no es para nada fácil llevarla a cabo con un solo producto. Ayudó mucho la asociación con otros productores como Fernando y Diego (creador de Ballotage) que habían desarrollado juegos de temática política y con quién armamos un red de venta", detalló sobre su experiencia Martínez Sáez.
González coincidió en lo "complicado" y no sólo desde el punto de vista económico, sino también a nivel de la producción misma. "Si bien todavía tenemos una matriz productiva industrial mucho más grande de lo que la mayoría de la gente piensa, es muy complicado vincular todas las partes del proceso para que funcionen a la misma escala", sostuvo. Y explicó: "Por ejemplo, es muy difícil producir cajas de buena calidad en las cantidades que se pueden vender juegos de mesa, salvo que se produzcan muchísimas más copias. Entonces hay que ir surfeando, hay que ir encontrando un balance entre los materiales y lo que se puede vender, cuánto público hay para un juego determinado y bueno, es más que nada mucho trabajo, hablar mucho con los proveedores, tener una buena relación para poder lograr ese balance".
Con empujones pasionales y también con complicaciones, los juegos de mesa "modernos" se hacen cada vez más visibles en Argentina y, de pronto, familiares y amigos se visten de políticos en campaña.