En el fatídico accidente aéreo en la cordillera de los Andes en 1972, Nando Parrado, entonces un estudiante universitario de 22 años, se vio envuelto en una lucha desesperada por la vida. Su historia es un testimonio asombroso de resistencia y superación, marcada por una serie de eventos extraordinarios.
Nando Parrado sufrió una conmoción cerebral severa durante el accidente, dejándolo inconsciente por 4 días y medio. Sus compañeros, inicialmente creyendo que no sobreviviría, sin saberlo, le proporcionaron un tratamiento que se convertiría en crucial para su supervivencia.
El rol clave de sus compañeros en la supervivencia
Colocaron el cuerpo inerte de Parrado en la entrada del fuselaje, su cabeza reposando sobre el hielo. Este acto aparentemente simple resultó ser fundamental, ya que el frío actuó como un salvavidas para las fracturas craneales de Nando.
Tres días después, Parrado despertó del coma, solo para enfrentarse a devastadoras noticias: su madre Eugenia Dolgay y sus amigos íntimos Pancho Abal y Guido Magri habían perdido la vida en el accidente. Además, su hermana Susana Parrado estaba gravemente herida.
A pesar de las trágicas circunstancias, Nando se convirtió en el cuidador incansable de su hermana, acompañándola hasta que, lamentablemente, falleció en sus brazos el 21 de octubre de 1972.
El misterio develado por la ciencia
Un estudio neurológico llevado a cabo por el investigador y médico Conrado Estol en Argentina arrojó luz sobre los eventos que permitieron la increíble supervivencia de Parrado. Publicado en la revista Lancet Neurology, el estudio se centró en las circunstancias que rodearon la cabeza de Parrado durante la tragedia.
Factores determinantes
Tres elementos clave contribuyeron a la sorprendente resistencia de Nando Parrado:
Fracturas craneales
Las fracturas en su cráneo, resultado de la caída del avión, desencadenaron un edema cerebral. Sin embargo, estas fracturas permitieron que la inflamación se descomprimiera de forma natural, evitando consecuencias fatales.
Coma y error de diagnóstico
Parrado entró en coma, y sus compañeros, creyéndolo muerto, lo movieron a una zona más resguardada del fuselaje. Este error diagnóstico fue crucial, ya que permitió que la inflamación cerebral se expandiera a través de las fracturas, evitando su muerte.
Deshidratación, hipotermia y altura
La falta de agua y alimentos, junto con las condiciones de altura, limitaron el crecimiento del edema cerebral. La deshidratación y el frío prolongaron la vida de las neuronas dañadas.
Un relato de la resistencia humana
La historia de Nando Parrado no solo es un testimonio de supervivencia, sino también un recordatorio impactante de cómo la ciencia puede ayudar a comprender fenómenos inexplicables. La combinación única de eventos, desde las fracturas craneales hasta el entorno implacable de los Andes, tejieron la red que permitió a Parrado despertar sin secuelas graves.