Leo Mattioli contó con uno de los sonidistas más famosos de la movida tropical, que incluso trabajó (también) con "El Potro" Rodrigo. Sin embargo, hoy en día Juan José Zardini se dedica a ganarse la vida en el rubro de la construcción. "Ahora me levanto a las 4:30 para ir a trabajar", expresó.
En diálogo con TN, quien integró el staff musical del "León" santafesino durante muchos años y posteriormente también le hizo sonido a su hijo Nicolás reveló: "Ahora me levanto a las 4.30 para ir a trabajar. Hace unos años, a esa hora iría por el cuarto o quinto baile. Le prometí a Dios que si me daba un buen laburo dejaba todo. Soy pañolero, administrativo de obra. Tengo a cargo el control de materiales y también hago mantenimiento. Arreglo máquinas. Me ayuda saber de sonido y haber manejado tantas consolas a lo largo de mi vida”.
“No vuelvo más a la noche. Dios me cumplió y a Dios no se le puede fallar. Laburé 40 años como sonidista y no tengo un solo aporte. Terminabas de trabajar, te daban tu plata y listo”, agregó Zardini, quien de todos modos recalcó que en su época de sonidista el sueldo era bueno pese a estar en condiciones precarizadas: "Los dos (NdeR: Rodrigo y Leo Mattioli) pagaban muy bien, eh. En esa época se ganaba buena plata”.
El recuerdo de Zardini sobre Leo Mattioli: "Era un grande"
Asegurando que Mattioli componía temas de forma muy rápida, Zardini aseguró: “Leo hizo el tema Yerba Lavada para mí. Era la historia de mi separación. Era un grande. Como artista y como persona. ¡Cómo componía! En un show en Reconquista se conmovió con la historia de una chica no vidente y durante el viaje de vuelta le escribió Carta del Corazón. Flor de temazo y en un ratito lo hizo, eh. Cada canción suya era una historia. Ocho años trabajé con él”.
Zardini también recordó el día en que la gente esperó a Leo Mattioli hasta la mañana del día siguiente sólo para escuchar su recital: "Una vez, en Concordia, teníamos programado un show a la 1.30 de la mañana. Llegamos a las 10. Suele ser complicado, viste. Hay veces que de un baile a otro tenés 700 kilómetros en el medio. Todo el mundo se había ido, hasta que en una radio local empezaron a decir: ‘Está Leo Mattioli con sus músicos esperándolos’. No sé cómo, pero en un ratito se llenó todo el gimnasio. Tocamos y terminamos pasado el mediodía”.