Justo antes de que amanezca en la ría de Noia, en la región española de Galicia, cientos de mujeres descienden, a la luz de las antorchas, por aguas que les llegan hasta la cintura para recoger berberechos y almejas utilizando técnicas que se han transmitido de generación en generación.
Con chaquetas impermeables sobre sus trajes de neopreno, sacan los mariscos del limo rico en nutrientes de las frías rías atlánticas gallegas, utilizando únicamente rastrillos de mango largo sujetos a cestas metálicas.
Unas 4.000 personas, casi todas mujeres, trabajan como mariscadoras tradicionales en las rías que atraviesan la escarpada costa de la región, y ganan hasta 2.000 euros (2.264 dólares) al mes durante la temporada de seis meses, pero para muchas es más que un trabajo.
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"Esto es un trabajo libre, eres como una gaviota, eres libre", dice Conchita, de 58 años. "A mí ya me llamó esto desde niña", dijo, recordando cómo solía faltar al colegio para ver cómo descargaban los barcos en el muelle.
Lo mismo piensa Mari Carmen Rosende Mayo, de 65 años, que se prepara a regañadientes para jubilarse a finales de diciembre después de 31 años.
"Para mi es todo. Yo voy por el mar y me relajo. Se acaban los problemas", dice.
SOSTENIBLE
Bajo la luz de su linterna frontal, escoge hábilmente los mejores berberechos de la cesta y los coloca en un cubo que flota en una anilla de goma atada a ella por una corta cuerda.
Para garantizar la sostenibilidad de las poblaciones de marisco, sólo pueden participar las pescadoras con licencia y la temporada se limita de octubre a marzo.
La práctica está estrictamente regulada por un proyecto financiado por la Unión Europea que promueve la gestión sostenible del berberecho en seis comunidades costeras del Atlántico, incluida Galicia.
Al final de la jornada, las capturas de cada mujer, que no pueden superar una cuota de 3 kilos de almejas o 16 de berberechos, se pesan y procesan antes de ser enviadas.
Mayo ha visto cómo la percepción de su trabajo ha cambiado con el tiempo
"Hace muchos años decían ´¿en qué trabajas? ¿de mariscadora? ¡Buah, mariscadora!´ Y ahora muchos quisieran ser mariscadores"
Alida Elena, de 35 años, forma parte de una nueva generación de mujeres que están aprendiendo el oficio.
"El mar es un trabajo que te pilla, que te engancha. Para mi estoy enganchada. Cuando acaba el día estoy deseando ya que llegue el siguiente día", dice.
De vuelta a la orilla, Mayo le da consejos sobre las zonas que debe evitar y recuerda que una vez tuvo que ser rescatada de una ría cercana cuando la marea empezó a subir repentinamente.
"Aparte de eso, mi experiencia ha sido muy buena, muy, muy buena. Es precioso"
(1 dólar = 0,8832 euros)
(Escrito por Nathan Allen; Edición de Gareth Jones, traducido por José Muñoz en la redacción de Gdansk)