Eduardo Feinmann confesó que tuvo miedo de morir por coronavirus

Tras recibir el alta, el periodista hizo una dolorosa reflexión acerca del calvario que sintió transitando la enfermedad.

07 de septiembre, 2020 | 15.48

Dado de alta y en su casa, Eduardo Feinmann se recuperó del COVID-19 y pudo volver a los medios, no sin antes reflexionar acerca del miedo que sintió a medida que transitaba la enfermedad. "Fue horrible tener el oxígeno enchufado las 24 horas y saber que, si no tenés eso, no respirás", sentenció el periodista.

"Quería agradecerles a todos los me escribieron y se preocuparon por mí hoy... me levanté con disfonía, cosa que atribuí al cambio de clima. De forma responsable, falté a la radio y a la tele para irme al hospital de clínicas y hacerme el hisopado para descartar cualquier duda. Por la tarde me dieron el resultado confirmándome que es positivo. Quiero aclarar que hasta después del resultado no tuve síntomas más que una afonía y una febrícula reciente posterior a la confirmación del mismo", relataba Feinmann el pasado 19 de agosto, dando a conocer el resultado de su hisopado.

Más adelante, el 26 de ese mes, Eduardo Feinmann tuvo que ser internado en el Sanatorio Otamendi por complicaciones en el cuadro. Doce días más tarde, el periodista recibió el alta y ahora sigue recuperándose en su casa. En el medio, padeció fuertes dolores y sintió miedo por su vida. De hecho, eso mismo relató en su programa en Radio Rivadavia, Alguien tiene que decirlo.

“Bien es una forma de decir”, arrancó Feinmann. "(Estoy) roto, pasé un momento horrible esa semana que estuve internado completamente solo, tirado en una cama. (Tengo) muchísimo dolor de cuerpo y el dolor de cintura me está matando. No tengo explicación para eso", siguió. Y agregó: “No pude ver a nadie más que médicos, enfermeros y personal de salud, a quienes no les vi la cara. Esta es una enfermedad muy tremenda porque ni siquiera a los que atienden les ves la cara. Están totalmente cubiertos con trajes de astronautas, máscaras, barbijos, anteojos. Apenas se les ven los ojos. Cuando te tocan lo hacen con guantes, ni siquiera hay contacto físico con una persona. Es muy impersonal todo”.

“Tener el oxígeno enchufado las 24 horas del día, metido en la nariz donde sabés que si no tenés eso no respirás es horrible. La verdad es horrible. Más cuando vos fuiste el que comunicaste durante meses todo lo que va pasando. Entonces, de repente uno está en la misma cama donde relató que otros estuvieron en esas camas. Es muy fuerte”, cerró, agradeciendo el trabajo del equipo de médicos que le salvaron la vida.