Leones marinos se toman playa de California

22 de agosto, 2024 | 21.48

Cientos de leones marinos de California se han adueñado de la playa de San Carlos, en Monterey (California), lo que ha llevado a las autoridades locales a cerrar la zona al público.

Se han colocado cintas de precaución, pero el espectáculo animal sigue atrayendo a multitudes que fotografían a los leones marinos mientras descansan y juegan en la arena y en el agua.

Aunque los leones marinos, o otaríidos, se ven a menudo en algunas playas de la costa de California, los residentes locales dicen que nunca habían visto tantos mamíferos marinos reunidos en Monterey.

Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.

SUSCRIBITE A EL DESTAPE

Lisa Uttal, bióloga marina del Santuario Marino Nacional de la Bahía de Monterey, dijo que no estaba claro exactamente por qué los leones marinos eligieron la playa de San Carlos, pero que podrían sentirse atraídos por la rica diversidad en el suministro de alimentos del ecosistema. Prácticamente todos los que se reunieron en la playa eran machos.

"Migran hasta aquí desde Ventura y las Islas del Canal... Son increíblemente capaces de desplazarse. Suelen perseguir el alimento, y como el Santuario Marino Nacional de la Bahía de Monterrey es tan productivo aquí, es realmente abundante", explicó Uttal.

Se espera que permanezcan en la playa de San Carlos de tres a cuatro semanas, dijo Uttal.

Marge Brigadier, voluntaria del programa Bay Net del Santuario Marino Nacional de la Bahía de Monterrey, dijo que los leones marinos estaban protegidos por la Ley de Protección de Mamíferos Marinos de Estados Unidos de 1972, que prohíbe a la gente cambiar el comportamiento de los leones marinos, lo que significa que acercarse demasiado o forzarlos a huir es una violación.

"La gente sólo tiene que pensar en cómo se sentiría si estuviera descansando en su cama echando una siesta y algo grande se acercara y la persiguiera hasta sacarla de casa", dijo Brigadier.

(Reportaje de Dylan Bouscher y Carlos Barria en Monterrey; Editado en español por Héctor Espinoza)